Capítulo 12

101 17 9
                                    

―¿La Guarida del Lobo? ―pregunto confusa―. ¿Qué es eso?

―Es como se llama donde se adiestra a los camaradas, en este caso nosotros, para la lucha contra el gobierno.

―Es como un centro de entrenamiento pero... ¿de prisioneros de rebeldes?

―No ―dice él, rotundo.

―¿Cómo que no? ¿Por qué?

―Porque la mayoría de aquí no son prisioneros como tú, si así es como los llamas. La mayoría aquí se han ofrecido voluntarios ―me explica, frunciendo los labios.

―Pero... ¿por qué? ―no logro comprender.

―Primero sentémonos ―me dice, y me guía hasta una mesa vacía. Los de las mesas cercanas empiezan a mirarnos.

―Fiuu, fiuuu ―silba uno―. ¿Te has echado novia Jared? ―sus compañeros se ríen. Al parecer, Jared aquí es como se diría alguien popular en el instituto, palabra que nunca pasa de moda.

Este hace como si no lo hubiera oído, pasando de largo.

―Coge dos bandejas ―me dice indicando con la mano el sitio donde están las bandejas, ya con su comida en los platos.

Las cojo y me siento en la mesa, al lado de Jared. De pronto, me acuerdo de mis hermanos, pues Francis dijo que los veríamos en el desayuno. Al momento me invade otra sensación, no de pánico, sino de incomodidad. Me doy cuenta que es por Gwen y James. ¿Dónde estarán? El profundo sentimiento se esfuma, atraído esta vez por la voz de Jared.

―... llamando a Silvia.

―¿Eh?

―Tierra llamando a Silvia, ¿estás ahí?

―Claro que estoy aquí. Lo único que me acabo de acordar de mis hermanos, ¿dónde están?

―Creo que son de la cámara 5 ―me dice. Al ver mi cara de perplejidad, se corrige, pues se da cuenta de que no sé como va esto.

―Haber, esto va así; hay siete cámaras en la Guarida del Lobo, que no te puedo decir dónde está situada porque eres una inadaptada.

―¿Inadaptada? ―alzo una ceja en señal de que no entiendo nada.

―Sí, que no estás aquí por voluntad propia. Pues eso, hay siete cámaras, y en cada una hay dos pasillos con veinte puertas y una litera como la nuestra en cada habitación, junto con los baños. Y la sala del fondo que es el despacho del rector del pasillo o la cámara en sí. Este es el comedor, donde se encuentran todos los de las cámaras para el desayuno, la comida y la cena. Después de cada comida, menos la de la cena, cada uno hace el trabajo que le asignan. Puedes ser cinco cosas: colaborador, que es que no tienes lugar fijo y ayudas en todos lados cuando te necesiten. Rector inicial: ayudas a los "directores" de las cámaras a asignar a cada persona su habitación, su compañero y lo demás. Si lo haces bien puedes llegar a ser El Rector. Luego están los "marines". Sí, se les llama como en ejército, son los que pelean o luchan, escoge tú como lo quieras decir, en las guerrillas que se originan contra el Gobierno. Luego está el grupo de los seleccionadores, que son los que se encargan de traer inadaptados al centro y "educarles" para que convivan aquí. ¿Me vas entendiendo?

Asiento con la cabeza.

―En fin, faltan ―y ahora habla en voz baja― los peores, a los que sólo llegan los sin corazón. Los eliminadores, un nombre que viene al pelo con lo que hacen. Una vez al mes, para imponer su autoridad, los que mandan aquí (aunque con algunas pegas de sus compañeros) escogen a su azar o como a ellos les parezca a un chico y una chica de cada cámara... ―se queda callado, como recapacitando, como si estuviera librando una lucha interna para decidir si decirme lo que estaba hablando. Al final se decide―. Para... para eliminarlos, simplemente así.

―Explícate ―le digo, mientras noto que me va consumiendo la sensación del pánico repentino.

―Los matan.

―Pero, ¿por qué? ―le miro horrorizada.

―Hace tiempo, exactamente tres años, un año después de que empezaran las guerras de los Libertadores contra el Gobierno...

―¿Libertadores? ―le interrumpo.

―Sí, a los que tú llamas rebeldes, ¿me dejas seguir? ―dice con un deje de impaciencia en su voz. Suspiro y prosigue.

―Cuando empezaron las guerras, hubo un grupo de camaradas que se rebelaron contra los jefes que organizaban todo esto, porque no estaban de acuerdo con su manera de hacer y resolver las cosas. Para evitar este tipo de rebeliones, los de arriba ―señala hacia el techo como si se refiriera a alguien― diseñaron el sistema de eliminación, que consistía en cada mes librarse de los menos aptos para merecer estar aquí, o simplemente de los que se quisieran deshacer o alguien que causara problemas. Por eso aquí debes mantener la compostura ―añade―, porque nunca se sabe si serás el siguiente. Se han dado casos en los algunas veces no ha habido eliminación, porque nadie había ofendido o los que gobiernan aquí, pero no muchos. ¿Te ha quedado claro ya todo?

―Bueno, todo, todo no, pero lo suficiente para comprender lo que sois ―digo roja por el enfado.

―¿El qué? ―pregunta confundido.

―Gente sin pies ni cabeza ―digo utilizando la típica expresión, aún sin tener nada que ver con lo que pensaba decirle.

―Piensa lo que quieras ―dice de repente, mirando al frente―, pero te podrías ir preparando para la selección.

―¿Cómo?

―La selección, te van a decir dónde debes estar. Rápido ¡vete! ―me apremia a la vez que me da un suave empujón para que me levante de la silla. Ya me he terminado el desayuno, puesto que mientras Jared hablaba estaba comiendo.

―¿Hacia dónde voy? ―pregunto.

―Allí ―dice señalándome una multitud de personas arrinconadas en una esquina de la habitación.

―Vale, ¿tú no vienes?

―A mí ya me dijeron dónde iba ―me dice misterioso.

―¿Y eso dónde e... ? ―me interrumpe.

―¡Corre, o serás la primera en participar en la eliminación, aquí no toleran la impuntualidad!

―Pero... ―digo mientras me voy alejando.

―¡Vamos, y a ver si te colocan igual que a mí! ―me dice como último adiós.

Cojo aire y sigo al grupo de gente que me ha señalado Jared. La mujer de antes llega ante nosotros, y nos hace pasar por una puerta que hay allí, cuyo exterior se ve oscuro desde la estancia donde estamos.

―Entrad ―nos dice.

Despacio, voy caminando hacia allí. Antes de traspasar el marco de la puerta, me giro hacia Jared, que me está mirando, con esos ojos castaños suyos. Miro hacia delante y suspiro. Esto no va a ser fácil, por lo que veo. Y empiezo a sentir esa sensación de mareo que te da cuando notas y sabes, con máxima certeza, que el siguiente paso que das te cambiará la vida. Para siempre.

Aroma de pesadillas © [Pausada] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora