23*REFLEXIÓN

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 ¿Por Qué Adorar?

Él es tu señor: inclínate ante él. Salmo 45:11

Una antigua canción evangélica dice así:

Jesús, jamás olvidaré lo que hiciste por mí.

Jesús, jamás olvidaré cómo me liberaste.

Jesús, jamás olvidaré cómo me hiciste salir a la luz.

Jesús, jamás olvidaré. ¡Jamás!

La canción luego proclama: «Él hizo tanto por mí que no puedo contarlo ya. ¡Se ha llevado todos mis pecados!».

Ya sea que adoremos a Dios por sus atributos (por quién es él) o por sus acciones (lo que ha hecho), la adoración es nuestra respuesta a él. La adoración es una medida de nuestra percepción, aprecio y entendimiento de quién es Dios y qué es lo que ha hecho.

Cuando un niño irrumpe en grititos de alegría y abraza con afecto a alguien que le da una sorpresa, estamos viendo una respuesta llena de gozo. De manera similar, porque las misericordias de Dios se renuevan cada mañana (Lamentaciones 3:22-23), tenemos buenas razones para nunca dejar de adorarle. Un buen ejercicio para el cristiano es el de pasar algún tiempo recordando las cosas que Dios ha hecho, las cuales fluyen de quién es él. Si lo pensamos en detalle, estaremos de acuerdo con el autor de esta canción: «Ha hecho tanto que no puedo contarlo ya».

Recordar la grandeza y la bondad de Dios es responder con un corazón lleno de gratitud.

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