Capitulo 17➷

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— Nadie te apartara de mi hijo.–Sentenció el Alfa.–mi manada es fuerte, podemos hacerle frente a lo que venga.

Zhan se sintió egoísta al escuchar las palabras de Hang, si se negaba a ir, sabía todo lo que le ocurriría a la manada que le había dado tan buena acogida. Cuando había pasado por el poblado había visto a muchos cachorros jóvenes acompañados de sus protectoras madres, el pensar en lo que podrían ocurrirles si el Consejo los declaraba rebeldes, hizo que su estómago se revolviera.

—Iré—, hablo Zhan, luchando contra el temblor de su voz— esta manada es ahora mi manada. Haré todo lo que esté en mis manos para que nadie salga lastimado, si puedo evitarlo.

Yibo suspiro cansado, durante toda la semana temió a la reacción de su conejito, pero una vez más la pequeño libre le demostraba que era fuerte, que era la digna pareja de un alfa. Él también se sentía preocupado ante lo que podría suceder, su león gruñía solo de pensar que un desconocido se atreviera a revisar a su pareja y a su cría, pero tenía toda su fe puesta en que el alfa de los consejos continentales entrara en razón sin llegar a esos extremos. Era algo demasiado íntimo como para que fuera expuesto ante todos, como si su pareja fuera alguna atracción de circo.

El Alfa se ofreció a recoger el desorden, dejando que Zhan llevara a su asustada pareja a la habitación que compartían desde hacía una semana.

Apenas cerrar la puerta tras ellos, Yibo halo el cuerpo más pequeño contra el suyo — Te amo. — susurro contra los labios entreabiertos de su gatito— no dejaré que nadie nos separe.

Un beso siguió a otro, las manos grandes y fuertes del león eran suaves, cuidadosas, al tocar a su compañero. Yibo había hecho traer ropa para su amor, esa camisa que ahora vestía su pastelito lo hacía ver sexy. Durante toda la cena, a pesar de los pensamientos deprimentes, lo tenía loco el ver esa poca de piel pálida que se revelaba al haberse abiertos dos de los botones. Metiendo las manos bajo la suave tela de seda blanca, comenzó a pellizcar las tetillas que se encrespaban buscando ser tocadas.

—Te deseo. — jadeo más que hablar Zhan, al sentir el mordisquito de Yibo bajo su oreja derecha—Necesito que me hagas el amor… quiero dormir soñando contigo.

Yibo lo complació, había descubierto que amaba lo exigente que era su dulce pastelito en la cama. Toda esa piel suave color crema era suya, solo tenía que descubrirla prenda a prenda. Despacio ambos se desnudaron uno al otro, de pie se tocaron despertando hambres que no podían ser saciadas en una sola noche. Suaves toques, insinuaciones más que hechos concretos, Yibo quería ver retorcerse a su amor.

—Eres tan hermoso. — observó mientras acariciaba la espalda esbelta de su conejito, hasta llegar a los montículos de su trasero—. No veo la hora de enterrarme aquí.—acaricio el botoncito de rosa tentando la entrada.

Las piernas de Zhan se negaron a sostenerlo, los brazos del león lo mantuvieron de pie. Un beso caliente, labios, lengua y dientes, todo confabulándose para hacer arder a la joven pareja.

Yibo levanto en brazos a su amante, llevándolo hasta la cama lo recostó sobre el colchón. Con gran cuidado se coloco entre las piernas abiertas de Zhan, besando palmo a palmo el pecho hasta llegar al ombligo, no se detuvo hasta escuchar los ruiditos desesperados del conejo.

Zhan se sostenía de los hombros de su pareja, mientras el león introducía un dedo lubricado con una crema que la matrona les había traído como obsequio de apareamiento. La sensación tan íntima, al sentir como su entrada era violada ya no por un dedo, sino por tres, lo hacía gritar. Una parte muy ínfima de su cerebro le decía que probablemente toda la maldita aldea podía  estarlo escuchando, pero para esas alturas poco le importaba si estaban mirando por las ventanas. Necesitaba a su compañero, y pronto.

Cuando el León atrapo a su Conejo [YiZhan] +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora