MALCOLM
Quiero a Eleonor, la quiero de verdad, pero quiero más a mi cocina que es mi herramienta para mi carrera y a lo que me dedicaré, exactamente eso es lo que la hermosa rubia está casi destruyendo.
Los tres meses que hemos pasado juntos me han bastado para saber que ella no es una persona convencional y debo admitir que eso me encanta. Hemos aprendido tanto uno del otro estando encerrados en este diminuto piso que ya verla en bragas con una de mis camisetas es lo normal.
—¡Loro! ¡Loro! —llamo su atención y ella deja de buscar entre mis especies—. ¿Quieres ayuda?
Ella me pone una mueca de disgusto y siento las gotas de sudor recorrer mi rostro.
Voy a morir si llega a destruir la cocina.
—Malcolm, te quiero, pero déjame hacer esto a mí. ¿Sí?
—No, Eleonor, me estás destruyendo las cosas... ¿Es que no te das cuenta? —gimo de dolor viendo como le sigue esparciendo orégano a las salchichas—. Loro, ya es mucho orégano...
—¡Malcolm! Se supone que me dejarías practicar —pone sus manos en sus caderas y veo como el agua rebalsa de la cacerola, Eleonor sigue mi mirada y da un pequeño respingo tratando que el agua ya no salga.
Lo que sucede después es lo que hace que mi paciencia se esfume y realmente quiera romper en llanto como niño pequeño. Ella toma una manta y su ingeniosa idea es comenzar a secar a los lados de la cocina, la manta se le comienza a quemar y yo lo sopeso porque era una de mis favoritas.
Mierda, me está destruyendo.
Abro muchos los ojos cuando va por otra manta que termina quemando las dos, se le caen en el suelo y el tapete comienza a quemar, agarra la cacerola y se da cuenta que está muy caliente —ella grita por el dolor— y la deja caer.
Mierda, yo sí que quería comer hot dogs.
—¡Malcolm! ¡Ayúdame!
—¿Y que no querías ayuda...?
—¡MALCOLM!
—¡Ya me muevo! Pero no me grites.
Camino a ayudarla tomando la cacerola —sin las malditas salchichas— y la coloco en el lavaplatos. Barro las cenizas de mis mantas favoritas y lo echo a la basura. Me dio la vuelta para poder tratar de arreglar el tapete pero... Jodida la cosa que es imposible.
Hay un maldito hoyo. Cierro mis ojos y gruño bajito.
Mi hermoso tapete, joder.
El tapete era lo más caro de la casa y eso que cuando lo compré estaba en oferta, pero bueno, la vida de medio pobre duele. A veces pienso que debería de haber tomado dinero de mi cuenta bancaria —cuando aún la tenía— y así poder comprar shampoo siempre y no ponerle agua al bote cuando se acaba.
Asco de vida con sus momentos hermosos.
—Malcolm...
—¿Si, Eleonor? —pregunto abriendo uno de mis ojos, ella está sonriendo como una niña pequeña y se ve demasiado adorable con el mandil que le llega hasta los tobillos.
—Lo siento, cariño.
—Ya déjalo, amorcito. —Eleonor se ve tan linda, me acerco pasando por el gran hoyo del tapete y la rodeo con mis brazos.
—¿Cocinarás tú? —levanta su rostro y pestañea rápido haciéndome ojitos. Le sonrío y bajo mi rostro lo suficiente para darle un corto beso en los labios.
El sabor de menta y fresa en ella es exquisito.
—Tengo una mejor idea, amor mío.
—Ilumíname.
—¿Quieres postre primero? —subo y bajo mis cejas continuamente y ella sonríe sabiendo de mis planes.
—Claro que quiero, agreguemos chocolate.
La dejo ir y voy por el sirope de chocolate, regreso quitándole el mandil y admirando sus cremosas piernas largas. La tomo de la mano y camino hacia mi habitación dejando la puerta abierta.
Le indico que se siente en la cama y dejo el sirope en mi mesita. Me acerco con una sonrisa a ella y comienzo a besar las comisuras de sus labios dejando besos húmedos por su cuello, muerdo un poco y finalmente llego a sus dulces labios tomándome mi tiempo.
Mi lengua juega con la de ella y cuando hago movimientos sugerentes ella gime contra mi boca. Deslizo mis manos lentamente apreciando sus curvas hasta llegar al borde de la camiseta que está ocupando. Me alejo para poder quitársela y la dejo desnuda frente a mis ojos.
Relamo mis labios y voy por el sirope de chocolate.
—Digamos que no soy tan fan del chocolate, pero no me opondré esta vez —dice viendo como destapo el botecito.
—Haré que te encante después de esto —digo con la voz ronca. Bajo sus bragas y las dejo en mi mesita.
El sirope recorre su cremosa piel cuando lo esparzo en su pecho dando lamidas a la vez que muerdo. Ella se deja caer de espaldas en la cama y aprovecho untándola de más chocolate. Mi lengua recorre todo su torso lamiendo, ella gime y yo soy feliz.
Me deleito con el sabor de su piel mezclado con el chocolate y muerdo el costado de su abdomen. Esparzo chocolate en sus pechos y le doy la atención debida a cada uno mordiendo, lamiendo y succionando.
Bajo por su cuerpo y llego hasta donde quiero, beso las caras internas de sus piernas y coloco chocolate mordiendo y lamiendo, ella gime un poco más fuerte mientras se retuerce bajo mis caricias.
—Solo.... Solo no pongas chocolate ahí, sería asqueroso y tedioso limpiarlo —dice con la voz entrecortada.
—Para mi sería un placer limpiarlo.
—Tengo que bañarme después.
—Te ayudo.
No dice nada y sigo esparciendo el chocolate mientras mis besos suben un poco hasta tener mi boca contra su intimidad.
Después de eso Eleonor parece la chef principal dando órdenes a sus asistentes mientras yo la hago mi platillo principal.
NOTA AUTORA: Son las 12:30 am en mi país y cumplí lo prometido amores bellxs. Me voy a dormir con la conciencia en paz JAJAJ.
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Amor De Cuarentena✔ [Mer]
RomanceTodo va excelente con tu vida hasta que... ¡BOOM! Llega la cuarentena arruinando todos esos increíbles planes que tenías y te deja encerrada con un súper increíble, hermoso, precioso y maravilloso chef, quien, a decir verdad, tiene serios problemas...