"Con vista al río"

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Querida Isabel.

Quisiera no escribirte estas líneas para no causar riñas entre los dos, o generar un estado de venganza que pudiese llegar después, cuando yo no me lo espere. Sabes las complicaciones por las que, día a día paso para poder ir a trabajar, llueva truene o relampaguee, y poder seguir llevando algo a la mesa de nuestras dos pequeñas, de las que siempre me acuerdo cada que saco el teléfono para hablar con el jefe y hace alguna solicitud sin sentido.

Vengo, como es de costumbre, apretujado, agarrándome como puedo de los tubos de un transporte público que parece que con las corrientes de agua circulando por las calles se va a quedar varado, con los tenis mojados y la mochila agarrada para no pegarle a ninguna persona de las que va sentada. Con suerte, se va vaciando rápido y conforme va arreciando la lluvia el camión mantiene su velocidad y me queda un espacio con vista al río que suele ser 5 de Mayo y Periférico.

Y es que, le doy tantas vueltas a esto, puesto que valoro mucho el que estemos juntos que me dolería mucho que nos perdiéramos por un desliz (como ya ha pasado en ocasiones anteriores) y porque los compañeros del laburo tarde que temprano circularán la noticia por el mundo que llegamos a tener en común, que prefiero decírtelo yo a que te enteres por alguien más. Y es que, se que los Tupperware (no los de la crema Sello Rojo o Lala, no, el Tupperware, de los caros) los valoras más incluso que nuestro propio matrimonio, pero te prometo que esta vez no fue mi culpa. Al correr para alcanzar la troncal 19 no me percaté que la mochila no estaba cerrada y cayó ese tupper con la birria tan buena que hace tu mamá al río que a esa hora era la calle.

Solo espero, Isabelita, que pueda tener tu perdón y no me mandes a dormir al sillón  con mi cobertor. Prometo ser yo el que compre esos Tupperware la siguiente ocasión.

Siempre tuyo,

Javier.

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