Confesiones y nostalgia

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El chico a mi frente me estaba dando un espacio para poder decir lo que siento, el sentimiento de tristeza, temor y odio se mezclaban creando un malestar en mi estómago, miré la chaqueta sobre mis hombros y me sentí mejor. Dirigí mi mirada hacia él, decidida para hablar.

"No he hablado a profundidad del tema con nadie". Me abracé a mí misma. 

"No es necesario que me lo cuentes si no estás lista pero, quiero que sepas que voy a escucharte. Ahora eres una conocida de los miembros de la ToMan", su tono de voz era bastante amable al hablar. 

"Siento que puedo confiar en ti, Mitsuya", aquella noche había estado en contra de que me ataran, me defendió. "No me llevo bien con mi padre porque es el responsable de todas mis desgracias, él me ha maltratado desde siempre y gracias a su forma de criarme aprendí a defenderme de él y demás gente que traía a casa", comencé a explicar, Mitsuya me miraba muy atento y serio.

⪢"Mi padre es un maldito abogado que abusa de su poder sobre ciertas cosas, él es una persona posesiva, manipuladora y... agresiva. Desde que tengo memoria siempre fue así, aunque en mis primeros años de vida no recuerdo hablar con él, mi madre era la única que lo hacía así que aprendí español antes que japonés. Recuerdo ver llorando a mi madre todas las madrugadas cuando mi padre estaba borracho, en ese momento no entendía que pasaba, lo entendí después. Mi madre tuvo la desgracia de caer en la trampa de un agresor, él nunca quiso tener hijos, por eso no me dirigía la palabra cuando estaba pequeña... Así que deduzco que mi padre abusó de mi madre y por eso estoy aquí", mi labio inferior tembló y Mitsuya al notarlo se puso a mi lado, acariciaba mi espalda suavemente para calmarme un poco.

"No es necesario que sigas, Lyla", me miraba con tristeza, seguía acariciando mi espalda.

"¡Mi madre a pesar de llevar el peso de un agresor siempre me mostraba una sonrisa para hacerme feliz!", cerré ambos ojos dejando caer unas cuantas lágrimas. Mitsuya se sobresaltó cuando subí un poco mi tono de voz. "Mitsuya, solo soy fuerte porque físicamente aprendí a serlo, pero emocionalmente finjo ser igual", a este paso mi voz temblaba un poco.

"Eso no es cierto", tomó mi hombro para girarme hacia él. "Eres fuerte con el simple hecho de seguir día a día luchando contra esto, eres más fuerte de lo que crees", dijo tan firmemente todo que por un momento de verdad creí lo que decía. Me costaba mucho trabajo poder creer que en realidad soy una persona fuerte. Empuñé mis manos tratando de no volver a botar más lágrimas. 

Mitsuya tomó mi mano.

Observó con detenimiento mi mano.

"Lyla, estos nudillos con marcas no solo simbolizan a una persona fuerte físicamente, sino a alguien que tuvo una historia y una razón para tener que destrozarse sus manos por sí misma", tenía mi mano en la suya para mostrarme mi propia mano. En la piel de mis nudillos se ven partes más oscuras, donde ha cicatrizado piel nueva después de romperse. 

Lo miré de nuevo con mis ojos llenos de lágrimas. Mitsuya se levantó de la cama.

"Espera aquí", escuché como iba a su cocina, no quería ensuciar la chaqueta que me había dado, limpié las lágrimas con mis manos. Mitsuya entró de nuevo a la habitación con un vaso de agua. "Bebe".

El agua resbalando por mi garganta me devolvió a la vida, odiaba llorar y más frente a otra persona, pero de vez en cuando tenía que permitirme poder sentir frente a otra persona. 

"Gracias por todo, Mitsuya", terminé de beber toda el agua. 

"No te preocupes, haré algo de comer, espera en la sala", me tendió su mano para ayudarme a levantar. 

"¿Está bien que coma aquí? ¿Qué dirá tu mamá?", caminé con él fuera del cuarto. Miré con más detalle su casa, estaba bastante acomodada y era bastante humilde. 

𝓛𝓪 𝓱𝓲𝓬𝓲𝓼𝓽𝓮 𝓫𝓻𝓲𝓵𝓵𝓪𝓻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora