Capitulo 3.

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Capitulo 3: Es muy bueno.

Sebastián me llevó al comedor para que me tomara un té y tocaba mi espalda para tranquilizarme hasta que ví aparecer a mis compañeros de entrenamiento.

Matu al verme vino rápidamente hasta donde me encontraba - Calle, ¿Estás bien? - me preguntó y yo negué haciendo que ella me diera una abrazo fuerte - tranquila ¿Si? Todo va a estar bien - asentí y ella besó mi frente - bueno, te dejo que voy a desayunar con los demás. Poché no dió tiempo para eso, después tenemos que correr 200 vueltas y hacer 300 flexiones ¿Vas a venir? - preguntó ella.

- No se... - dije con la voz temblorosa y ella solo asintió y beso mi mejilla para después irse con los demás.

- ¿Vamos un rato a la capilla? Hay vamos a estar solo y podemos hablar con tranquilidad - asentí a lo que dijo Sebastián, la verdad es que si necesitaba hablar y desahogarme un poco.

Cuando llegamos a la capilla noté que efectivamente no había nadie más que el, las cámaras de seguridad y yo. Me eche a llorar y el solo me abrazo, después de unos minutos me despegue lento de el y le mire los labios, me acerqué lentamente dándole chance de que se alejara y como no lo hizo roce sus labios con los míos hasta que nos besamos, el besaba muy bien. Cuando reaccioné me separé rápidamente de el.

¡¿Que coño estaba haciendo?!

- ¡O por Dios! Sebas, lo siento de verdad yo no quería, solo que.... Con todo... Yo... - no pude seguir con mi divagaciones por qué el me cortó con un beso lleno de pasión, nada que ver con el beso de hace unos segundos.

Me cargó y yo enrollé mis piernas en su cadera para darme apoyo. El me sentó en una mesa que había hay y yo me quité la chaqueta y a él le quité la camisa. Siguió besándome mientras desabrochaba mi camisa y empezaba a besarme el cuello al punto de hacerme gemir por las pequeñas mordidas que dejaba en mi pulso. Desabrochó mi sujetador y yo desabroché su pantalón mientras el hacia lo mismo con el mío y me lo quitaba. El me tomó fuerte de la cintura y hizo mi braga a un lado comenzando a entrar en mi. Lo noté nervioso y sabía que era el miedo de que nos atraparán, pero eso nunca sucedió. Al terminar ambos nos arreglamos y salimos al patio donde Poché ya estaba impartiendo la clase.

- Ve a la cama y descansa un rato si quieres, yo me encargo de hablar con Poché - dijo dulcemente y yo solo negué.

- Voy a ir a la clase, luego nos vemos -me sabía las reglas de Poché, así que prefería no faltar. Le sonreí y el me devolvió la sonrisa con un beso en los labios para después irse y yo acercarme a Poché.

- Ponte hacer las flexiones que tus compañeros ya están por terminar - le hize caso y me puse hacer el ejercicio viendo como el patio se iba quedando vacío quedando solo Poché y yo, ella tomó un banquito y se sentó a mi lado mientras seguía con mis flexiones, llevaba 170 y ya no aguantaba más - Coje como un Superman ¿Cierto? - paré de hacer mis ejercicios por qué no sabía a qué se refería - Sebastián y la capilla....

- Pues si, es muy bueno - dije para joderla pero ella solo se echó a reír.

- Si lo dices para joderme, no hace falta te lo aseguro, nunca estaría con un hombre - la Vi confundida - ¿Sabes que están grabados en las cámaras? - asentí lentamente, coño es cierto - eres menor de edad Daniela, ¿Has pensado en que lo pueden mandar a la cárcel? - preguntó seria.

- Tu no vas a decir nada - aseguré.

- No hará falta, Juampa se encargará de el a penas se entere por si mismo. ¿Te has enamorado de el? - preguntó.

- No, no lo estoy. Pero quién sabe después, el me quiere mucho - dije volviendo a mis ejercicios.

- Si, te quiere a ti y a todas las chicas con problemas que pasan por este lugar.... - la miré con confusión - solo se acostó contigo por los estúpidos remordimientos que tiene - la miré más confusa todavía - lo mandaron a la guerra de Irán y mientas estaba allá, se metieron a robar a su casa y violaron a su esposa mientras le daban una golpiza que la dejó ciega, estéril he inútil.

- ¡¿Que?! - dije incrédula.

- Si. Cuando sucedido todo eso su mujer le pidió que dejara el ejército y sirviera aquí como comandante y profesor para otros chicos - deje de hacer las flexiones y me senté al frente de ella para escucharla con atención - el sigue con su mujer Daniela, sigue con ella por lastima y si está contigo es por exactamente lo mismo, al igual como ha echo con otras - yo negué con la cabeza, eso no podía ser verdad, Sebastián no podía jugar conmigo de esa manera después de que le conté lo que pasó con Samuel - tiene remordimientos y se siente culpable. Es tan idiota que se siente culpable por ti y el ni siquiera tiene nada que ver - comenzó a reírse, y aunque su risa era hermosa no me gustaba el por qué en ese momento.

- No te rías María José, que no tiene gracia - dije sería y ella dejo de reír por mi tono de voz.

- Haz las flexiones, las 200 vueltas y solo te digo una cosa... En esta academia no se aceptan niños ni mujeres embarazadas, aprovecha el tiempo deportivo que tienes y ponte a rezar de para que no te haya dejado en cinta - se acercó intimidante a mi cuando ambas estábamos de pie - por qué si lo estás, yo misma te abriré y te sacaré la cosa que tengas adentro y luego lo tírate por el sanitario - dijo tomándome fuerte con una de sus manos por la mejilla.

En ese momento me dió miedo de lo que ella pudiera hacerme, ¿Y si era verdad? ¿Y si estaba embarazada? Ella se fue y yo hice los ejercicios lo más rápido que pude. Me dolía la cabeza y sentía que de un momento a otro me iba a explotar; a mi cabeza se me venía como una película el hombre que maté, la historia que me contó Poché y la posibilidad de que esté embarazada.

Cuando termine me fuí a dar una ducha, comí y después me fui a mi cuarto a descansar. Cómo la tarde la teníamos libre aprovecharía y hablaría con Sebastián.

(...)

Desperté por haber tenido una pesadilla, estaba empapada de sudor y ya eran las 6:00 de la tarde. Yo creo que nunca olvidaré la muerte de ese hombre. Me levanté y Vi que en mi puerta había un comunicado. Dentro de dos semanas hiriamos a una misión en un bosque así que teníamos que estar preparados. Deje el papel en la cama y me vestí para ir a dónde Sebastián.

Al entrar en la cocina donde el estaba dije lo primero que se me vino a la mente - Sebas, creo que me voy a escapar.... - dije ya que el estaba solo.

- Tu no puedes hacer eso Calle, si te escapas, Alexandro lo va a saber y te matará - dijo el tomándome de ambas manos.

- Ven conmigo. Se dónde Juampa esconde el dinero y no es muy difícil de robar - dije de repente.

- ¡¿Que?! - dijo sorprendido - si nos escapamos y mandan a Poché a buscarnos me va a matar y a ti te va a torturar, no podemos hacerlo Calle. Espera solo un poco de tiempo y pensamos en algo mejor ¿Vale? - asentí y el me besó de una manera única, como solo el sabía hacelo.

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Aquí les dejo el tercer capítulo de esta historia, espero que les guste.

𝐃𝐞𝐥 𝐨𝐝𝐢𝐨 𝐚𝐥 𝐚𝐦𝐨𝐫 → 𝐂𝐚𝐜𝐡é 𝐆!𝐩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora