La risa de Kirishima es su sonido favorito en el mundo entero. En el fondo lo sabe desde que lo conoce, desde la primera vez en que la escuchó, pero no ha sido realmente consciente de ello hasta que lo ha visto soltar una carcajada en estado puro.
Su corazón revolotea emocionado cuando ve como los ojos rojos ajenos se entrecierran al reír, como su nariz se mueve ligeramente hacia arriba y abajo y como echa la cabeza hacia atrás para dejar escapar con más fuerza la carcajada. Se siente muy cálido, hasta que sus ojos topan con la persona que lo ha hecho reír así.
Bakugō Katsuki se encuentra sentado al lado de Kirishima, ambos solos en una mesa que suele estar plagada de sus amigos y que tiende a ser la más ruidosa de la cafetería. Ambos parecen sumidos en una burbuja de amor que los lleva envolviendo desde antes de lo que creen. Él había sido uno de los motivos de que tardaran tanto en darse cuenta y, aunque le gustaría sentirse culpable por ello, la verdad es que se siente bastante orgulloso de algunas de sus decisiones.
Es verdad que había obrado mal en la fiesta, cuando casi besa a Eijirō aún sabiendo que él amaba —y, para su mala suerte, ama— a Katsuki. Se había equivocado al hacer creer a Bakugō que le quería, aunque eso no le atormenta demasiado teniendo en cuenta que el chico en realidad está enamorado de otra persona.
Algunas de sus decisiones habían sido un verdadero asco, pero aún así las había tomado todas tratando de ayudar a Kirishima. Sí, solo había conseguido empeorar absolutamente todo en un principio, pero al final quien realmente logró unirlos ha sido él —o al menos eso le gusta creer—.
La mano de Bakugō busca la de Kirishima sobre la mesa, hecho que le llama la atención pues mientras ellos estaban juntos el cenizo jamás se había comportado así. Es algo casi mágico el poder presenciar las diferencias entre un amor y otro, aunque en su caso no hubo amor por ninguna de las partes. Bakugō jamás lo había mirado con esos ojos, esos que parecen anhelar conocer cada porción del alma de Kirishima pero que, cuando el pelirrojo se gira a observarlo, se cubren con un manto de indiferencia para custodiar sus sentimientos.
—Parecen felices, ¿verdad? —pregunta Uraraka con aire soñador mientras mira en su misma dirección. Ella le había aconsejado que no se metiera en medio de esos dos y él había ignorado sus palabras. Ahora, Bakugō y Kirishima son felices mientras él se dedica a observar todo a la distancia.
—Supongo —contesta fríamente, le gustaría poder alegrarse por ellos pero una parte de su alma se niega a aceptarlo. ¿Por qué Bakugō y no él? No suena como algo muy justo teniendo en cuenta todo su esfuerzo.
—¿Por qué no hablas con Kirishima? A lo mejor sincerarte hace que te sientas mejor.
—No estoy de acuerdo —se entromete Iida con un tono serio mientras coloca de manera recta y perfecta su bandeja—. Ellos se ven felices, no debería interferir.
—Pero si no se disculpa por lo que pasó no va a ser capaz de pasar página —trata de razonar Midoriya con un tono afligido, preocupado totalmente por su amigo.
¿Disculparse? No hay nada por lo que disculparse; no cuando Kirishima parece brillar más ahora que nunca; no cuando Bakugō parece más feliz que en toda su vida. ¿Por qué se disculparía ahora que todo ha pasado?
—Y tampoco le ha hablado nunca de lo que siente... Así no va a poder olvidarlo —comenta Uraraka con un tono preocupado.
—Kirishima es feliz —contesta llamando la atención de todos los pertenecientes a la mesa. Nadie esperaba su intervención y, ahora que tiene su atención, no está seguro de lo que va a decir—, Bakugō es feliz. Las cosas no salieron como esperaba, pero todo funcionó.
Y la verdad es que aunque no había conseguido que Kirishima se olvidara de Bakugō, sí había logrado que el cenizo fuera un poco menos imbécil e hiciera feliz a Kiri. Ya no hay más ojeras ni malas caras, tampoco lágrimas ni borracheras. Ahora sólo están ellos, siendo el complemento que el otro necesita y dedicándose cada segundo.
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Help me [Kiribaku//Bakushima]
FanfictionEstá bien. A lo mejor su decisión no había sido la más acertada, ni la más sana, ni la más inteligente; pero cuando se trata de amor, Eijirō Kirishima es el idiota más grande de todos. A lo mejor todo habría sido más fácil si se hubiera negado a ayu...