Inspectoras

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Cuando Alicia despertó a la mañana siguiente ante las insistentes llamadas de Tamayo, sintió que su vida se había desmoronado por completo.

- ¿Qué es lo que pasa? - gruñó con enfado al ver que el reloj todavía marcaba las seis de la mañana.

- Tienes que venir aquí cuánto antes - la molesta voz de Tamayo delataba la ansiedad que aquel hombre estaba experimentando en ese momento - Está habiendo movimiento en el Banco y no sabemos de que se trata.

- Voy para allá - hizo ademán de colgar pero la voz del hombre volvió a sonar con fuerza a través del aparato.

- Estoy intentando ponerme en contacto con Covadonga pero no soy capaz, así que si está contigo dile que venga.

Las manos de la pelirroja se apretaron con fuerza ante la mención de aquel nombre y lo único que hizo fue asentir.

Durante una milésima de segundo había olvidado que la rubia ya no estaba a su lado, pero no tardó en recordar sus palabras de la noche anterior y presintió que, tal vez, el movimiento en el Banco se debía a algo que la rubia pretendía hacer.

Mientras se vestía con rapidez encontró, bajo las sábanas, el teléfono de la rubia. Se lo había olvidado la noche anterior.

Su primer pensamiento fue entregárselo a la policía para que lo analizara de arriba abajo pero al desbloquearlo, y encontrarse una foto suya de fondo de pantalla, cambió de opinión.

Se dejó caer en la cama con el móvil entre las manos, temblorosa. Por su mente aparecieron todas las imágenes de los momentos que habían compartido, de los momentos en los que había sido realmente feliz. Y en lo rápido que todo aquello se había desvanecido. En lo fácil que parecía haberle resultado ocultarle la verdad. 

Cuando salió del hotel diez minutos más tarde, el móvil de Covadonga se encontraba bien guardado en su bolso. De camino a la carpa decidiría si entregárselo o no a Tamayo. Primero quería comprobar cual sería el primer movimiento de la rubia. 

Cova, por su parte, no había dormido absolutamente nada en toda la noche. Lo primero que hizo tras abandonar el hotel fue llamar al Profesor, que contestó con sorpresa. Sin grandes detalles le contó lo sucedido, haciéndole saber que todo parecía haber cambiado. 

- ¿Qué quieres hacer? - le había preguntado. 

- Lo que usted me diga - se había limitado a responder. 

Tras un largo debate habían decidido que, por muy arriesgado que pudiera resultar, la rubia era más útil en el interior del Banco que fuera, pues era la que mejor conocía todas las posibles entradas y formas de ataque por parte de la policía. 

- He dejado mi móvil personal en la habitación de ese hotel - le había dicho a Sergio justo antes de que la comunicación entre los dos se cortase - Está lleno de pistas que no llevarán a ningún lado - había añadido - En el caso de que decida entregarlo - añadió en un susurro que el Profesor no fue capaz de escuchar. 

- ¿Lo tenías todo planeado? 

Cova no había dado respuesta a aquella pregunta, pero sí. Ella siempre lo tenía todo planeado. Atendía hasta el mínimo detalle de lo que sucedía a su alrededor para así evitar que las cosas la pillaran por sorpresa. Y eso es lo que había hecho. 

Dejando el teléfono en la habitación y en el caso de que Alicia decidiera entregárselo a los de inteligencia, conseguiría algo de tiempo, mantenerlos entretenidos. Aunque en el fondo intuía que la pelirroja no se lo entregaría a nadie. 

En aquel momento acababa de amanecer en la ciudad de Madrid y el frío de la mañana azotó sus mejillas con fuerza. Sentía el cuerpo pesado por la falta de descanso y dos profundas ojeras se extendían bajo sus ojos. Se abrazó a si misma con fuerza justo antes de terminar de ajustar su traje. 

Traición {Alicia Sierra}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora