*Dolor: Sentimiento intenso de pena, tristeza o lástima que se experimenta por motivos emocionales o anímicos.
Dos acepciones en el diccionario, dos acepciones que hemos sentido miles de veces. Dolor físico, como el que nos hacemos al golpear nuestro dedo meñique del pie contra la esquina de un mueble, un dolor que hemos sentido miles de veces y que siempre maldecimos al hacérnoslo por rabia al saber que podríamos haberlo evitado si hubiésemos ido por otro lado, esquivando ese mueble, o si hubiésemos dirigido nuestro cuerpo un poco más a la izquierda o a la derecha, impidiendo ese dolor por tonto que parezca. Dolor emocional, psicológico, como quieras llamarlo, como el que sentimos al enterarnos del fallecimiento de un ser querido o, por tonto que suene, al leer o ver el fallecimiento de nuestro personaje favorito. Entre esas dos acepciones, la que más dolor provoca es la segunda, el dolor emocional. Al sentirlo nuestra forma de "defendernos" por llamarlo de alguna manera, no es maldecir, es llorar o gritar. Es un dolor que no sabes controlar, un dolor que te desgarra por dentro y que te hace sangrar de la peor manera posible. Ese dolor no se va con un simple paracetamol o con una operación, pueden pasar días, semanas, meses o años, pero ese dolor puede permanecer dentro de nuestra mente mucho tiempo, sin cura, sin medicamentos y no puedes prevenirlo, porque sabes que va a llegar y aunque los días estén contados para que ese dolor se manifieste, llega arrasando todo tu mundo, derribando la gran muralla que has podido construir día tras día. Y jode mucho, claro que jode, que todo lo que has logrado durante mucho tiempo, lo que has tardado en construir tanto tiempo, se derrumbe en cuestión de segundos, duele. Duele tanto que olvidas como se respira y solo quieres llorar de rabia e impotencia, quieres gritar como si de alguna manera todos los demonios que te atormentan fueran a irse. Sueltas un grito lastimero rogando a esos demonios que se vayan y que te dejen llorar sola, abrazada a ti misma, agarrando tus rodillas y acunándote como si los brazos que te rodeasen fuesen los de tu madre o los de él, ayudando a cesar tu llanto, pero entonces caes en la realidad, de repente hay gravedad y sientes una puñalada en el pecho, en el corazón, y duele porque sabes que quien te abraza no es tu madre, ni él. Eres tú, solo tú, y ahí recuerdas que estas tu sola y que solo te tienes a ti. Y con todo el dolor en tu corazón sangriento te levantas, te levantas para seguir adelante, por ti y por tu dañado corazón, porque lo mereces, y lo necesitas, porque esperas que puedas llegar a sentir la felicidad, a respirar con calma sin que te apriete una mano gigante el cuello, y tu como una idiota tratas de coger aire pero es imposible, te levantas y caminas, con la cabeza alta, intentando aparentar que eres fuerte y que nada te hace daño, pero tu, más que nadie sabes que no es así, pero por mucho que duela sigues caminando sin mirar atrás.
En cambio, el dolor físico se puede curar, si puedes tomarte un paracetamol y que el dolor de cabeza se te pase, incluso en cuestión de segundos, sin necesidad de medicina, ya no te duele el dedo meñique con el que, accidentalmente, golpeaste la esquina del mueble. Puedes operarte y arreglar ese hueso roto y en cuestión de tiempo dejará de doler.
Ahora comprendo la diferencia entre el dolor físico y el emocional y sé con casi el 100% de seguridad que el dolor emocional es más doloroso, y que no solo se trata de llorar. Como dije antes, se trata de sentir que te ahogas, el dolor de cabeza que sientes no se va con un paracetamol porque seguirás llorando y seguirás sintiendo ese dolor de cabeza como si de migrañas se tratase, pero tampoco puedes detener el llanto ya que es tu única forma de desahogarte sin destrozarte más.
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Es raro pensar que estoy en el mismo coche, sola, con Justin, la persona que no he podido odiar más desde que me choqué con él en el pasillo y lo apodé con el ridículo nombre de "el idiota el pasillo", no podía ser más creativa. Lo miro de reojo ahora que está metido en sus pensamientos mientras escuchamos en la radio del coche The Fray, siempre ha sido un grupo que me ha gustado y para ser sinceros, no pensaba que le iba a gustar a él, pensaba que era el típico chico malo que va con la música a todo volumen sin importarle dejar sorda a la gente que pasa cerca de él.
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Porque te quiero.
Teen FictionEvie, una joven no muy segura de si misma acaba de empezar la vida universitaria, una novata más entre muchos estudiantes. Un inesperado choque contra un chico alto de ojos verdes cambiará su vida ¿para siempre? Acaba de salir de algo doloroso para...