68. La calle de Elizabeth.

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★ Bajo tus estrellas

★ Capítulo 68

Charlotte

2 horas y 125 minutos (2 horas y 5 minutos) es lo que ha pasado y aun así no hay nadie frente a la casa de Alex.

Es extraño, al menos tuvieron la decencia de no seguirnos a su casa ni de seguirnos a nosotros hasta la casa en la que ahorita estamos cuidando a 2 niños.

Una niña llamada Rose, y un niño llamado Rafael.

Por supuesto, solo pensaba en vigilarlos y dejarle los niños bajo la responsabilidad de Alex... pero a dos niños de 7 años no les vasta uno. Quieren a los dos.

- ¿Cuál es tu princesa favorita? – Me pregunta la pequeña, quien esta coloreando en un libro con dibujos de princesas para colorear, valga la redundancia.

- No tengo. – Si tenia, pero no quería que ella se encariñara conmigo cuando es solamente esta la única vez que me vea.

- La mía es Cenicienta, tal vez algún día me busque mi príncipe. – Dice.

- Sabes –mejor no digo nada de lo que pensaba decir—, si te va a buscar un príncipe y serás feliz con él. – Dije.

Me sentí bien al ver su sonrisa y no decirle que lo que sabe de las princesas hasta el momento son cuentos de fantasía y que más adelante la dura realidad se los absorbería.

Pero fue una buena decisión, no decirle eso y arruinar su "burbuja" como mi mama me lo hizo a mi cuando tenia su edad.

- Niñas, cierto. – Le dice Rafael a quien lo esta cuidando: Alex.

- También me gusta Batman. – Dije, al ver que de todos los juguetes que tiene esta noche, ha estado jugando con su muñeco Batman.

- Entonces, acompáñanos a jugar en la fortaleza. – Dice Alex.

- ¿Me van a dejar sola? – pregunta la pequeña, deja sus crayones y se cruza de brazos— no es justo.

Cielos, los niños son tan... complicados.

- Y no me dijiste quien era tu princesa favorita. – Me dice.

- Ariel, la sirenita. – Debo admitirlo, realmente me encantaba el nivel de mi mente para hacerme creer que podría ser una sirena cada vez que vaya a la playa.

Pero, hablando serio realmente me gustaba la sirenita y lo hermoso que eran sus películas cada vez que la veían.

Y una vez más, gracias madre por distorsionarme esa parte de mi infancia.

Pudo dejarme seguir ilusionada mientras podía, pero decidió el momento y como hacerme despedir de mi fantasías.

Ni si quiera hubo despedida.

- Las sirenas no existen. – Dijo Rafael, y me sorprende como actúan solo porque le hago caso a uno antes que a otro.

- Entonces, ¿Cómo explicas que los superhéroes existen? – Me estaba gustando esto, me estaba gustando hacerles creer que creo en sus fantasías. Eso, de alguna manera, les daba felicidad y satisfacción.

- Si –Dice la pequeña— ¿Qué dices?

No quería que esto se convirtiera en un debate, de que es lo que si existe y por qué.

Bajo Tus Estrellas [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora