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Y ni bien se dijo, bien fue aplicado. Habían pasado casi dos semanas desde el dichoso castigo que Henry, su mayordomo, había impuesto, y decir que estaba enojado sería poco, estaba furioso ¡Lo estaban agobiando demasiado y no había podido salir del palacio en ningún momento! Justo ahora, se encontraba en una charla con su padre, en la cual evidentemente no quería estar ¿Privacidad? De eso nada, dos hombres con armaduras se ubicaban justo tras él, invadiendo completamente su espacio.

- Hijo, hablemos de la boda.

Bonnie recargaba su mentón en una de sus manos, colocando los codos sobre la mesa mientras trataba de escuchar lo que su padre le comentaba, sin embargo, poner atención era imposible, estaba molesto e incómodo, su humor estaba por los suelos estos últimos días.

- Ajá.

Respondió, tratando de simular que había escuchado lo que se le había dicho anteriormente.

- Sé que estás enterado, pero no me has dicho tu punto de vista al respecto, no hemos hablado mucho desde... Aquella vez que discutimos, también quería pedirte disculpas.

Bonnie se limitó a fruncir levemente el ceño y rascar su nuca, quería salir de ahí cuanto antes.

- ¿Eh? Ah, eso no importa, creo.

Contestó, una vez recordó la pelea que habían tenido ambos. Su padre sonrió, cosa que no acostumbraba a hacer, al menos no con él, sin embargo, Bonnie no estaba de humor ni siquiera para mirarle a los ojos. Vaya contraste entre padre e hijo.

- ¿Podrías bajar los codos de la mesa? Uh... Mañana es el día de la comida, quisiera pedirte que te comportes bien.

Hablaba de manera calmada su padre, Bonnie estaba algo confundido, más allá del tema de conversación ¿Por qué su padre estaba siendo tan amable con él? El de orbes carmesí tan solo suspiró, mirando al rubio frente a él, sus ojos eran idénticos, tal parece que había heredado eso de él.

- Bueno.

Respondió, a pesar de que su cabeza estaba en otro lado ¿Por qué era tan distraído?

La conversación prosiguió, sin embargo, esta no los llevaba a ningún lado, tan solo el rey Arthur repitiendo lo mismo de siempre de una manera más extrañamente amable que de costumbre, y Bonnie simulando prestar atención a su progenitor.

El resto del día transcurrió igual de aburrido que todos los anteriores, a diferencia de ciertas actitudes extrañas por parte de su padre, además del hecho de que su mayordomo le probaba diferentes trajes y le repetía todo el tiempo algunas cosas sobre sus lecciones de modales. Pronto cayó la noche, Bonnie se encontraba mirando su ventana en su habitación, mientras dos guardias vigilaban su puerta.

- Diosa luna ¿Me sacaría de aquí? Se lo pido por favor.

Preguntó en un suave murmuro suplicante, mientras el etéreo brillo de la luna y las estrellas se reflejaba en su mirada carmesí adorablemente, seguido a esto una suave brisa se posó contra sus mejillas, moviendo leve y dulcemente su cabello, a la vez que le provocaba una sonrisa al pálido, pues esto lo había interpretado como una respuesta.

- Cada día detesto más esta jaula dorada.

Habló en un suspiro, para luego abrir sus ojos anteriormente cerrados y visibilizar unos momentos más la luna, encontrando en ella aquella forma tan peculiar en esta que le recordaba a un conejo.

- Todo es culpa de ese maldito Bon, si ese torpe me hubiera avisado antes de irse nadie se hubiese dado cuenta ¡Pero no! Tenía que dejar su notita mugrosa.

Se quejó en voz baja, bufando para seguido disponerse a cerrar la ventana, sintiendo el repentino cambio de temperatura a uno bastante más cálido, pues afuera hacía frío a estas horas.

Ꮚ  DREAM  ♥︎  be my eternity  Ꮚ  BxB  ☹︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora