Joder, Alicia

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- Joder, Alicia, eres increíble – Tamayo se paseaba de un lado a otro de la carpa mientras la pelirroja, ajena a su emoción, mantenía la vista fija en Cova – Buena jugada esa – aplaudió con ilusión – Muy buena. Tenemos a Raquel bien jodida.

- Oh, sí. Una jugada magnífica – ironizó la rubia – Amenazar a una niña de diez años y a su abuela con problemas mentales – imitó los aplausos de Tamayo antes de ponerse en pie – Una grandísima jugada, sin duda – repitió, ignorando las miradas de la pelirroja.

- ¿Qué propones tú, entonces? – Alicia se notaba ligeramente molesta, aunque hizo todo lo posible por ocultarlo. Acababa de reencontrarse con la rubia, no en el mejor de los momentos, pero lo había hecho. Y lo último que necesitaba era iniciar una discusión con ella.

- Dialogar – se giró para mirarla con los brazos cruzados – Aprovecharnos de Aníbal – señaló hacia el furgón policial que seguía aparcado en el exterior – Meter en el Banco de España un caballo de Troya – se aventuró a decir. Alicia les había informado de que Aníbal llevaba un micro en el brazo derecho. Un micro que le habían implantado hacía varias semanas por si, llegado el momento, les era de ayuda.

Ambas sabían que tarde o temprano Aníbal debía regresar con la Banda. Lo habían detenido y torturado ilegalmente, por lo que la opinión pública estaba totalmente en su contra, y devolvérselo, aunque fuera al interior del Banco, podría servir para calmar las aguas.

Los ojos de Alicia se entrecerraron para observarla detenidamente, analizando si aquello era o no una buena idea. Sabía que con Aníbal en el furgón no conseguirían nada, pues ya había hecho todo lo posible por sacarle información. Y también sabía que aquella panda de atracadores no podría salir del banco alegremente, y menos cuando estaban siendo rodeados por las fuerzas del Estado. Tal vez no fuera tan mala idea meter al pobre muchacho en la boca del lobo.

- De acuerdo – accedió finalmente – Traed al chico.

Cova sintió alivio al comprobar que, por una vez, el plan estaba saliendo según lo establecido. Si conseguía que la policía metiera a Río en el Banco, del modo que fuese, el Profesor estaría un paso más cerca de cumplir con lo que se habían propuesto. El problema es que no estaba segura de querer que eso fuera así.

- ¿Estás bien?

Aprovechando que Tamayo se había dirigido con Suárez y un grupo de hombres armados hacia el furgón, Alicia la había arrastrado hacia una improvisada sala en la que se mantuvieron ocultas de todas las miradas.

A Cova le habría gustado responderle con sinceridad, decirle que no estaba bien, que tenía el presentimiento de que todo eso acabaría mal, pero sabía que no podía hacerlo. No podía ser sincera con Alicia o, más bien, no debía serlo. Por muchas ganas que tuviera.

- Estoy bien, Ali – respondió finalmente, alzando la mirada para demostrarle a la pelirroja que no tenía nada que ocultar. Esbozó una sonrisa que trató de resultar tranquilizadora, pero que no convenció en absoluto a la mujer que tenía frente a ella – Simplemente estoy cansada – añadió – Y presiento que esto sólo acaba de empezar. Han sido muchas viajes – confesó – Y muchas semanas lejos de ti – ante esas palabras Alicia sonrió – Sólo es eso – finalizó.

- Te he echado de menos – murmuró la mujer, acercándose un poco más a ella, eliminando prácticamente la distancia entre las dos – Mucho.

- Y yo a ti – respondió con sinceridad, alzando ambas manos para sujetar el rostro de Alicia entre ellas. Observó las pecas que decoraban su nariz, y esos labios que tantas veces había besado. Y otra vez esa sensación de angustia llegó a su pecho. Cerró los ojos durante unos segundos, abriéndolos con sorpresa al sentir los labios de Alicia sobre los suyos.

Traición {Alicia Sierra}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora