Kirishima está cansado de esperar a que Bakugō reúna el coraje suficiente para hacer una pregunta tan sencilla como "Oye, ¿vamos juntos a la fiesta?". Lleva aguantando desde el Martes hasta ese día, por fin Viernes, a que el cenizo se decida a hacer la pregunta o que al menos sus intentos dejen de ser simplemente gritos sin sentido que terminan por asustar a toda la clase. Debe intervenir o sino perderán esa perfecta oportunidad de un momento a solas, y sinceramente sería una pérdida de un acercamiento bastante importante.
Ese pensamiento y las ganas de ayudar a su amigo son lo que lo impulsan a literalmente empujarlo y hacerlo casi caer sobre la mesa de Todoroki, dándole a este un susto y haciendo que salte ligeramente y de una manera muy linda en su asiento.
—¿Qué cojones haces, bastardo? —pregunta enfadado Bakugō mientras se separa ligeramente del pupitre y se soba el abdomen, zona afectada por el repentino golpe del pelirrojo.
Kirishima se limita a hacer gestos con las manos, unas especies de corazones que quedan bastante amorfos, y un movimiento de cejas que trata de decir "pregúntale de una vez o lo hago yo". Katsuki parece entender lo que quiere decir porque gruñe con suavidad y centra su mirada en el dueño del pupitre.
—Oye, idiota —lo llama de manera seca provocando que Eijirō se golpee la frente con la mano, mala manera de empezar una conversación—, ¿Sabes dónde vive ese estúpido Pikachu?
Todoroki posa su mano bajo la barbilla en un gesto pensativo, como si tratara de descifrar a quien se refiere con ese apodo. Kirishima lo nota y le hace unos tiernos gestos señalando a su querido amigo Denki que provocan una ligera risa por parte del bicolor.
—Oh, nunca he ido a su casa —contesta con tono neutro pero con una pequeña elevación de labios, tan sutil que casi nadie nota—. ¿Por qué?
—Porque te haré el favor de tu puta vida y te acompañaré a la casa de ese imbécil.
Definitivamente Bakugō no tiene clara la definición de ser amable, necesitan practicar eso.
—Está bien —contesta simplemente el chico, encogiéndose de hombros de manera desinteresada—, ¿Tú también vendrás, Kiri?
¿Kiri? ¿Qué?
—Oh no, estoy encargado de comprar las bebidas y comida para la fiesta —contesta rascándose la nuca con suavidad en un gesto avergonzado.
—¿Necesitas ayuda? —pregunta Todoroki fijando su completa atención en el más bajo del grupo.
—Tranquilo, me acompañan Sero y Mina.
—Está bien, puedes avisarme si necesitas algo —ofrece el chico con una ligera media sonrisa que sorprende tanto a Kirishima como a Bakugō.
—Claro, muchas gracias Todoroki.
Eijirō siente una ligera aura de enfado proveniente del cenizo que lo sorprende y le deja pensativo. No cree que haya pasado nada para que se moleste pero con el carácter de Bakugō es complicado saberlo.
—Bueno bastardo, te recojo a las nueve. No me hagas esperar —comenta el cenizo, recuperando la atención de Shoto al dar un ligero golpe con el puño contra el pupitre.
—Vale.
La conversación se corta ahí y los tres chicos se despiden para comenzar a caminar en dirección contraria al mueble en el que se ha desarrollado tal extraño momento. Kirishima camina junto a Bakugō, en silencio, salen del aula sin intercambiar palabra alguna aunque no se sienten incómodos ante la situación al estar cada uno sumergido en sus pensamientos.
El plan de Eijirō parece ir viento en popa, lo cual lo pone feliz y triste aunque trata de ignorar este último sentimiento para no sentirse un mal amigo, lo cual realmente se considera en estos días. Su mente maquina como conseguir más acercamientos durante la fiesta, desde que bailen juntos hasta el simple juego de la botella para conseguir que se besen, aunque esta última idea no lo convence demasiado. Vamos, con la mala suerte que ambos tienen Todoroki acabaría besando a cualquier otra persona y Bakugō se metería en una pelea. No, totalmente descartado. Además, Katsuki merece dar el beso más tierno y bonito que pueda haber y no simplemente por un estúpido juego de borrachos.
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Help me [Kiribaku//Bakushima]
FanfictionEstá bien. A lo mejor su decisión no había sido la más acertada, ni la más sana, ni la más inteligente; pero cuando se trata de amor, Eijirō Kirishima es el idiota más grande de todos. A lo mejor todo habría sido más fácil si se hubiera negado a ayu...