10- La cagamos

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¡Oh Dios santo! ¡¿Estás bien?!.- Ari tomó mi rostro viéndome por todas partes.

Si, si, Diego estuvo en el momento justo...- Suspiré. Por cierto, ¿Cómo supiste que estaba con Juan?.- Miré a Diego.

Yo le dije.- Abril suspiró.

¿Eh?.-

Insistí mucho en saber dónde estabas... Al final la soborné un poco.- Diego frotó su cuello.

Me acomodé en mi sofá, soltando una risita.

Ari se apachurró en mi.

No puedo creer lo que Juan hizo, es un completo imbécil.- Acarició mi mejilla, con sus ojitos tristes.

Estoy bien... Ahora.- La abracé, acariciando sus hombros.

Diego se sentó a mi lado, suspirando.

Hay que mejorar este ánimo ¿No?.- Mi novio sonrió.

Ari se sentó correctamente.

Lo siento chicos, necesito ir a mi café, lo dejé solo para ver cómo estábas.- Mi amiga sonrió.

Bien, gracias por venir a verme Aricita.-

Ari asintió, sonriendo.

Se levantó, acomodándose la falda.

Nos vemos, Diego, un gusto volverte a ver.- Le dio la mano, con su ya clásica cálida sonrisa.

Parece que van a ser buenos amigos.

Beto, Juan me llamó ayer, cuando te fuiste a casa de Diego, dijo que quería disculparse contigo.- Suspiró, harta.

Dime que lo mandaste a la mierda por favor.-

¡Claro que lo hice!, Después del mensaje de tu novio jamás volvería a hablar con ese hijo de puta.- Volteó los ojos.

Sonreí.

Bueno, ahora sí, nos vemos chicos.- Se despidió con la mano, para salir de la casa.

Cuando la puerta de la entrada se cerró, marcó un antes y después en nuestros ojos.

Diego parecía estar sonrojado hasta las orejas.

Mientras que su mirada evitaba la mía.

Tomé su mentón, moviendo su mirada a la mía.

Al fin puedo verlo de cerca.

Diego...- Dije en un suspiro.

Realmente me preocupé.- Susurró.

Besé su mejilla.

Ambos sonreímos.

Hermoso.- Dijo, acariciando mi cabello.

Quiero... Besarte.-

¿Y por qué no lo haces?.- Sonreí de lado.

Me besó, suavemente.

Puse mis manos en su pecho, subiendo suavemente hasta su cuello.

Sus suspiros eran profundos, jodidamente sexys.

Me separé suavemente, para verlo de cerca.

Su bello rostro...

Con mi dedo delineé su carita.

Su nariz, su mentón.

No... No solo me toques, bésame Roberto, bésame.- Tomó mi cintura, acercándome a el.

El chico del apartamento 512 ; RobarcaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora