Unos gritos ensordecedores provenientes del pasillo me despiertan. Me incorporo al instante y voy corriendo hasta la puerta, en la que se encuentra Jared agachado, con la oreja derecha puesta encima. Hace un gesto con la mano para que no diga nada. Asiento y me coloco al lado de él con mi oreja también atenta a las voces de fuera. Capto un pedazo de conversación, supongo que entre un hombre y una mujer adultos.
―No eres más que un inútil. Los has dejado escapar ―oigo la voz crispada de la mujer.
―¡No es verdad, tú eres la que les ha abierto la puerta sin esperar a que tocaran! ―replica la voz chillona del hombre imitando a la perfección el tono de rabieta de un niño pequeño.
―Cállate, nos ocuparemos de ellos más tarde. Es la hora de desayunar. Hay que abrir las puertas.
Reacciono antes que Jared y lo aparto al instante de la puerta antes de los encargados la abran. Al hacerlo, estos se quedan mirándonos, serios.
―Vaya, vaya. Dos cotillas. ¿Qué habéis escuchado?
―Nada ―respondo demasiado rápido, ganándome un mirada acusadora por parte de los adultos y una de horror de Jared.
―Ya claro, eso habrá que verlo. Venid con nosotros. Ahora ―dice el hombre imponente.
―Nos tendremos que poner la ropa, ¿no? ―dice Jared.
Le miro y efectivamente está en pijama, al igual que yo. Muy mono, por cierto, es de pajaritos blancos en un fondo negro.
―Está bien, pero daros prisa ―nos permite la mujer y cierra la puerta esperando a que nos cambiemos. Mientras, le pregunto a Jared:
―¿Qué has oído?
―Shh ―se coloca un dedo en la boca―. Baja la voz.
―Vale ―digo ahora en un susurro―. ¿Qué has oído? ―repito.
―Que se han escapado dos chicos.
Pienso automáticamente en mis hermanos y le transmito mi inquietud.
―¿Mis hermanos?
―Podría ser ―responde él bajando la mirada.
―¿Y no has oído nada más? ―le presiono.
―Sí... pero no sé si decírtelo ―se termina de poner los zapatos y ahora sí que levanta la mirada para mirarme. Está llena de... nerviosismo.
―Dímelo ―le apremio.
Noto la expresión de duda en su rostro.
―Estaban diciendo que dos chicos se habían escapado de la quinta cámara y habían dejado una nota en la cama que afirmaba que sabían cómo salir de aquí y después de encontrar a unos familiares que sabían que estaban vivos regresarían a coger lo que es suyo ―todo esto lo dijo de un tirón a la vez que se iba apartando de mí. Me quedo en medio de la habitación, de piedra.
―¿Todo eso has oído?
―Han leído la nota en el pasillo, me he enterado de lo que he podido ―responde él esquivando de nuevo mi mirada.
-Ya, ¿y eso no te suena a algo? -intento que me diga lo que pienso para que me afirme que es verdad, cosa que bueno, no me hace gracia.
―Silvia... ―susurra e intenta acercarse a mi para colocar su mano en mi hombro. Me hago a un lado instintivamente.
―¿No lo entiendes? Bien podrían ser mis hermanos los autores de esa maldita nota. No recuerdo en que cámara dijiste que estaban, pero seguro que tú lo sabes, y me apuesto a que es la cinco, ¿no?
―Sí ―asiente vencido―. No debería habértelo contado.
―¿No? Yo creo que sí. Esos enanos han ido a buscar a mis padres pues no pueden ser otros familiares que crean que están vivos, y luego regresar a por algo que es suyo. ¿Eso tampoco te suena? ―le replico subiendo mi tono de voz sin darme cuenta. Él me lo hace ver y hablo más bajo―. Pues sí, no creo que aquí haya nada más suyo que yo, ¿no crees?
Asombrado me mira, expectante.
―¿Qué, no creías que me fuera a dar cuenta? ¿Te crees que soy tonta? Que yo sepa me habías dicho que sabías mucho de mí. Y hablando de eso, ¿no me piensas decir el por qué? ―Cada vez estoy más enfadada y eso provoca un expresión de terror de Jared hacia mí.
―Tranquilízate Silvia, ahora no es el momento ―me termino de abrochar los pantalones y me incorporo del suelo ya vestida para encararle.
―¿No es el momento? ¿¡Entonces cuando es el maldito momento?
Todo pasa rápido. Él corre a taparme la boca para acallar mis chillidos, pero es tarde, pues lo el hombre y la mujer entran para ver porqué tanto escándalo y no nos dejan más tiempo para hablar. Nos hacen salir al pasillo desierto y después de dar unas cuantas vueltas por la cámara llena de pasillos laberínticos, nos hacen pasar por una puerta a una habitación amplia e iluminada inundada por unos rayos de sol que atraviesan el enorme ventanal que hay allí, y nos hacen sentarnos en una silla.
El hombre se va dejando a la mujer de pie junto a la puerta. Jared y yo nos miramos, esperando a que hable. Al momento ésta se va y entra el hombre que me habló en primer día, Francis. Me sonríe divertido y se sienta en el escritorio que hay frente a nosotros.
―Cuanto tiempo ―dice irónico dirigiéndose a mí―. Y tú, ¿cómo vas? ―pregunta ahora a Jared.
El chico asiente y Francis capta la señal de que está demasiado sorprendido para hablar. Esto hace que el hombre suelte una carcajada.
―¿Os ha comido la lengua el gato? ―una sonrisa burlona se dibuja en su rostro.
―¿Qué hacemos aquí? ―pregunto cansada de tanta tensión.
―Ah sí ―dice como recordando porqué estamos aquí―. Mis compañeros me han dicho que mientras ellos discutían en el pasillo por unos asuntos que, bueno, nos os incumbían, les espiabais desde la puerta ―todo esto lo dijo mirándome a mí, la que apenas había escuchado la conversación. Así que muevo la cabeza en señal de asentimiento, incapaz de mentir―. Supongo que habrás adivinado a quiénes se referían.
Mierda. Ni siquiera intenta ocultármelo.
―Bien, pues ya lo sabes ―cambia ahora su tono de voz amigable de antes a frío―. Lo único que te digo es que no pienses que porque tus hermanos se hayan ido, que ha sido un acto muy valiente, de hecho, pero en vano, tú lo podrás hacer.
Aprieto la mandíbula.
―Claro, señor ―quiero que se acabe ya esto.
Francis abre los ojos sorprendido por mi reacción.
―Esto... bueno, eso. Que te haya quedado claro ―repite.
―¿Nos podemos ir ya? ―pregunta Jared.
El hombre asiente y nos abre la puerta. Jared y yo nos dirigimos al comedor. Ya en la mesa, habla.
―Hoy es tu primer día, tendrás ganas de saber qu... ―dice como olvidando lo ocurrido hace unos instantes, pero lo interrumpo.
―Pienso salir de aquí Jared, no cambies de tema como si nada.
Hace el ademán de hablar pero lo vuelvo a interrumpir.
―Y apuesto lo que sea a que no dirás nada ―mi tono cortante hace que cierre la boca y se quede mirándome entre una mezcla de horror y espanto.
Ya estoy harta de tanta mentira.
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Aroma de pesadillas © [Pausada]
Fiksi IlmiahAño 2041. ❝ Simplemente es así, vivir o no morir. ¿Qué eliges? ❞ Registrada en Safe Creative. Código: 1505084043732. Licencia: Todos los derechos reservados. Preciosa portada por @constanzafranc