¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Cuatro horas después de que el pequeño escuadron llegara a la aldea del Norte, los demás guerreros junto al líder del clan llegaron a casa.
Todos se fueron a descansar por la agotadora noche. Habían pospuesto la junta para saber que ocurrirá en un futuro, aparte de que el líder del clan del Este tendría que estar presente.
Aquel día solo se dedicó a ser de descanso para todos menos los de la clínica, incluso Yuuji tuvo que ir.
Apenas fue visto por su amigo Toge le atendió. Megumi esperaba pacientemente en la sala de espera.
— ¿Cómo has estado? — preguntó el pelirrosa.
— Bastante bien. — Toge tenía un problema para hablar, pero con Shoko empezó a poder hacerlo mejor que antes, ahora podía tener una conversación con la gente. — ¿Y tú?
— Pues en el clan del sur no fue la mejor estancia. Me muero de hambre.
— Sí, perdiste peso. — el albino le enseñó la hoja donde anotaba todo lo necesario del chequeo. Itadori había bajado ocho kilos en una semana.
Inumaki terminó de revisar y curar los moretones que tenía su amigo. Una vez finalizó mandó llamar a la pareja de Itadori.
— Los moretones tardarán en sanar... deberás de ayudarle a Yuuji a ponerle esta crema de anirca hasta que los moretones desaparezcan. — el azabache asintió a todo lo que le decía el albino. — También bajó mucho de peso, ocho kilos en realidad.
Una vez ambos salieron de la clínica, Yuuji le pidió a su pareja a ir a comer, Megumi no se negó.
En aquel día se había quitado mucho de ese peso de encima al tener al otro por fin a su lado. Fushiguro quería mimar a su novio por todo lo que pasó, ese sentimiento de querer proteger y jamás alejarse de él de nuevo le llenaban.
Itadori volvía a oler a él, el aroma a café volvía a él, y eso a ambos le hacían sentir mejor.
Yuuji comió más de lo que normalmente hacía, su novio pagó la cuenta y volvieron a su casa. Yuuji iba a descansar lo suficiente hasta volver a su trabajo. Megumi hasta la siguiente junta que harían.
Hasta donde sabían mañana vendría Noritoshi.
— Estoy demasiado cansado, debería de dormir de nuevo.
— Hey, Yuuji, antes tu medicina.
— Pero... Megumi...
— No te comportes como un niño pequeño, debes hacerlo y lo sabes. — el pelirrosa asintió regañadientes y de la pequeña bolsita sacó analgésicos que le había dado su amigo. Fue por un vaso de agua y con ello se tomó su medicamento. — Ahora debería ayudarte a poner esa pomada.
— Que no vaya a pasar nada más que solo eso. — el alfa se sonrojó de inmediato al pensar sobre lo de ayer en la vieja cabaña.
— Eres un cochino. — el beta sólo rió. Solo esa risa hizo que el corazón del alfa se detuviera y admirarla a su pareja.
