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___________COMENCEMOS___________

Jardines de Deméter...

Joaquin alzó los laterales de su túnica para subir con cuidado las escaleras del templo de su madre.
Su corazón sintiéndose oprimido y compungido. Ojos aún irritados de haber estado llorando horas atrás. Sentía que le costaba respirar y caminar presentaba ser una dificultad mayor.

Honestamente no tenía ganas de nada. Solo quería caer sobre su suave cama, mientras lloraba y saca de su sistema la lejanía de Emilio.

Sentía su mente confusa. La reacción de su corazón y cuerpo al rizado era toda una sorpresa. Pues nunca se había sentido así con nadie más.
Nadie hacía que su corazón galopara con solo una mirada, ni que su cuerpo se electrificara con solo una caricia. El olor de Emilio lo embelesada y su cuerpo lo proveía de seguridad. Era como estar en el cielo.
Suspiró con pesadez, cuando consiguió llegar a la cima de las escaleras. Observo con detenimiento a las doradas puertas del templo, mientras estas se comenzaban a separar, abriéndose con lentitud.
Impaciente espero mientras uno de los siervos le daba el paso hacia la seguridad del templo.

Camino con precaución por los pasillos del lugar, hasta que se topó con la puerta de los aposentos de su madre.

Suspirando, apuñó sus manos y se dió un poco de valor. Todo iría bien. Tenía la certeza de que su mama sería comprensiva cuando escuchara la historia del tiempo que paso con Emilio. Sonrió con timidez cuando casi imaginó a su madre pedirle que le contara más sobre el rizado. Probablemente la propia Deméter le diría que no esperara más y acudiera a su encuentro, su madre era tan comprensiva.

Asomó su cabeza por la puerta abierta y observo si su madre se encontraba cerca. Haciendo un mohín de desconcierto se adentró a la habitación y miro por todos lados.
Girando hacia su derecha, pudo verle por fin. La diosa se encontraba en su balcón, regando las hermosas flores que conservaba ahí. La observo tararear una suave melodía, mientras proveía a las plantas de vida. Su vaporoso vertido blanco contrastaba a la perfección con su satinada piel, mientras su esbelta figura le agregaba un porte gallardo a su belleza.
Su madre era irremediablemente hermosa, él más que nadie lo sabía. Bien se decía en el reino que Joaquin poseía la misma belleza inalcanzable de su madre, si no es que un poco más.

Casi podía escuchar los susurros de la gente a su alrededor. Llamando a su belleza "imposible" y "mágica". Sonrió con rubor en sus mejillas, ante el recuerdo.

Carraspeando, llamo la atención de su madre y esta inmediatamente volteó a verle. Sus enormes ojos brillando de alegría cuando logró ver quien se atrevía a entrar a sus aposentos.
Apresurando sus pasos, Joaquín alcanzó a su madre en el camino y se fundieron en un amoroso abrazo.

Joaquin escondió su nariz de botón en el delgado cuello de su madre y aspiro el familiar y relajante olor de las flores. Se sentía bien ser abrazado así, pero no completo. De repente sintió una punzada en su corazón cuando el recuerdo de Emilio durmiendo le llegó, antes de dejarle, vino hacia su mente. Intento con todas sus fuerzas no llorar, ya habría tiempo de hacerlo se dijo con pesadumbre.

-Mi niño - musitó la diosa. Su tono cariñoso y evocador haciendo eco en la amplia estancia. -Te extrañé tanto mi pequeño retoño.

-También te extrañe mucho mamá - respondió Joaquin. Una tímida sonrisa adornando sus labios y suspirando con relajación.

-No sabes cuánto le pedí a los dioses que volvieras a mis brazos, no me dejes nunca más- murmuro Deméter.

La última frase casi sonando como una súplica.
Joaquin trago ante el tono triste de su madre. Se sentía el peor hijo de la historia. El allá, en el inframundo disfrutando de la vida y su madre aquí sufriendo por su partida. Se sentía como una escoria. Trato de contener las lágrimas.

Inferno's Garden || EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora