XXI

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Bajo las sábanas de la cama se encontraban Louis y Harry enredados entre ellos, mirando hacia lugares sin sentido o hacia sus rostros, con las bocas entreabiertas y las pupilas dilatadas.

La cabeza del más bajo estaba apoyada en el pecho de Harry, mientras la suya estaba en el cabecero de la cama, con su mano acariciando los cabellos castaños y rebeldes.

Louis se encontraba adormecido, mirando anonadado el perfil de Harry, observando todos los detalles de su hermoso rostro; piel blanquecina y suave, aunque con algunos granos salpicados que solo lo hacían más atractivo, nariz puntiaguda y recta, labios anchos y rojos que se miraban siempre húmedos y brillantes, ojos verdes e hipnotizantes, que cuando clavaban su mirada en algo se podía ver el movimiento de sus pupilas, unas largas y frondosas pestañas adornaban estos y un poco más arriba sus cejas rectas y castañas relajadas, pero que la mayoría de veces se encontraban fruncidas.

Una verdadera obra de arte.

No pudo contener el impulso de acariciar con sus dedos la filada mandíbula que delineaba a la perfección su cara, recibiendo como respuesta que Harry girara su cabeza para mirarlo y sonreírle, se inclinó para dejar otro beso más sobre sus finos labios.

Louis bajó la mirada un poco avergonzado pero con sus labios apretados para esconder la sonrisa que amenazaba con salir. 

Mentiría si las palabras de Daniel no le habían hecho pensar en toda aquella semana, destapando de nuevo su frasco de inseguridades pero sin abrir la boca por miedo a que fuera verdad. No podía con la idea de que Harry le dijera que era cierto, que no le gustaba y que había vuelto a jugar con él.

La dependencia emocional no es algo bonito ni bueno. No es agradable que toda tu estabilidad psicológica la vuelques en una persona, porque sin querer, estás dándole un responsabilidad que no le corresponde. Pero a veces el cerebro nos gana, y no nos deja tomar las decisiones correctas.

Louis se estaba volviendo dependiente de Harry y cada vez tenía más ganas de preguntarle para evitar que de eso saliera un problema.

—Harry...— habló en un susurro, dispuesto a abrir su corazón y desechar las dudas de su cerebro.

—Mhm.

—¿De verdad te gusto?— la pregunta sobresaltó a Harry, quién sacó las manos de su pelo y se enderezó en la cama.

—¿Qué?— parpadeaba rápido, intentando encontrarle algún tipo de doble sentido a la pregunta que lo había avasallado en un momento que estaba a punto de dormirse.

Louis notaba ya sus mejillas rojas.— Yo... es que estoy asustado.

—¿Por qué? ¿Qué te pasa?— frunció el ceño, preocupado por la actitud del castaño.

Louis recordó lo que acordaron entre ellos cuando se reconciliaron; Hablar. Conversar de lo que les preocupaba para que saliera bien.

—¿Dijimos que teníamos que hablar no?— No dejó que el otro prácticamente terminara de asentir cuando siguió hablando.— Me... me da miedo que todo sea mentira.

—¿El que?

—Pues todo, nosotros, lo que tenemos.— explicó, moviendo las manos en diferentes direcciones.

—¿Por qué piensas eso? Te he dicho muchas veces que sí me gustas, Louis.

—Tú también me gustas a mí, de verdad.

—¿Entonces? 

—No sé, me da miedo que estés mintiendo.

Harry estaba desconcertado, las palabras de Louis le estaban doliendo un poco, sentir que no confiaba en él era algo que le estrujaba el corazón.

MíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora