Roylan

6 1 0
                                        

-Ron...- la imagen de su padre adoptivo le recorre la mente. Abre los ojos, esta confundido. Se encontraba en un bosque rodeado de grandes árboles. No se escuchaba nada excepto el aire que pasaba y le despeinaba el flequillo.

-¿Cuánto tiempo he estado inconsciente?- Se pregunta para si mismo. Sus tripas rugían. Parecía como si hubiera pasado una eternidad. Se pone en pie y mira a sus alrededores. Todo parecía tranquilo.
Sigue su camino por el bosque, mientras más avanzaba parecía que la naturaleza volvía a la normalidad, los pájaros comenzaban a cantar, las liebres le pasaban por los lados a gran velocidad.
Siguió hasta que se topo con un río.
-Bien, esta es una buena oportunidad para aprovisionarme.- Pensó
Como Ron le había enseñado, se puso en busca de ramas, piedras y plumas de aves. Con una piedra afilada unida por lianas a una rama seca logro hacer una lanza. Tejió las fibras y pudo hacer un arco. Y con las plumas flechas. Pesco con la lanza en el río y cocino los peces en una hoguera. La noche cayó sobre el. Había saciado el apetito. Se sentía seguro. Se dispuso a dormir.

Soñó que estaba en su casa y salia como de costumbre a ayudar a su padre. Todo era tan feliz en ese entonces.- Pensó
De repente sintió el sonido más horripilante que había escuchado en su vida. Se despertó de un brinco. Estaba paralizado. Sudaba frío. Delante suya, al otro lado del río, un par de ojos rojos lo miraban fijamente, parecía que de acercaban cada vez más. Nunca había sentido algo así. Tomó la lanza en manos mientras los dos rubíes se acercaban en la oscuridad, parecía que flotaban. Cuando llegaron a menos de 3 metros pudo observar con claridad a la criatura. Era como un perro de gran tamaño totalmente oscuro, con grandes dientes blancos afilados rodeados de espuma blanca.
Roy se puso en pie, aguanto la lanza con ambas manos, temblaba.
La criatura arremetio contra el, mordiendole con gran fuerza en el brazo, al cierre de las mandíbulas se oyó un sonido como el de una gran rama al romperse. Roy cayó de espaldas mientras el monstruo intentaba atacar nuevamente, logró entreponer la lanza entre el y los afilados dientes. Roylan logra darle una patada y empujarlo por encima suya. Rápidamente se abalanza sobre ella y le clava la lanza en un ojo. Esta lanza un aullido que le puso la piel de gallina, ese sonido parecía sacado del infierno mismo. Dentro de pocos segundos dejó de moverse, -¿he ganado?- Pensó
Su brazo estaba ensangrentado, rápidamente rompe parte de su pantalón y con 2 ramas logra vendar la herida. Le dolía un montón, pero tenía que mantenerse fuerte, las criaturas no eran invencibles. Empacó y siguió su camino por la montaña al otro lado del río. Si seguía en dirección este podría llegar a salvo a la aldea de Xenan que se encontraba en lo alto de la montaña.
Pasaron las horas y cada vez su destino parecía estar más cerca, a lo lejos divisaba las chimeneas humeantes de las casas de Xenan. Al estar en lo alto de una montaña, el clima había cambiado, comenzaba a hacer más frío. Sus pies temblaban. Cada vez estaba más cerca del gran portón de Xenan. Era un pueblo dedicado a la agricultura, se encontraba protegido por una muralla de madera y la única entrada era un gran portón.
-Ya casi... solo un poco más...- Dijo antes de perder el conocimiento y caer inconsciente en medio del camino. Lo único que logro ver fue como dos figuras lo rescataban, antes que todo se fundiera a negro.

Apocalipsis: GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora