Capitulo 2

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La primera vez que vi a Manjiro fue dos meses después de que Masamichi-san me encontrara. Me había ensuciado limpiando la cocina, por lo cual fui a ducharme en uno de los baños más cercanos a mi habitación y a la de Ken. Iba saliendo de la ducha, con una toalla envolviendo mi cuerpo, cuando me tropecé con Manjiro, directamente de frente. Cabello rubio, más dorado que el blanquecino de Ken, bajo, en realidad casi de mi tamaño, vestido con lo que parecía una especie de kimono deportivo, estaba destapando una paleta, justo frente a la puerta del baño, cuando me vio.

Me quedé muy quieta cuando me encontré con sus ojos negros. No porque fueran lindos, sino por lo sorprendidos y avergonzados que se veían, yo apenas tenía una toalla envolviéndome, mi cabello negro mojando el suelo y una mirada de miedo, porque estoy segura de que estaba asustada, porque, aunque se veía de mi edad, no sabía si era un cliente, yo no preguntaba sobre los que iban allí por los servicios de las chicas, me daba miedo pensar que era un cliente y que creyera que yo era una "masajista".

Quería hablar, pero el miedo me quitó la voz. Él se dio cuenta de lo asustada que estaba, miró la paleta en su mano y entonces la extendió hacia mí, ocasionando que saltara sorprendida, casi me dio un paro cardiaco allí de lo nerviosa que estaba.

Él se vio brevemente mortificado.

—Soy amigo de Kenchin—murmuró entonces, su voz tan suave como la de un niño—me llamó Sano Manjiro... pero dime Mikey.

Aquello hizo que me calmara, porque sabía que los amigos de Ken eran buenos chicos y si aquel muchacho estaba allí es porque era el más cercano a Ken. Por eso señale la puerta diagonal al baño.

—Esa es la habitación de Ken—informe.

El no dejó de extender su paleta hacia mí.

—Lo sé—dijo y miró a otra parte—Kenchin ya me ha traído antes, yo... iba a entrar al baño.

Abrí mi boca comprendiendo y entonces me moví hacia mi habitación, era la puerta justo frente al baño.

—oh, lamento la tardanza—murmuró moviéndome rápido.

—Tómala—dijo entonces deteniéndome, lo miré y vi la paleta, él se veía decidido—como disculpa... no quería asustarte.

No tome la paleta al instante, me sentía avergonzada y sorprendida, luego oí la voz de Ken desde su puerta.

—¿Mikey, porque tardas? —preguntó y luego lo oí jadear sorprendido—¿¡Akaharu!? ¿Qué...?

Tome la paleta entonces y entre a mi habitación sin responder. Cuando cerré la puerta y me apoyé en ella, pude respirar profundamente, calmándome y pensando en su mirada mortificada y avergonzada. Me di cuenta de que me desagradó ver esa mirada, de la misma forma que me desagradaba ver como Megumi-San era lastimada o Masamichi-san se molestaba. No quise pensar mas ello y decidí dejarlo pasar, guardando la paleta en un cajón junto mi cama.

La segunda vez fue en el cumpleaños de Ken, meses después. Yo ya tenía 15 años y estaba algo triste, el señor Masamichi me había llamado para decirme que me inscribió en un curso privado para personas que habían perdido un año de sus estudios y querían recuperarlos, como clases particulares. Me explicó que lo hizo porque no encontró rastro de mis familiares ni ninguna información sobre mí, ni que alguien me buscara, ni siquiera aparecía en los reportes de personas extraviadas... era como si hubiera estado sola desde el inicio, sin nada.

Saber eso me había dejado afligida, desanimada y con una confusión emocional, feliz porque iba a estudiar y triste porque no tenía familia, ni nada. fue entonces cuando Sakura-San me convenció de hacerle un pastel a Ken, porque era su cumpleaños y debíamos celebrarlo, porque éramos su única familia. recordar eso hizo que dejara de sentirme mal, quizás no encontraría a mi familia, quizás no tenía una, pero aquellas personas del local estaban cuidando de mí, ellos eran mi familia ahora. Por eso hice mi mejor esfuerzo y preparé un bonito pastel de chocolate solo para Ken. Luego fui con Sakura-San a entregárselo a su habitación.

Diez Encuentros ~ Tokyo RevengersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora