Harry estaba sentado en su cama con una guitarra entre sus manos. Tocaba una y otra vez acordes en el instrumento marrón, frunciendo el ceño cuando no estaba de acuerdo en el sonido que emitía. Resopló pasando sus dedos entre su cabellos, peinándolo hacia atrás, dejó la guitarra en el soporte y cogió la libreta donde tenía escritas diversas letras.
Carraspeó un poco aclarándose la garganta, colocó la libreta en sus piernas y volvió a coger la guitarra, para poder al menos improvisar si así se le ocurría algo mejor.— I might never be your knight in shinin' armor, I might never be the one you take home to father and I might never be the one who brings you flowers. But I can be the one, be the one tonight.
Sonrió aún con los ojos cerrados, estando de acuerdo con esa dulce melodía que había emitido con su grave voz y el sonido de la guitarra. Soltó el instrumento de nuevo en el soporte y con la idea de la música en su mente comenzó a escribir de nuevo en la libreta.
Llevaba media hora escribiendo más partes de la canción cuando la puerta de su cuarto sonó tres veces, dándole a entender que alguien tocaba esta.—Pasa.
La puerta se abrió lentamente y la cabellera negra de Anne se asomó por esta, sonreía con ternura en dirección a su hijo. Harry bajó la mirada un poco avergonzado, seguro que le había escuchado. Cerró la libreta y la apoyó sobre sus muslos.
La mujer entró, mirando a su hijo con dulzura, pudiendo observar esa faceta risueña que llevaba escondida tanto tiempo pero que cierto chico castaño había sacado a la luz.— ¿Qué haces?
—Nada.— contestó rápido Harry con la mirada fija en las sábanas de la cama.
—Mmh, ya. Bueno te avisaba de que me iba a trabajar y que te he dejado la cena en la nevera, cuando tú quieras cenas pero que no se te haga tarde, cariño.
Harry asintió y se levantó de la cama para dejar un beso en la mejilla de su madre, a modo de despedida.
—Por cierto, Harry.— la voz de su madre hizo que volviera a girar la cabeza en su dirección.— Te está quedando preciosa, cielo.
Y antes de que pudiera contestar, Anne ya había cerrado la puerta de su habitación. Resopló de nuevo con una sonrisa.
Agarró la libreta que yacía cerrada sobre las sábanas azules de su cama, un poco más abierta por la página donde escribía. Esa libreta se la había regalado su abuela en su quinceavo cumpleaños, ya que en ese entonces era la única que sabía su pasión por la música, más precisamente por componer. Aquella noche cuando ya habían soplado las velas de su tarta, la anciana mujer tiró del brazo de Harry para sacarlo a la terraza y de su bolso de cuero marrón sacó el pequeño regalo envuelto en un papel granate.
Harry la miró con ojos brillantes cuando lo abrió, sonará ridículo pero la libreta era tan bonita que nada le impidió sonreír.
—Pasma aquí todo, hijo. Quiero escuchar alguna de las canciones tan hermosas que escribes antes de irme para el otro lado.
No le dio tiempo, murió meses después por un ataque al corazón y Harry no había terminado ninguna de aquellas canciones que tenía empezadas. Dejó de escribir al completo, solamente cuando no sabía que decir o que hacer escribía algunos versos, pero nunca en esa libreta, siempre en post-it o hojas del instituto.
La pequeña libreta había quedado olvidada en el fondo del cajón de sus calcetines, hasta que llegó Louis y le produjo tantas emociones juntas que empezó de nuevo, explayándose con facilidad pensando en él.
Louis se despertó a las diez de la mañana al día siguiente, sin titubear esta vez. Se levantó tan de pronto que tuvo que volver a sentarse porque se había mareado. Empezó a meter todas las cosas necesarias para pasar un día de playa en la mochila que llevaba al instituto, dejando todos los libros sobre su escritorio. Metió ropa de cambio, crema, unas gafas de sol, una toalla, calcetines y chanclas. Y en una nevera portable metió la bebida, la comida le tocaba a Harry.
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Mío
FanfictionHarry Styles es un cani con moto Louis Tomlinson es un chico tranquilo ¿Qué pasa con Harry y Louis? -cliché -ht lb