De alguna manera sabe, en el momento en que cierra los ojos, que esta será su última visita al pasado.
Sólo han pasado un par de horas desde que regresó de la mansión, pero para Harry se siente como una vida. Durmió un poco, pero fue un sueño ligero, perseguido por el fantasma de un amor perdido hace mucho tiempo que se siente como una herida fresca incluso después de doscientos años.
La idea de un círculo invisible que se está cerrando lentamente sobre él hizo que fuera imposible descansar realmente y, guiado por una intuición que hace mucho que dejó de cuestionar, ahora se encuentra detrás de su casa, en el viejo jardín que se ha convertido en un simple parche de césped.
Este es el lugar donde el caballero verde permaneció todos esos años, esperando el regreso de un amante que nunca volvió, hasta el día en que nació Harry.
Parece lógico que aquí sea donde debería terminar.
El gran roble en la distancia parece inclinar la cabeza hacia él en el viento, mientras respira hondo y cierra los ojos, dejando que el pasado lo abrace como un viejo amigo. Esta vez no hay mareos, ningún zumbido en sus oídos. El tiempo pasa a su lado como un viento fuerte, llevándolo con él, hasta que vuelve a abrir los ojos.
"Edward." Se da la vuelta para mirar al chico alto y rubio que camina hacia él. Will tiene el cabello rubio de su padre, pero su rostro se parece al de Catherine. Ahora tiene casi dieciocho años, en realidad ya no es un niño.
A Edward no le gusta elegir favoritos entre sus sobrinas y sobrinos, pero Will siempre ha tenido un lugar especial en su corazón.
Después de que su propia madre falleciera hace un par de años, sólo un año después de su hermano Joseph, Edward vino aquí para ayudar a su tía con la casa. Ellos vendieron la mayor parte de la tierra, solamente se quedaron con lo suficiente para alimentarse y les fue bien solos. Después del fallecimiento de su padre, Catherine, que se había mantenido en contacto con su madre a través de cartas hasta entonces, vino a visitar Bilbury por primera vez. Fue un reencuentro emotivo, pero Edward vio regresar la felicidad de su tía junto con su hija y sus nietos.
Sus visitas se han convertido durante mucho tiempo en algo habitual y William, que es el nieto mayor, es el que más los visita y se aloja en Greywethers todos los veranos. Margaret y Catherine tienen la fuerte sospecha de que podría inclinarse a quedarse más tiempo esta vez, a juzgar por la estrecha amistad que entabló con Annie Bennett, la hija del vicario.
"Está hecho. Clavé el techo para que no haya más agujeros, primo", Will se detiene ahora junto a Edward.
"Gracias, Will. No quiero que ninguna paloma se quede atrapada allí".
El nuevo propietario de la mansión, un tal Señor Eaton, que compró la finca el año pasado, decidió cerrar el palomar, considerándolo anticuado y demasiado lejos de la mansión. Todas las palomas estaban vendidas, pero de vez en cuando, una despistada encontraba el camino de regreso a su antiguo hogar y Edward no quería que ninguno de ellos quedara atrapada dentro del edificio abandonado.
Puede sentir los ojos del joven a su lado escudriñando críticamente su rostro. "No dormiste anoche."
"Estaba soñando", responde Edward.
"Creo que estabas sonámbulo. Escuché tus pasos por las escaleras en medio de la noche".
Edward lo mira con ojos afectuosos. "Te preocupas demasiado, Will. Fue sólo una noche".
"La misma noche todos los años", Will arquea las cejas. "Quizás algún día finalmente me digas lo que te atormenta, primo".
"Quizás", Edward sonríe. "Pero no hoy. ¡No te preocupes por eso!"
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We are ghosts amongst these hills. (Traducción)
RomanceHarry compra espontáneamente una casa en Yorkshire porque el universo, o el destino, lo sigue conduciendo hacia ella. Lo que no sabía es que su nueva casa viene con un pasado que parece estar misteriosamente ligado a su propia vida. Antes de darse...