Algo largo de contar

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Aquel día las horas pasaron con suma lentitud. Miraba el reloj con la esperanza de que este marcara las 8 de la tarde, pero las agujas parecían no tener intención de avanzar.

Apartó la mirada de la pared cuando sintió un peso sobre sus piernas. Sonrió al ver a Comisario acomodarse a su lado, dejando escapar un leve ronroneo. Lo acarició con cariño justo por detrás de las orejas, tal y como le gustaba.

- Ali nos ha dejado solos a los dos, ¿te das cuenta? - el gato la miró como si la entendiera - Sin un mensaje, ni una nota... - continuó - Vaya dos dramáticas, ¿no crees? - Comisario maulló y Cova no pudo evitar reírse - Tienes toda la razón, amiguito.

Apoyó la cabeza en el respaldo y cerró los ojos. Poco a poco el sueño pudo con ella y terminó quedándose dormida.

Despertó tres horas después cuando sintió un tacto áspero rozar su mejilla. Supo que era Comisario cuando sintió los pelos del animal hacerle cosquillas en la nariz.

- Gracias por despertarme, amiguito - lo apartó de su cuerpo al comprobar que estaban a punto de dar las ocho - Tengo que hacer una llamada, pero prometo que luego te haré caso, ¿vale?

Lo último que escuchó antes de salir del salón fue un maullido de confirmación por su parte.

Caminó con rapidez hacia la habitación que compartía con Alicia y se inclinó sobre su lado de la cama. Con mucho cuidado levantó uno de los tablones que había bajo su mesilla de noche, y sacó un teléfono móvil que no tardó en entender.

Cuando el reloj dio las ocho llamó al único número que había guardado en aquella agenda. Se mordió las uñas con nerviosismo mientras esperaba a que el Profesor respondiera a su llamada. Fueron diez los toques que pasaron hasta que la voz de Sergio sonó al otro lado.

- ¿Cova?

- Cuánto tiempo, Profesor - sonrió sin ganas mientras se incorporaba para sentarse sobre la cama.

- ¿Qué ha pasado?

- ¿No tienes ni la menor idea? - bufó con diversión mientras llevaba una de sus manos al rostro, frotando sus ojos con frustración.

- Cova...

- Han capturado a Río. No sé ni cómo ni dónde, pero lo tienen.

- ¿Estás segura de...?

- Lo estoy - le interrumpió sin ganas de dar explicaciones no necesarias - Tienen a Río y lo van a torturar - continuó - Van a sacarme toda la información que puedan. Cueste lo que cueste.

- ¿Cómo lo sabes?

- Profesor... - gruñó - Puedes creerme o no, pero la vida de Río depende de ello.

- Te creo, Covadonga, por supuesto que lo hago - afirmó.

- ¿Qué vamos a hacer?

El silencio que se formó al otro lado de la línea no hizo más que aumentar la angustia que la rubia estaba sintiendo en ese momento. Por su mente lo único que aparecía era la imagen de la pelirroja que le había robado el corazón. Masculló con rabia antes de escuchar la voz del Profesor.

- Hay que reunir a la Banda - se limitó a decir - ¿Tienes papel y boli?

- No - respondió tras unos segundos mirando a su alrededor - Pero tengo buena memoria.

- De acuerdo - comentó el hombre con resignación - Escúchame bien.

En completo silencio escuchó las órdenes del Profesor hasta que este ya no tuvo nada más que decirle.

Traición {Alicia Sierra}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora