9: Leah

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Dylan

Ella lloró hasta caer dormida, y hoy despertó con una sonrisa, tratando de hacerse creer que todo está bien aunque no fuera así. Ella es fuerte, ella eres tú, Leah Brown.

Pero... Dónde está su mente?

Quiero decir, ella ahora mismo está en su habitación, tirada en la cama completamente desanimada con prendas de ropa extendidas por todas partes. Está con auriculares puestos de los que salía una melodía jodidamente perfecta que la cegaba del mundo real, del mundo en el que se encontraba. Su cabeza no estaba allí con ella.

La conozco tan bien, que seguro que su cabeza estaba en un lugar en el que ella era feliz. Ella y su mente estaban en lugares completamente diferentes.

Leah ha cambiado mucho, no sé si para bien o para mal, pero lo había hecho.

Hoy es un día de los favoritos de Leah, las tormentas. El día estaba nublado y estaba lloviendo, eso me trajo recuerdos de lo que una vez ella me contó.

A aquella niña de pequeña le asustaban las tormentas. Salía corriendo en busca de su madre y se escondía tapándose los oídos. Lloraba y se asustaba con los truenos. A los rayos les temía como si de cuchillos se hablase.

Pero esa niña ha crecido, esa niña ahora ve las tormentas como algo maravilloso, algo tranquilizante. El sonido de las gotas golpeando con fuerza los cristales y el de los truenos formando una gran orquesta en el cielo. La luz de los rayos iluminando toda la habitación y esos sonidos escandalosos y a la vez relajantes.

Ella definía las tormentas como algo caótico y hermoso al mismo tiempo.

La lluvia lo representaba todo para ella.

Sentía algo por la lluvia que ni siquiera ella entendía.

Era su sonido favorito, el sonido que la ayudaba a dormir después de estar horas llorando.

También era su olor favorito, el olor con el que la fascinaba despertarse cada mañana.

Adoraba el tacto de la lluvia contra su piel, como cada gota se deslizaba por su cuerpo, la mezcla del frío con ese olor era su sensación favorita.

Era su vista preferida, la encantaba observar el lluvioso paisaje a través de la ventana. Podría pasarse horas admirando ese panorama.

Por qué amaba tanto la lluvia?

Es simple, la lluvia siempre estuvo allí para ella, era su mejor amiga.

Ella es una persona muy fuerte, de las más fuertes que he conocido a lo largo de mi vida. Ella siempre tuvo una vida difícil, y la sigue teniendo. Nunca estaba feliz, sólo fingía estarlo, nunca estaba cómoda con ella misma, sobretodo físicamente. En su casa su vida era un infierno según me contó, y fuera de ella se sentía juzgada y criticada.

Hasta que descubrió su droga, una droga que la aliviaba el dolor. Una droga que la atrapaba y la sumergía en otra realidad completamente distinta a esta. Viajaba a otro mundo, su mundo.

Un mundo donde sí podía ser ella misma, donde podía sentir y vivir cosas extraordinarias que no había experimentado nunca. Un mundo en el que era feliz.

Eso eran los libros para ella, su escapatoria hacia otra realidad mucho mejor que esta y olvidarse completamente del mundo tan asqueroso en el que vivimos.

Cada uno encuentra su pequeña salida, su pequeño medio de relajación para desconectar y olvidarte de todos tus problemas y complicaciones.

Ella se pasaba los días soñando despierta.

Siempre estaba sumergida en su mundo y distraída.

Se dedicaba a plasmar los sueños y pensamientos de su cabeza en papel, llenando sus libretas de relatos y dibujos.

Era una soñadora atrapada en el duro mundo de la realidad.

Os preguntaréis cómo sé tanto sobre ella, y la razón es que nos conocimos y empezamos a hablar cuando yo tenía catorce años, bueno ella tenía trece, es un año menor. A partir de ahí, comenzamos a hablar todas las noches, yo la subía los ánimos y la sacaba una sonrisa la mayoría de los días. Nos empezamos a conocer cada vez más y nos hicimos mejores amigos.

Lo bueno de hacer una amistad o formar una relación por chat, es que te enamoras de su personalidad, no de su físico o cualquier otro motivo por interés.

De todos modos, ahora entiendo todo. Ahora comprendo la nueva actitud de Heiner.

Heiner era diferente a los demás, siempre lo fue según la sociedad.

Siempre solía vestir de negro, siempre pasaba desapercibido y siempre se ocultaba ante las personas, era oscuro y misterioso.
Hasta que llegó ella, ella le enseñó la luz, le hizo brillar por una vez en mucho tiempo. A pesar de haberse conocido hace poco, ella consiguió sacar a la luz una parte de él que nadie conocía, ni siquiera él mismo.

Pero siguieron siendo polos opuestos, ahora le veo el sentido a la frase de "los polos opuestos se atraen". Ella era luz y él era oscuridad y al juntarse crearon algo indefinible, pero sólo ellos eran capaces de percibirlo. A pesar de todo, a pesar de las circunstancias de cada uno, es así.

Cuando estuvimos los tres juntos le miré a los ojos y me di cuenta de que el destello que vi antes ya no estaba. Cuando miró los de ella, vi que sus ojos tomaron un brillo que pocas veces vi. Brillaron una vez más, sólo que esta vez ese destello no era el que alguna vez vi, esa vez brillaron por ella.

Si Heiner no tuviera ese problema, estoy seguro que se le notaría bastante y terminarían juntos.

Volviendo a Leah, es una chica tímida a la que la cuesta coger confianza, pero esforzándose lo consiguió. Conseguí que confiara en mi cuidándola de la mejor manera posible y funcionó.

Nos solemos ayudar mutuamente, sobretodo me preocupo por ella porque suele llorar todas las noches por un motivo u otro y no es de alegría.

Todo el mundo necesita a alguien en quién confiar, a alguien para contarle tus más oscuros secretos, alguien a quien ayudar y corresponder de la misma manera.

Siempre he pensado que una de las cosas más bellas del mundo, es encontrar a alguien con quien hablar de todas las cosas raras que se te ocurran sin sentirte incómodo, y yo encontré a esa persona, esa persona era Leah Brown.

Enséñame a volver a sentir ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora