T̺͆ • R̺͆ • E̺͆ • S̺͆

508 61 10
                                    

___________COMENCEMOS___________

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

___________COMENCEMOS___________

Era un nuevo día, esta vez Joaquin estaba ansioso por explorar el territorio de Emilio , mirar los alrededores y observar todo con su ojo crítico. Estaba muy emocionado por descubrir nuevas cosas.
                   
Emilio sabía que esta vez no podía posponer el recorrido de Joaquin por su palacio y los alrededores. Palacio que se encontraba incrustado en las laderas de una enorme y rocosa montaña.   
              
Desde ahí podía prestar atención a todo aquello que podía pasar en su tierra. Cada movimiento, cada pelea o problema que las almas malditas pudieran ocasionar.                    
Gracias a sus hermanos contaba con un espejo de agua, que era una especie de estructura de mármol cilíndrica que en la parte de arriba tenía otra pieza con la forma de un plato, el cual estaba lleno de agua obscura. Algo así parecido a un bebedero de aves. Era lo único que obtuvo de ellos después de que le prohibieran la entrada a los jardines de Deméter.  
               
En el espejo de agua Emilio podía visualizar de forma más clara todo aquello que sucediera a sus alrededores. A veces pasaba horas ahí, tratando de convocar la imagen de Joaquin jugando en los jardines de su madre Deméter. Pero eso era algo que nadie sabía, o quizás sus lacayos personales Andrés y Emanuel  si lo sabían pero preferían ignorarlo, por el bien de sus vidas.             
     
Pidiéndole a Joaquin que tomara un baño para que se refrescara Emilio  invoco una hermosa túnica azul cielo como la que el castaño traía consigo cuando se escapó con él. Y lleno el tocador del baño con diferentes perfumes y aromas que creían seria del agrado de su gatito. 
                 
Despidiéndose de Joaquin, con la promesa de que lo estaría esperando en la sala de tronos y que alguien aguardaría para llevarlo hasta ahí, Emilio salió de la habitación y se dirigió hacia la misma sala. Se tomaría algunos minutos para resolver algunos problemas en lo que el castaño tomaba su baño.

                                 

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


                                 

Cuando el rizado llegó a la sala de tronos, pudo observar que esta se encontraba algo llena, al parecer se había creado una disputa entre dos almas condenadas. La gente no aprendía a comportarse ni aunque ya se encontraba en el infierno.
                 
La sala de tronos no tenía una decoración diferente al resto del palacio, fiel a su estampa, esta área estaba decorada en colores obscuros, con algunos detalles en borgoña resaltando en todo su esplendor. Incluso los candelabros eran negros y sus velas eran brunas, las llamas de estas luciendo más grandes y rojas de lo normal.    
               
El trono de Emilio  viéndose esplendoroso en el medio de la sala, con un color negro mate que hacia resaltar los cojines rojos que se encontraban en este, al lado de este se posaba una más pequeño en tamaño. La pared de espaldas al trono era una especie de enredadera que tenía dispersas por toda ella algunos cráneos y huesos. Jarrones borgoña repletos de rosas negras y escarlata complementando la obscura decoración.      
            
Caminando con parsimonia, Emilio suspiro con pesadez y moviendo su mano derecha, le pidió al sirviente que le diera una copa de vino rojo. Mientras seguía su camino hacia el trono, tomo asiento en este y espero por la bebida y cuando por fin la tuvo en sus manos, le tomo un gran trago, lo necesitaría. No estaría pasando por esto si simplemente mandara a todos a la cárcava, el lugar más bajo y repugnante del inframundo, donde las almas que no tenían remedio eran torturadas hasta que desaparecían. Pero era necio.  
             
Emilio carraspeo fuertemente y el poco sonido que hacían las almas ceso. Mirando a todos con los ojos entrecerrados y las cejas fruncidas les intimida.     
             
Emmanuel se acercó de forma lenta hacia Emilio  y le entrego un pequeño pergamino con los problemas a resolver y los nombres de quienes los causaban. Suspiro con pesadez tomando el pergamino y se dispuso a leer, mientras apretaba el puente de su nariz en señal de frustración.                  
Era inmundo, toda esa gente que el trataba de darles la oportunidad de reivindicarse y ser mejores almas, seguían creando conflicto aun estando en el infierno. Pensó seriamente en tomar el consejo de Andrés y jugaría "tu si, tu no" y a ver qué pasaba. Volviendo a suspirar, Emilio alzo su vista y observo a todo el grupo de sabandijas y decidió que tenía que hacer esto rápido, Joaquin esperaba por él y jamás dejaría a su dulce gatito con una promesa colgada.

