La primera vez

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Alicia se aferraba a Cova como quien se aferra a un salvavidas cuando tiene la certeza de que va a morir. Aún sentadas en aquella ambulancia, su cuerpo le impedía, sencillamente, soltarla.

Cuando la vio salir de aquel Banco su corazón se detuco por unos segundos. Tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para mantener la compostura ante todos aquellos que se encontraban en la carpa. Y muy especialmente ante Tamayo, que no le quitaba la vista de encima.

- ¿Tu sabías algo de esta descabellada idea de tu mujer?

- Punto número uno, no es mi mujer - puntualizó, alzando su dedo índice - Y punto número dos, ¿tú crees que si hubiera sabido algo de todo esto habría permitido que entrara? - esa última pregunta fue pronunciada con más brusquedad de la pretendida, y tuvo que obligarse a coger aire para tranquilizarse.

- Bueno, mira, me da igual - Tamayo empezó a pasearse por la carpa - Vas a hablar con ella y le vas a pedir que se comporte. Que somos un jodido equipo, ¿entiendes? Aquí no actuamos por nuestra cuenta, ¿de acuerdo?

- Mira, Tamayo, me la suda muchísimo todo la chapa que me estás soltando - se puso en pie para situarse frente a él y detener aquel andar que empezaba verdaderamente a fastidiarle - Todo lo que le tengas que decir, se lo dices a ella, ¿sí? - que yo ya tengo una conversación pendiente con ella, y me parece que va a ser bastante desagradable.

Y ahí se encontraba ahora, con la rubia entre sus brazos, sin ser capaz de pronunciar más palabras.

La noche anterior, cuando Cova se lo había confesado todo, la la sensación de verse traicionada había sido dura, muy dura. Pero el perder a aquella desastrosa rubia lo había sido mucho más.

Y aunque ahora se dibujaba ante ellas un futuro incierto lleno de molestas decisiones, Alicia Sierra tenía una cosa clara: quería y necesitaba que en aquel futuro estuviera Cova.

- Tenemos que salir - murmuró, diciendo aquello que no deseaba, pues lo único que en aquel momento quería era permanecer en aquella pequeña burbuja que habían creado. Donde los problemas parecían no existir.

- Lo siento tanto, Alicia - susurró entonces la rubia, separándose de ella. Aunque no demasiado, pues la pelirroja sujetó sus manos con fuerza - Nunca te quise ocultar la verdad. Lo juro - cerró los ojos mientras dos nuevas lágrimas caían a ambos lados de su rostro - Pero me enamoré de ti. Perdidamente - confesó - Y el miedo a... A perderte era tan grande que yo... Sólo quería olvidar el pasado, ¿sabes? Quería vivir el presente y el futuro contigo. Sin problemas. Sólo tu y yo. Y Comisario - añadió al acordarse del gato - Y ayer por la noche yo... No podía más - abrió de nuevo los ojos para fijar su mirada en ella - No podía ver el amor en tu mirada mientras te ocultaba el mayor de mis secretos. Y lo siento tanto - se soltó de su agarre para encogerse sobre si misma - Porque todo te habría ido mejor si no te hubieras cruzado en mi camino.

- Si no me hubiera cruzado en tu camino mi vida habría sido una completa amargura - Alicia decidió que aquel era el momento ideal para romper ese pesimista discurso que la rubia había iniciado - Y a ti probablemente te habría secuestrado cualquier descerebrado que en aquel momento cruzase por el desierto de Almería - sonrió ligeramente al recordar los improperios que la rubia soltaba aquel día que se había detenido a ayudarla - Me has ocultado la verdad, si. Estamos metidas en un buen problema, también. Pero eso no importa. No me importa - repitió alzando una de sus manos para obligar a Cova a mantenerle la mirada - Porque has vuelto aquí. Has... Has... - no sabía si decir o no aquello que había pasado por su cabeza.

- Te he elegido a ti - completó la rubia sus palabras. Porque sí. Eso era lo que había hecho. Había elegido a Alicia por encima de la Banda. Y no se arrepentía de ello. De hecho, estaba muy segura de la decisión que había tomado. A pesar de que le partiera el alma ver a sus amigos en peligro.

Traición {Alicia Sierra}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora