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Tae y yo terminamos acurrucaditos en mi cama. Y repito, no nos gustábamos. A él le gustaba abrazar, y a mí me gustaba ser abrazado, así que simplemente eso estaba bien para nosotros.

Saliendo de ese día y pasando al de finalmente mi graduación, yo estaba muerto de nervios. No podía creer que faltaba tan poco para que mi verdadero infierno empezara.

Recibí mi diploma y mi mención de honor por mi buen rendimiento académico. Mis padres estaban súper felices por mi, presumiendo a su hijo con los demás padres. Realmente no tengo ganas de explicar mucho de este día, mis ánimos estaban por los suelos y TaeHyung era el único que se había dado cuenta, sobándome la espalda cada que mis padres no miraban. Realmente quería llorar de sólo pensar en lo que tendría que vivir de ahora en adelante.

La celebración se prolongó hasta la tarde y poco a poco el instituto comenzaba a vaciarse. Decidimos finalmente irnos a eso de las tres. Lo único que disfruté en ese lugar fue el inevitable placer de por fin haber terminado mis estudios y, claramente, la comida, que al ser un colegio privado donde hasta el becado tenía buena economía, era excelente. Prácticamente fui yo el que se comió todas las fresas con chocolate.

Cenamos con TaeHyung. Mis padres tenían una gran sonrisa en la cara y yo me esforzaba por no delatar mi tristeza mientras ellos hablaban entusiasmados sobre mi futuro como abogado o hasta juez.

Todas las sensaciones que llevaba sintiendo todos estos años se desbordaron con más fuerza que nunca, y lo único que me hacía mantener la compostura era la mano de TaeHyung entrelazada fuertemente con la mía, dándome apoyo. Realmente se lo agradecía, porque de lo contrario ya hubiera abandonado la mesa dramáticamente hacía varios minutos. Papá y mamá estaban tan cegados por la emoción que no se habían dado cuenta de mi mirada sin brillo y la mueca incómoda de TaeHyung.

—Estudiarás en la misma universidad que yo, hijo. Allí serás tratado como un rey al ser mi hijo y estoy muy seguro de que serás el mejor de toda la universidad.

—Sí, papá, qué emoción —dije con la voz notablemente decaída, picoteando mi plato, aún no entendía cómo era que seguían sin decirme nada.

—¡Oh, mi amor! Estoy tan feliz por ti. Me alegro que por fin hayas entendido que te irá increíble en este oficio, serás tan rico como nosotros.

Tae y yo nos miramos, entendiendo que me había tirado una indirecta sobre mi sueño de ser idol. Suspiré y le di un bocado a mi cerdo a la plancha, aunque sentía que mis tripas de repente habían desaparecido, no quería que ellos se dieran cuenta que no tenía apetito de lo deprimido que me encontraba.

—Sí, mamá, por fin lo entendí —dije otra vez como un robot. Mis propias palabras me estaban haciendo daño ¿Pero qué más podía hacer?

El resto de la cena fue una tortura y yo apenas me comí la mitad de lo que me correspondía, excusándome que la ansiedad me tenía el estómago boca abajo. TaeHyung se fue a su casa a eso de las nueve y yo me subí a mí habitación tan pronto me despedí de mis padres, diciendo que quería descansar. Ellos entendieron y me dijeron que durmiera toda la noche para que al día siguiente tuviera ganas de seguir estudiando mis leyes. Respondí sin ganas y caminé arrastrando los pies.

Me tumbé en mi cama y me eché a llorar.

Últimamente lo estaba haciendo bastante, pero es que pareciera que todas mis malas emociones se hubieran amplificado al saber que pronto empezaría a estudiar algo que odiaba. No quería ni imaginarme la tristeza que sentiría cuando estuviera metido en lo que mis padres querían y ya no poder dar vuelta atrás. Sólo me quedaba desearle un feliz viaje a TaeHyung, quien salía del país mañana a las cuatro de la madrugada.

'Cause I love it ✧ JIKOOK.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora