Capítulo 12/2

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El silencio en el que se encierra Alessia es molesto, se debate entre hablar o no hacerlo, pero al final lo hace

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El silencio en el que se encierra Alessia es molesto, se debate entre hablar o no hacerlo, pero al final lo hace.

—Entiendo. —comenta.

Guarda silencio mostrando una seriedad no típica conmigo.

¿Qué mosca le pico? Siempre supo que estaba comprometido, ¿Cuál es la diferencia?

—Pero...

—¿Hace cuánto no habla con su madre? —Me paso las manos por la cara.

Por unos segundos me tenso, pero luego descubro que habla de Raisa.

—Que tiene que ver...

—Contesta. —exige.

—No lo sé. —respondo.

Intento acercarme a ella, pero se aleja como si mi tacto le quemara.

—No te pases.

—Alessia deja las niñerías y...

—Oleg, hablo en serio, responde. —Me río de forma irónica.

—Hace dos días no hablo con mi madre, Dra. Carvajal. —me burlo.

—Hoy en la mañana recibí una llamada de su madre diciendo que su prometida le había hablado.

El tiempo se detiene, el aire deja de llegar a mis pulmones, la sangre deja de circular por mis venas. Trato de serenarme. Tiene que ser mentira, tengo mucho de no hablar con ella, está en una misión de alto riesgo.

Flashback.

—A partir de aquí estoy sola, si algún día te llamo será por dos cosas. —Se está despidiendo, porque debe ir a la misión que le encargó Carsten, mi hermano y jefe.

—No tienes que hacerlo. —Paso mis dedos por su delicado rostro.

—Sabes que lo tengo hacer. —Se retira. —No olvides tú parte en esto, el veneno se activará en cualquier momento, debes de estar pendiente de Raisa y esconder a Ágata.

—Sé lo que tengo que hacer. —aclaro.

Lo supe desde la enviamos a la misión y sirvió como un conejito de indias.

—La amas, pero sé que me amas más a mí y si ella vive yo muero. —asiento. —Si te llamo es porque me descubrieron o porque necesito que intervengas.

Raisa tiene que morir sí o sí, lo siento tía.

Fin del flashback.

—¿¡Porque mierdas no me dijiste!? —Me dirijo a la mujer frente a mí.

—¡A mí no me gritas, a mí me respetas! —Alza la voz.

Respiro controlándome, porque tiene razón

—Habla. —pido, doy dos pasos a ella, los mismos que ella retrocede, el último lo da mal, cayendo de costado.

Su lamento es como un puñal a mi tórax. Me acerco para ayudarla, pero unos brazos detienen la acción.

Ambición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora