Capitolo 12 - Punizione.

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Corea del Sur.
Julio; 2020.
5 meses restantes para la exposición.

⟨ +18  ⟩

No había más que oscuridad besándole la piel. Mark se había encargado de reventar los pocos focos de luz que tenía ésta zona de la casa. La brisa de verano parecía estar haciendo de las suyas, el frío le recorrió la espina dorsal de arriba abajo. Su habitación, las cuatro paredes que le volvían loco y cuerdo al mismo tiempo, ahora era una jaula asfixiante. Volvió a proyectar recuerdos en su cabeza; él recostado sobre la alfombra, los gemelos dormidos en su vientre, y Jiwoo agachada a su costado, pintándole mariposas en el rostro para su primer presentación callejera.  Sonrió con los ojos cerrados, puesto que, desde que lo habían capturado, él no se había separado de la puerta y tampoco se atrevía a darse la vuelta. Paralizado del miedo estaba. El tipo tampoco se preocupó en tomarlo y empujarlo lejos para comenzar su hazaña. El bailarín podía sentir cada golpe que Vante daba, colocó su mano sobre la madera y la ferocidad lo sacudió unos cortos pasos hacía atrás. La espalda le chocó con un duro pecho masculino. Náuseas subieron por su garganta.

—Finalmente vuelves a mí. — Colocó sus manos en las caderas del más pequeño, obligándole a sentir la dureza en sus pantalones. Hoseok apretó sus puños, no era capaz de abrir sus ojos ni sus labios.

—¿Qué pasa amor, no te gusta? — Paseó su lengua lentamente por la pequeña oreja del bailarín. — Pues, yo no he dejado de pensarte, mi Hobi. Cada vez que quiero follarme a la pérdida de tu madre debe chupármela antes porque sino no se me para.

Mordisqueó el camino de su saliva, una de sus manos pasó al frente de Hoseok. Le desabrochó el botón de sus shorts. Sus escurridizos dedos se sumergieron en los vellos que el calzoncillo resguardaba. El bailarín se sacudió, lágrimas calientes cayeron silenciosamente. Mark entendió la invitación, su estrella se hacía la difícil, sin embargo siempre se derretía para él. ¡Ah, follaría su agujero hasta el cansancio!

—Te contaré un secretito… Hana gime igual de agudo que tú. No es mentira el dicho, lo he comprobado. ¡Cual el cuervo, tal el huevo! — Una carcajeada ronca retumbó en los tímpanos de Hoseok.

—Vete al infierno infeliz. — Murmuró, su voz casi imperceptible, la sangre ardiéndole en las venas.

—Repite lo que dijiste, a ver si tienes los huevos suficientes y dejas de ser un maricón cobarde una puta vez en tu vida. Hasta el niño que usé como carnada de bobos se defendió mejor que tú.

—¡Jódete, puto loco! — Su mirada se iluminó rabiosamente, recuperando fuerza de quién sabe donde, le pegó un codazo en la boca del estómago. El otro gimió contento y escupió saliva del dolor, Hoseok aprovechó la distancia entre sus cuerpos, para enfrentarle. Como una fiera tomó el cuello de Mark, lo asfixiaría hasta dejarlo inconsciente.

—Tengo los huevos más que suficientes para matarte, no fuerces mis límites. — La bestia herida aullaba, mostrando los dientes. Mark dudó un momento por su propio bienestar, su vista comenzó a nublarse.

—¡Ah, auxilio por favor, me van a matar! ¡Piedad, piedad!

—No gastes aire con tus burlas, bastardo repugnante. — Su agarre se cerró duramente. El hombre mayor cerró sus ojos, y su cabeza se desvaneció hacía atrás.

La respiración de Hoseok se volvió entrecortada, de repente se sintió extremadamente feliz con la posibilidad de haber acabado con la vida del demonio que no le había dejado en paz.

Su alma se estaba rompiendo.

Tomó el cuerpo y lo empujó contra el marco de la ventana. Se estremeció y un pitido ahuyentó el silencio de su cabeza. Los golpes en la puerta no cesaban. Colocó ambas manos en sus oídos, y gritó. Poco a poco cayó en la realidad, y temió de sí mismo. ¿Realmente había asesinado a una persona? ¡La poca decencia que le quedaba escapó se sus manos! Debía huir lejos con sus hermanos, abandonarlo todo, ellos no tendrían a nadie si él era capturado. ¡Joder, no les podía obligar a vivir una vida de prófugos!

L'arte di Sorridere. [ vhope ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora