Una historia que se rompe

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Su estancia en Valencia se había alargado más de lo esperado, pero por suerte para ella el caso había acabado bien. En ese momento se encontraba en el tren dirección Madrid y no veía el momento de relajarse entre los brazos de Alicia. 

En los últimos días apenas habían hablado, pues no habían encontrado el momento. Los mensajes que habían intercambio eran cortos y escuetos, y las llamadas telefónicas, aunque lo intentaron, brillaron por su ausencia. 

Tras tres años permaneciendo todos los días la una al lado de la otra, estar casi una semana con tan poco contacto empezaba a pasar factura en ambas mujeres y, por ende, en su relación. Había notado a Alicia más molesta de lo normal, pero dedujo que sería por el trabajo. Tampoco le quería dar más importancia de la que tenía. 

Fue capaz de dormir media hora antes de que el tren llegara a la estación. Con cansancio cogió su maleta y caminó por los andenes en busca de la parada de taxis. No le había dicho a Alicia en que tren llegaba, por lo que supuso que la pelirroja esperaría en casa. 

Su sorpresa fue mayúscula cuando, al salir, se encontró con una cabellera anaranjada que le resultó más que familiar. Su rostro se cubrió de una gran sonrisa que se amplió cuando sus ojos entraron en contacto con los de la dueña de ese pelo. No sabía como, pero Alicia estaba ahí, esperándola. 

Dejó la maleta desatendida para lanzarse a los brazos de su novia, que correspondió al gesto con alegría. Empezó a dejar una gran cantidad de besos por su cuello y mejillas, haciéndola reír antes de besar sus labios. No era consciente de lo mucho que quería a aquella mujer hasta que se veía obligada a permanecer lejos de ella. 

- Te he echado de menos - murmuró sin vergüenza de mostrar sus sentimientos. Alicia acarició su cabeza con cariño mientras susurraba que ella también lo había hecho - ¿Cómo sabías que llegaría a esta hora? 

- No lo sabía - respondió mientras se encogía de hombros - Pero me tomé el día libre. 

- ¿Llevas aquí desde primera hora? 

- Sólo desde el mediodía. Sabía que no cogerías los primeros trenes. No eres muy madrugadora - añadió entre risas. 

- Habría sido más fácil que me hubieras preguntado. 

- No hemos hablado mucho estos días - acarició su rostro con cariño, deslizando sus pulgares una y otra vez por el borde de su mandíbula. Se inclinó para besar la punta de su nariz en justo tan tierno como inesperado para luego sonreír con tristeza - Quería darte una sorpresa. 

- Pues lo has conseguido, Ali - volvió a romper la distancia para besarla con dulzura - Ahora vayámonos a casa. Quiero ver a Comisario - Alicia se hizo a un lado para abrirle la puerta del copiloto. Cova entró y observó como la pelirroja guardaba la maleta en la parte trasera del coche antes de sentarse a su lado. 

- ¿Qué te parece si antes de ir a caso pasamos por un sitio? 

- ¿Qué sitio? 

- Un sitio - no quería dar más información - ¿Quieres ir o no? 

- Contigo al fin del mundo - respondió. 

Lejos de parecerle una cursilería, Alicia Sierra apunto estuvo de echarse a llorar al comprender, en una frase tan sencilla como aquella, lo mucho que Cova la quería. Apretó con fuerzas el volante y parpadeó un par de veces para que los lágrimas no cayeran. Cova, ajena a todo, miraba por la ventana, pensando cada vez con más certeza, que Alicia se había convertido en su talón de Aquiles. Y que no podía traicionarla, pues eso terminaría matándola. 

El camino se hizo corto cuando la más joven de las dos encendió la radio en busca de una emisora que pusiese una buena canción. Su rostro de iluminó cuando empezó a sonar su canción favorita, y no tardó en cantarla a voz en grito, provocando que Alicia fingiera estar molesta. 

Traición {Alicia Sierra}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora