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Hoy Yunho si había ido a casa.

Luego de algunos días.

Yeosang se encontraba viendo caricaturas después de una larga clase de matemáticas (las cuales odiaba) y el de cabello celeste estaba sentado a su lado, aunque un poco lejos de él para que no saliera corriendo o algo así.

El pequeño castaño estaba bastante cansado, así que no tardó en cerrar los ojos y quedarse dormido.

Yunho se dio cuenta de ello, así que se puso de pie y apagó la televisión.

Pensó en ir a avisarle a la señora Kang que Yeosang estaba dormido, pero sus piecitos lo dirigieron al sillón otra vez.

A Yunho le caía muy bien Yeosang, así que pensó que no habría problema si él se quedaba dormido a su lado, porque el sueño le estaba ganando la carrera.

Cuando Yeosang abrió los ojos, luego de algunas horas, se encontró envuelto en los brazos de Yunho.

Quizo gritar, o incluso escapar lo más lejos que pudiera.

— ¡Mamá!

Yunho despertó algo confundido.

Yeosang se alejó corriendo a la puerta de su habitación, gritó y lloró desde adentro.

— ¡No quiero verte nunca más en la vida!

Luego de que el mayor le explicara a los padres de Yeosang lo que había sucedido, éste les pidió que por favor le dejaran quedarse en su casa por aquella noche.

Hizo una cama improvisada en el piso a las afueras de la habitación de Yunho, y se quedó allí, mirando fijamente la puerta. Tenía la esperanza de que ésta se abriera y pudiera pedirle disculpas a Yeosang.

Su corazoncito aún no sabía qué había hecho mal. Y dolía.

PASITOS DE PINGÜINO ━ YUNSANGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora