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💜. Día 6 .💜

Masturbación y felación al activo

[Segunda parte]

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El chirrido de la madera al abrirse desde fuera la puerta le hizo salir de sus pensamientos y estupor momentáneo. Sin saber por qué lo hacía, agarró lo primero que tenía enfrente y disimuló estar sumido en una muy profunda lectura.

Unos pasos ligeros pero apresurados y algo inseguros se escucharon en la vacía aula. Akutagawa le prestó especial atención; parecían los pasos de alguien que intentaba hacer el menos ruido posible, temeroso de ser encontrado y reprendido. Había aprendido eso de su hermana, Gin; ella decía que la personalidad de cada persona es mostrada por nuestros cuerpos, con las cosas que hacemos inconscientes.

Ella decía que sus pasos mostraban su fobia social: suaves, calculados; dados para pasar desapercibidos para los demás oídos, casi como si nunca nadie hubiese pasado por allí.

Estos pasos eran animados, un poco rápidos y desiguales, pero a la vez dubitativos y nerviosos, como si temiera acercarse.

«No lo culpo. Nadie se me quiere acercar.»

Akutagawa siguió el trayecto de su "compañero" a través de su oído, sin sacar la vista de las fórmulas en la página frente a él. ¿De todo los libros, tenía que elegir el de física? Esa persona se detuvo, escuchó el sonido de la silla de madera siendo arrastrada y el leve crujido de la madera bajo el peso de una persona al sentarse sobre ella.

Akutagawa no perdió detalle.

Del casi nulo sonido de las patas contra el suelo, como si la persona temiese molestarlo demasiado.

El nulo crujir de la madera bajo el peso ajeno; la persona debería ser muy delgada.

Que estaba sentada a su lado.

Pasó saliva, sintiendo el sudor frío escurrir por si sien. Apretó un poco el entrecejo, intentando parecer lo más natural posible; la incomodidad subía por su columna vertebral como una serpiente escamosa.

¿Qué debería hacer? Esa persona tampoco hablaba, así que ¿por qué entró al aula? ¿Estaría aquí para hacer el examen de admisión? No recordaba a nadie con esos pasos entre los estudiantes optantes a medicina. Casi parecían los de...

«No», cerró los ojos, regañándose.

Era demasiado soñador y hormonal de su parte pensar que el chico que le gustaba desde primero de secundaria era aquel que estaba a su lado disimulando con un libro de portada roja mientras lo observaba por el rabillo de esos ojos una lindos que tenía. Una mezcla de dorado y púrpura que lo hacía perderse en un mar de-

¡Ahhhh!

¡¿Qué eran esos pensamientos que estaba teniendo!?

¡Es culpa de Dazai-san y Chuuya-san por andar de jotos todo el maldito día!

Tenía que cerciorarse. No podía ser tanta casualidad.

—T-tengo una manera de hacerte sentir menos... ansioso. —dijo la persona: era un chico de voz dulce y tranquila.

—¿Por qué no te vas? —dijo Akutagawa al mismo tiempo.

Un silencio incómodo cayó sobre ellos, como una bruma negra. Akutagawa dejó su libro y miró a su derecha: había un muchacho más o menos de su edad, quizás un año menor, vestido con el uniforme negro de la preparatoria; un desprolijo y mal cortado cabello blanco caía sobre su frente y orejas de manera descuidada, Akutagawa no pudo evitar querer estirar la mano y acomodar ese mechón más largo que el resto detrás de la oreja. Oh, incluso tenía un mechón de pelo de color negro, adorable.