-Ok bola de mierdas, vamos a resolver esto.Tu, el de la camisa roja, te sedo la palabra – ordeno Emilio, mientras con la mirada le indicaba al resto guardar silencio o había consecuencias.

Emilio  rodó los ojos, llevaba al menos 5 veces que lo hacía y jamás se cansaría de hacerlo, la historia del alma le estaba dando dolor de cabeza.

No era más que una estúpida pelea por celos, al parecer el tipo de camisa verde se había metido con el alma con la que el de camisa roja tenía un amorío, ni en el infierno podían dejar el engaño de lado. A la mierda todo.
Cansado de todo, el rizado alzo la mano y de un movimiento callo al alma que parloteaba sin respirar. Y fulminándolos con la mirada les dió su veredicto.

-Ustedes son tan estúpidos que me dan dolor de cabeza– gruño Emilio, entrecerrando los ojos y tallando el puente de su nariz, por cuarta vez.

-Señor, perdón pero...- trato de replicar uno de los sujetos.

-¡Mierda, cállate! – grito Emilio, alzando su mano y de un movimiento azotándolo contra uno de los pilares de la sala. Fulminó a todos con la mirada, sus ojos ya negros y la punta de sus obscuros cuernos sobresaliendo de su rizado cabello, no prometían nada bueno.

-Andrés, Emanuel... a la cárcava todos- ordeno ya cansado el rizado. Tratando de calmar su temperamento.

El jadeo colectivo que se escuchó dentro de la sala, casi hizo sonreír a Emilio, estos buenos para nada creían que no se iba a cansar de sus idioteces, bien... obsérvelo. Habían acabado con su paciencia.

-No puede hacernos esto, no lo mereceghhhh...- trato de replicar unas de las almas, pero inmediatamente fue callado. El movimiento de la mano de Emilio lo estaba sofocando, la ira emergiendo de los poros del moreno, apretó su imaginario agarre cuando vio que el rostro del alma se estaba poniendo morado.

Sonrió con satisfacción, sus ojos negros brillando con malicia. Lamió su labio inferior con diversión. Cuando vió como la inmunda alma luchaba contra la fuerza imaginaria que aprensaba su cuello. El resto de las almas lo observaban, tratando de imaginar cómo pasar desapercibidos, pero al mismo tiempo de ayudarle.

-¿Emilio...? – la suave voz de Joaquin interrumpió la sórdida escena.

Todos giraron su rostro hacia la derecha del trono de Emilio, lugar de donde provino la dulce voz. El rizado automáticamente suavizando sus facciones y ocultando sus ojos negros, así como sus cuernos. El resto de las almas así como los lacayos de Emilio observaron la escena con curiosidad. Las almas aun temerosas de lo que pasaba. El rizado dejo respirar al sujeto, soltando su agarre imaginario.

-Gatito, ven aquí dulzura – susurró Emilio con una coqueta sonrisa adornando sus labios y con los ojos verdes brillando como dos grandes esmeraldas.

Joaquin sonrió brillantemente, las esquinas de sus ojos arrugándose con delicadeza y haciéndolo ver dulce e inocente. Se encontraba escondido detrás de las largas cortinas que adornaban los laterales de la sala.
Emilio dejo de respirar, la sonrisa de Joaquin  lo dejo fuera de lugar. No podía apartar sus ojos de la diminuta figura que en esos momentos hacia resplandecer la obscura sala de tronos. Parpadeando y saliendo del estupor, el rizado sonrió de nuevo hacia Joaquin y alargando su brazo hizo un movimiento con sus dedos para invitar al castaño  a unírsele.

 Parpadeando y saliendo del estupor, el rizado sonrió de nuevo hacia Joaquin y alargando su brazo hizo un movimiento con sus dedos para invitar al castaño  a unírsele

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.





✩✩✩✩✩

✩¿Que opinan de la historia hasta ahora?

✩Bri_farfan

Inferno's Garden || EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora