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El día había cesado y tal como Bonnie lo pensó, la furia de los padres de Joy no fue como la chica lo esperaba, pues a pesar de que se les veía un tanto ofendidos con el joven príncipe y no se les percibía alegres, tampoco molestos. Por otro lado, Bonnie sí estaba en problemas y lo sabía perfectamente, pero poco le importaba, se la había pasado bien con su nueva amiga, aunque su mente no dejaba de pensar en la reacción de cierto chico de cabellera celeste ¿Se había sobrepasado? Mh, nah, debe ser su imaginación, pero es que el haber visto a su compañero con aquella expresión tan confusa y de cierta manera desilusionada lo estaba atormentando, ahora se sentía un poquito culpable.

- Bonnie.

La inconfundible voz de su padre molesto hizo que saliera de sus pensamientos, regresando a la realidad. En cuando a acciones, sacudió su cabeza, despejándose, y miró a su padre.

- ¿Sabes lo importante que era esa cena? Al menos pude lograr que no te odiaran, pero si algo llega a salir mal habrán consecuencias muy graves, no solo para ti, si no para todos.

Explicaba el Rey, tratando de mantener la calma, mientras abría la ventana, para seguido mirar a su hijo con un semblante serio, el cuál tenía esa típica mirada inocente.

- Lo siento, pero no quiero casarme.

Habló, tratando de mantener su compostura el retoño del gobernante.

- Hijo, yo te consulté varias veces, debes empezar a prestar más atención a lo que pasa a tu alrededor.

Hablaba de manera firme, acercándose a su hijo, el cuál ahora ni siquiera le miraba a los ojos, era claro el poco respeto que este le tenía.

- Si yo desde un principio te hubiera dicho que no me quiero casar ¿Hubieras tomado mi maldita palabra en cuenta?

Preguntó con molestia, era una pregunta un tanto retórica, quería expresarle a su progenitor que sentía que su palabra nunca era tomada en cuenta, y quizá en ciertas ocasiones era comprensible esto, no era un adulto ¿Pero por qué su padre habría de decidir sobre aspectos que lo incluyan y afecten a él? Por su parte, el rey solo soltó un suspiro pesado.

- En esta ocasión, no había otra alternativa, Bonnie.

El antes mencionado estaba cansado de protestar, estaba tan exhausto mentalmente que solo deseaba concluir esta conversación e irse a su habitación.

- ¿Me puedo ir ya?

Aquella pregunta molestó a su padre, estaba tratando de ser comprensivo con él y su hijo reaccionaba de esa manera.

- Maldita sea ¡Lárgate si es lo quieres!

Alzó la voz, haciendo que su hijo retrocediera, para que luego este formara un gesto de completa ira.

- ¡Entonces no molestes!

Exclamó, con un tono aún más alto que el que su padre había usado con él y se dispuso a caminar hacia su habitación, la cuál tenía un ambiente reconfortante para Bonnie, él deseaba recostarse y no levantarse en varias horas, quizá en todo un día o más.

Ahora el chico se encontraba girando la perilla de la puerta de color blanco que llevaba a su habitación; pasó por esta, a la vez que arrastraba sus pies. Caminó hasta la ventana y abrió esta, mirando hacia el cielo, de inmediato el viento entró en el lugar, sacándole una sonrisa a Bonnie, amaba la noche, a pesar de que el cielo aún no había oscurecido completamente, probablemente lo haría pronto.

- Creo que hoy me sentí un poco culpable... Bueno, bastante; lo de la cena, lo de Bon y ahora lo de mi padre ¿Es realmente mi culpa?

Preguntó, mientras miraba al blanquecino satélite natural iluminar la noche, Bonnie esperaba respuestas de alguna manera, sin embargo, lo único que recibió fue un pétalo de una rosa roja siendo empujado por el viento hasta caer en el suelo de su habitación.

- No lo entiendo.

Gruñó, cerrando las ventanas y sintiendo el frío en sus mejillas desaparecer poco a poco por la calidez de su habitación. El de piel pálida se quedó mirando por algunos momentos aquél pétalo, pero se limitó a suspirar e irse a la cama, cubriéndose de pies hasta su cuello y colocándose en posición fetal mientras se abrazaba a sí mismo, pues lo necesitaba, le molestaba el afecto físico pero justo ahora necesitaba de calidez fraternal, un abrazo.

- Maldito Bon.

Murmuró entre gruñidos, antes de quedarse profundamente dormido, relajando de a poco la expresión en su rostro, si había algo que amaba era dormir, sobretodo cuando estaba de muy mal humor o triste, aunque si bien era algo fácil ponerle de malas, había ocasiones en que en serio quería golpear cualquier cosa que se interpusiera en su camino, Bonnie tenía un límite.

El sol había salido, y en este momento se encontraba en clase de esgrima junto a su querida hermana con dos de los guerreros del reino, personas poco interesantes, para ser honestos, le gustaba la clase de esgrima, era divertido para él entrenar aquél aspecto, además de ser bastante ágil y bueno en aquél deporte, sin embargo, había algo que hiciera que no estuviese del todo tranquilo.

- Disculpen ¿Podría ir al baño?

Preguntó Bonnie, rascando su nuca mientras esperaba una respuesta por parte de ambos hombres que les daban clases a él y a su hermana en este momento.

- Sí, alteza.

Accedió el profesor, entonces Bonnie empezó a caminar animadamente, sin embargo, su expresión facial cambió a una de fastidio cuando escuchó a dos guardias caminar detrás de él, claro, lo había olvidado. Claramente no le acompañarían al baño, pero probablemente lo esperarían en la puerta hasta que salga... Un momento, lo esperarían en la puerta hasta que salga.

En la puerta.

Afuera.

Bingo.

Bonnie tan solo siguió su camino hasta llegar al baño y encerrarse en este, colocando el seguro, le importaba poco si nadie podría abrirlo luego, mejor para él. Observó la ventana, era pequeña, pero para fortuna del chico de tez pálida, él era de complexión delgada y pequeña ¡Perfecto!

En otro lado, un chico de ojos brillantes de un precioso color esmeralda caminaba por el bosque, estaba algo confundido, pues recién le había ocurrido algo que le había dejado considerablemente pensativo, pero se limitó a suspirar, no debería tomarle tanta importancia a ese tipo de cosas.

El moreno tan solo se limitaba a caminar y caminar hasta encontrar su destino, observaba atentamente los árboles y los arbustos, además de pequeños animalitos que pasaban fugazmente entre el lugar, no les tenía miedo, solo a los osos pero para su suerte nunca se había encontrado con uno. No tenía prisa, por lo que pasó varios minutos caminando con calma, escuchando cada vez más cerca la corriente del agua, que era lo que le había ayudado para no perderse como solía hacer a menudo. Pronto pudo localizar el arroyo y tras él la cabaña abandonada, se veía aún más solitaria ahora que venía él sin su agradable compañía, pero no quería ser una molestia para el chico. Mientras Bon se perdía en sus pensamientos, uno le vino a la mente, haciéndole sentir bobo.

¿Cómo iba a cruzar?

Suspiró pesadamente y analizó la escena frente a él ¿Quizá podría saltar? Pronto decidió que lo más razonable sería cruzar caminando, no debía ser tan difícil y no tenía otra alternativa.

Mientras trataba de cruzar, Bon fue encontrando maneras de mantener su equilibrio, y en poco tiempo se localizaba del otro lado, por eso no pudo evitar sonreír.

- ¡Lo logré!

Exclamó con emoción el moreno, dando un pequeño salto, dejando sus herramientas en el suelo, seguido de esto suspiró y se dobló el pantalón, pues este se había mojado. Muy bien, hora de empezar con la limpieza.

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⏰ Última actualización: Aug 24, 2021 ⏰

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