Lukas

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Era una alegre mañana de verano, el sol se encontraba alto y brillante en el cielo.

Lukas era un joven hombre de 24 años aunque aparentaba ser algo menor. Era alto, de constitución fuerte, pelo negro, ojos pardos y siempre tenía una sonrisa en el rostro. Provenía de una gran ciudad localizada al noroeste de Blair llamada Krust. Era hijo de una familia noble. Había llegado al pueblo tres años atrás para dirigir la pequeña iglesia.

Un día mientras paseaba por la plaza, se topó con una bella muchacha, su nombre era Susan, comenzaron a hablar y entablaron una gran amistad.

Lukas solía visitarla en las tardes y la acompañaba en las salidas que ella hiciera, la ayudaba con las compras y le hablaba sobre la gran ciudad de la que provenía.

Pero esa mañana de verano era especial, Susan cumplía los 21 años de edad y Lukas quería sorprenderla con un gran regalo, mientras ordenaba sus cosas se encontró con un anillo que había pertenecido a su familia durante generaciones, era de oro puro y tenía unas extrañas inscripciones en el interior.

La tarde cayó y se dispuso a ordenar y limpiar los pasillos de la pequeña iglesia pero algo lo interrumpió, alguien empezó a llamar a la puerta, Lukas se acercó algo sorprendido pues era tarde y la iglesia había cerrado.

-A lo mejor es alguien que olvido algo- pensó.

-¿Quien anda ahí?- exclamó.

Pero nadie le contestó y comenzaron a tocar la puerta más fuerte, parecía que se iba a derrumbar la iglesia.

Lukas abrió la puerta y cual fue su sorpresa al ver lo que tenía delante:

Una persona de pequeño tamaño, parecía ser un anciano, andaba encorvado apoyándose de un bastón, no logró verle bien el rostro porque lo tenía tapado con una capucha.

-¿Como es posible que alguien que aparenta ser tan débil tenga tanta fuerza, casi tumba la puerta de la Iglesia?- pensó.

-¿En que lo puedo ayudar señor?- Dijo

-Vengo en busca de mi anillo- contesto el anciano con una voz casi inhumana que hizo que se le erizara la piel.

-Disculpe pero aquí no tengo ningún anillo suyo- exclamó.

El anciano levantó la cabeza y se quedó mirándolo fijamente, Lukas pudo observa el rostro del desconocido, poseía unos ojos Rojos brillantes y la piel parecía putrefacta.

-¿Como se te ocurre mentirme en la cara? ¡¡¡¡asqueroso humano!!!!- Gritó

Ese grito impulsó a Lukas a toda velocidad por el salón, haciéndolo estrellar contra el altar. Al ponerse de pie sintió un profundo dolor en el estómago, se levantó el traje y vio cómo poco a poco se le hacía una apertura en el estómago, liberando un pequeño río de sangre que bajaba hasta sus pies y teñiendo de color rojo el piso.

-No voy a repetirtelo humano, donde esta mi anillo- exclamó

-No sé de qué anillo me hablas...hugh... ¡¡para!!, ¡¡detente!!- gritaba a más no poder mientras el anciano lo hacía levitar en el aire con su mente y se ensanchaba la herida en su estómago.

-Esto podía haber terminado por las buenas, pero veo que no vas a cooperar, aquello que más amas vas a estar destinado a perderlo- dijo el anciano.

Lo levantó aún más en el aire y lo lanzó contra la puerta que daba a su habitación, un fuerte dolor recorrió todo su cuerpo, tras el se extendía un río de sangre, solo le quedaba arrastrace hasta llegar al interior de la habitación.

-Lenta será tu muerte, te desangraras y nadie vendrá en tu rescate pues todos morirán esta noche- dijo el anciano mientras le daba la espalda abandonando la iglesia.

Apocalipsis: GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora