Capítulo 2

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*mushos meses después una actualización jaja c:

**Editado.

Valentino notó su comportamiento taciturno. Martín no había llegado varios días a dormir, pensando en su siguiente movimiento. Sentados en la sala, Martín leía un libro mientras bebía una bolsa de sangre. Traía puestos los lentes aunque en realidad no los necesitaba, pero ya se habían convertido en un accesorio de su día a día. Valentino lo miraba con su típica expresión de: Sé que escondes algo, pero te daré tiempo para que vos mismo me lo digas antes de investigar. Sin embargo, Martín en un inicio no iba a comentarles nada sobre Julián. Lo llevaría a una casa que había comprado años atrás. Pero, después decidió que lo traería a la mansión, dónde no habría gente que metiera la nariz en asuntos que no les incumbian. Sintió la mirada de Valentino, pero no levantó la suya. No quería lidiar con el tema de Julián en ese instante, pero tenía que hacerlo pronto.

—¿De verdad vas a hacerme esperar más?— Valentino habló.

Martín cerró el libro. Había memorizado la página en la que se quedó.

—Thomas ha venido a buscarte un par de veces. Dice que no has ido a clases. Si no has ido a la universidad, entonces, ¿dónde has estado?

Martín rodó los ojos. Estúpido Thomas.

—En un asunto personal.

Valentino y Ezequiel compartieron una mirada.

—Lo personal no existe entre nosotros— Valentino recalcó —¿En qué te metiste?

Cuando era un vampiro joven, Martín no era recatado, y además, se creía invencible, por lo que llegó a meter en varios problemas a sus "hermanos". En aquel tiempo, gracias a su nulo pensamiento racional, Martín decidió salvar a Julián. Valentino tenía el derecho absoluto de desconfiar, no importaba lo mucho que Martín había madurado. No sabía cómo decirlo o explicarlo. Si daba detalles, Ezequiel tendría tela de sobra para molestarlo. Aww, Martín se ha enamorado, Martín escuchó en su mente con la voz de Ezequiel.

—He estado buscando el mejor aprovechamiento para cobrar una deuda.

—¿Una deuda?— Ezequiel preguntó.

—Se refiere a Julián Vidal.

Ezequiel no recordaba el nombre. Valentino le ayudó a hacer memoria.

—¿No lo has olvidado?— Ezequiel alzó la ceja— Se supone que debiste haberlo hecho antes. ¿Por qué ahora?

Martín cruzó la pierna. Valentino imitó su gesto. ¿Por qué ahora? Bueno, Martín no tenía una razón en concreto. Me lo encontré por casualidad, no parecía rellenar el espacio para la lógica.

—¿Cómo voy a olvidarlo? Soy un hombre de palabra. Y lo que es mío, es mío, así de simple— Martín respondió— No importa si es hoy o mañana, o en un par de años más.

—¿No te importa romper una familia? Van a estar devastados— Valentino preguntó— Creí que lo habías hecho por el simple hecho de salvar al niño.

Y allí estaba con lo que no quería lidiar. La moralidad. Martín puso los ojos en blanco. Los padres aceptaron, él no los obligó.

—Ya les di diecisiete años. Dos años más de lo acordado. Es mi derecho, ¿o no?— Martín explicó.

—¿Y por qué querés a su hijo? ¿Qué tiene de especial? No me digas que planeas beber de su sangre, mantenerlo como una fuente de alimento.

Un mes atrás, Martín ni siquiera recordaba el pacto que había hecho con una pareja que buscaba salvar la vida de su hijo a cualquier costo. En el precipicio que se encontraban, ellos estaban dispuestos a hacer lo que fuera por salvar a su pequeño. Martín visitaba el hospital porque una de las enfermeras le vendía sangre. Escuchó al señor Vidal discutir con el doctor. El bebé prematuro no tenía esperanza. Martín se asomó a los cuneros. El olor de sangre nueva y fresca lo hizo entrar en un efecto equiparable al de alguna droga, pero Martín era fuerte de mente. Reconoció al bebé prematuro porque era el único conectado a un respirador, y era el más pequeño. Y además, olía similar al hombre que descargaba su rabia con el doctor.

—Podría salvarte, podría.

—¿No sos muy joven para ser padre?

El hombre con los ojos rojos por llorar, estaba a su lado. Tan entretenido estaba en la situación del bebé que no se percató de la llegada del padre.

—¿Cuánto desea salvar a su hijo?— Martín evadió la primera pregunta.

—Daría hasta mi propia vida.

Y cuando conoció a la señora Vidal, quien le rogó e imploró que hiciera lo que tuviera que hacer, Martín no pudo negarse y ellos accedieron a firmar un acuerdo. Martín salvaría la vida de Julián, y al cumplir una década y media, le entregarían al chico. Martín solo puso esa condición para obligar a los padres a no hablar sobre el acuerdo. La bruja que le enseñó que la sangre de un vampiro era como un elixir, pero el secreto debía permanecer como una leyenda para siempre. Nunca había revelado el verdadero motivo, y era que solo había sido un simple acto de bondad espontánea. Ver al recién nacido luchando por su vida, le tocó la poca humanidad que le quedaba. Y por supuesto que no tenía planeado volver por el chico, sin embargo, por casualidad o destino (Martín tenía un debate inconcluso), encontró al niño, el cual ya no era uno, cerca de una ruta que Martín frecuentaba poco. Martín lo reconoció por el olor, jamás olvidaría el aroma del niño al que salvó. Los ojos azules no se posaron ni una sola vez en él, pero verlos fue suficiente para cautivarlo. No se había equivocado en salvarlo.

—No tiene nada de especial— Martín mintió.

La sangre de Julián olía exquisita. Desde que lo había visto sonriente, Martín no podía quitarse el recuerdo, no pensaba en otra cosa que no fuese el chico rubio. Lo había seguido, como un depredador seguía a su presa, listo para atacar en cualquier momento.

—¿Y qué harás cuándo lo tengas?— Ezequiel preguntó.

Martín alzó los hombros. Estaba evitando a toda costa la mirada de Valentino. Él trataría de convencerlo de no arrebatar al chico de su seno familiar.

—Todavía es un menor, ¿qué harás si van a la policía?— Valentino inquirió.

—Todo tiene un precio y ellos accedieron a pagarlo.

Por el momento, Julián Vidal era nada más que un capricho, cuando dejara de sentirse cautivado, él podría volver con su familia. Y muy pronto, ambos se olvidarían de la existencia del otro.

—Vos sabés que cuando alguien entra en este mundo, no puede salir tan fácil— Valentino dijo, como si hubiese adivinado lo que estaba pensando.

—Lo tengo bajo control— Martín dijo.

Valentino no apartó sus ojos, pero ya no dijo más. Por el momento, era ganancia.

*Gracias por leer *3*

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