Roylan

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Fuertes explosiones ocurrieron por todo el pueblo y un gran terremoto destruyó la mayoría de edificaciones.

Roylan que se encontraba dormido desperto sobresaltado, parte del techo de su casa se había derrumbado. Su vida cambiaría para siempre en ese momento.

No era más que un joven de 16 años, tenía buen estado físico, pelo castaño y ojos negros. Sus padres lo habían abandonado de niño pues no tenían los recursos para dedicarse a la crianza de él.

Salió a la calle y una estampida de personas lo arrojó al suelo.

Mientras lo pisoteaban vio como caían uno a uno, extrañas criaturas los cazaban. Aquello se había convertido en una carnicería.

Un pedazo de roca le golpea la cabeza haciendo que pierda el conocimiento.

Pasaron las horas, y al abrir los ojos prefirió no haberlos abierto. Encima de él se tendía un montón de cadáveres, los aparto de encima y logró ponerse de pie. Estaba algo mareado y le dolía todo el cuerpo.

Un profundo silencio recorría el ambiente. Era más del mediodía. Aquello era una masacre, cadáveres por doquier. En los techos de algunas casas habían tripas colgando, las calles parecían teñidas de rojo, aquello parecía sacado de la más terrible pesadilla. Se dispuso a caminar pero algo le impidió seguir haciéndolo, un monstruo lo miraba fijamente, Roylan no supo que hacer, se encontraba petrificado, la criatura comenzó a dirigirse a él haciendo extraños ruidos, cada ves iba más rápido por lo que Roylan echo a correr mientras pedía ayuda, de pronto Ron el panadero apareció y saltó encima de la criatura mientras la apuñalada.

-¡¡¡Corre Roy, huye!!!- Gritó.

Lágrimas comenzaron a salir de sus ojos, salió corriendo, huyendo como un cobarde mientras Ron se sacrificaba por él.

Ron fue como un segundo padre, lo alimentaba, le atendía y siempre estaba dispuesto a pasar tiempo con él. Juntos habían salido a cazar muchas veces, Ron le había enseñado varios trucos de supervivencia.

Gritos se escuchaban a su espalda, probablemente Ron estuviera muerto pero el solo pensaba en correr. Ya se encontraba internándose en el bosque de abetos que rodeaba el pueblo.

No dejaba de mirar atrás mientras corría, pero tropieza con una roca y cae rodando hasta chocar con el tronco de un árbol.

Apocalipsis: GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora