2: El primer día

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Leah

Estaba muy cansada, no pegué ojo en toda la noche y digamos que me veía horrible. Tenía unas ojeras que parecía un oso panda.

Bien, me despedí rápido de mis padres y llamé a un taxi para salir directa al aeropuerto. Digamos que lo que menos me apetece ahora mismo es llegar tarde.

Cuando llegué dejé mis maletas, entregué mi pasaporte y me subí a el avión. Me solía marear bastante por lo que decidí relajarme. Qué hay mejor que ponerte los auriculares y escuchar mother mother mientras te bebes un monster?

El viaje se me pasó volando, a veces la gente me miraba mal porque iba haciendo playback a todo pulmón, y de lo que sí estoy segura es de que parecía subnormal, así que paré de hacerlo.

Cuando el avión aterrizó, recogí mis cosas y fui a por la maleta. Justo iba de camino a la casa donde se supone que se encontraría mi familia de acogida, cuando de repente empiezo a escuchar sasageyo por lo que di por hecho que me estaban llamando al móvil y lo cogí.

- Leah Brown?

- Sí, soy yo. Qué ocurre?

- A habido un cambio de última hora, nos acabamos de enterar de que su familia de acogida se mudó ayer por lo que tendrá que vivir sola en un apartamento. Lo sentimos mucho.

Me quedé sin palabras literalmente y cuando recuperé el aliento le contesté.

- No sé preocupen, al fin y al cabo no fue su culpa.

- Bien, sólo queríamos avisar sobre este pequeño cambio. Le han enviado seguramente la nueva dirección, disfrute de su viaje - y con eso colgó.

Me dirigí a la nueva dirección y cuando entré me di cuenta de que estaba vacío. Las paredes blancas, un ventanal gigante en la pared frente a la puerta, a la derecha un armario marrón, un sofá al fondo a la derecha, la cama en el medio de la pared de la izquierda y poco más. Evidentemente decidí reformarlo un poco a mí estilo, aunque yo soy bastante básica.

Lo primero que hice fue deshacer la maleta y coger el portátil, para escribir en el diario toda la movida que acababa de ocurrirme. Cuando acabé de escribir, vi en la pantalla del móvil una llamada entrante de Dan.

- Hola! - dijo el con ese tono alegre característico de él.

- Hola - contesté intentando parecer entusiasmada. No sé cómo, pero lo de fingir se me da bastante bien, supongo que es la práctica, funcionaba con todo el mundo menos con él. Me conocía demasiado bien, detrás de esos 15 años de amistad estaba claro que nos descifrábamos mutuamente con facilidad.

- Qué te pasa? Está todo bien? Has llegado ya?

- Sí, he llegado, pero ha habido un giro drástico de los acontecimientos.

- Sorpréndeme.

- Mi familia de acogida se mudó ayer de Múnich por lo que me han cogido un apartamento para mí sola.

- Vaya, eso sí que no me lo esperaba. Pero bueno, mira el lado positivo, a ti te gusta pasar tiempo sola, no?

- La verdad es que sí. Bueno, y tú qué tal por allí?

- Bastante bien la verdad, yo no he pasado por ningún cambio de planes a última hora, pero todo bien. La familia me agrada, se nota que son buena gente.

- Me alegro, de que todo te haya salido bien.

- Bueno, tú a pesar de lo que te ha pasado, disfruta del viaje, porque es único. Ir a Alemania no se vive todos los días.

- Eso haré. Intentar disfrutar al máximo.

- Así me gusta. Puedes conocer a alguien durante las clases, así que, por qué no hacer amistades?

- Sabes que no soy muy sociable, pero lo intentaré por si alguna vez me siento sola.

- Bueno, adiós. Mantenme informado si te pasa algo.

- Claro, adiós.

Y colgué antes de que siguiera enrrollandose para despedirse. La verdad es que no estaba de humor, siempre hay algo que me tiene que salir mal en los viajes, como cuando me fui a Japón, que alguien inteligente se confundió de maleta y se llevó la mia, menos mal que me la devolvieron dos horas más tarde, sino vaya desastre. Y para mejorar el día todavía más, tenía que asistir a clase. Lo que faltaba. Menos mal que como era un intercambio, sólo había que ir de once a dos.

Cogí la mochila con todo preparado y me dirigí a clase. Genial, llegué tarde y adivinad qué pasó. Qué no me dejaron entrar, ni siquiera el primer día. No pasaban ni una, que estrictos los alemanes no jodas, son peores que mis padres. Estaba claro que hoy no era mi día así que decidí ir a el patio. Estaba completamente vacío, había una cancha de baloncesto, otra de fútbol y que alegría me dió cuando por fin hay una buena noticia. No me lo puedo creer, una red de voleibol!! En España yo jugaba en el equipo de mi colegio, pero hace dos años me cambié a uno más serio y profesional. Desde luego, que me quería dedicar a eso a parte de la profesión que escoja.

Me senté en un banco a que acababa la clase, se me hizo eterno y eso que eran cuarenta minutos por sesión, habían cinco asignaturas, para ser durante tres horas estaba bastante bien distribuido la verdad.

El resto del día, gracias a dios pasó con normalidad y por fin la hora de ir se a casa a comer. Tenía mucha hambre, aunque siempre tengo hambre pero bueno. La tarde ma la pasé haciendo tareas de clase, leyendo y escribiendo. Ser escritora, era un trabajo que se me había pasado por la cabeza varias veces y de hecho me lo estoy planteando. Escribir lo tengo como hobby, pere gusta bastante porque plasmó mis sentimientos en un libro que no va a leer nadie. También, me he imaginado si un libro escrito por mí, se hiciera famoso y le ayudara a la gente a distraerse, me encantaría, pero no va a ser verdad.

Para terminar cené y llegó la mejor parte del día, la noche, pero no es por dormir, sino porque desconectas. Te pones música, te relajas, nada ni nadie te molesta... Se podría definir en tranquilidad.

Estuve escuchando música hasta que noté como mis párpados pesaban cada vez más, me quité los auriculares para no estropearlos, lo digo por experiencia, y me dormí rápidamente, no voy a negar que estaba cansada, si el primer día ha sido agotador, no me quiero imaginar el segundo.

Enséñame a volver a sentir ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora