10° El tren - NaruSasu

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Soltó un suspiro.


Naruto siempre fue una persona hiperactiva y feliz, ganándose el cariño de muchos y el odio de otros, pero siempre fue bueno para hacer amigos.



Actualmente era un hombre de veinte años, estaba en plena flor de su juventud, y aunque, a pesar de su actitud no le gustaban mucho las fiestas, sí que le gustaban los chicos.

Naruto se había declarado gay a la edad de dieciséis y aunque el proceso de aceptación fue duro, nunca se ha arrepentido.

A Naruto siempre se le hizo más fácil conseguir algo con otro hombre que con alguna mujer, desde su punto de vista, estas eran hermosas pero muy complicadas para un hombre de gustos simples como él.


Lo gracioso es que a pesar de estar en la flor de su juventud, no ha tenido una relación en dos años, e incluso se mantiene exento de relacionarse sexualmente con alguien, es decir, no es el tipo de persona que pueda decir “hoy follamos pero mañana si te vi, no recuerdo”


Alzo su vista hacia el tren que ya iba llegando y lo abordó, particularmente hoy era uno de esos días que parecían casi irreales, pues las líneas estaban algo vacías, algo totalmente diferente al normal día a día al que estaba acostumbrado y en el cual se aglomeraban demasiadas personas para su gusto y terminaba siendo tocado en lugares donde nunca le da el sol.



Con tranquilidad se sentó, su vagón estaba lleno, de seguro el resto estaban más deshabitados.


Actualmente no estaba estudiando en la universidad.

No es que no quisiera, es solo que él es un poco duro de cabeza y las matemáticas, química y biología no se le dan para nada bien.


Es más ágil deportivamente.


Por eso prefirió extender su conocimiento de modo diferente.


Había hecho muchos cursos; primeros auxilios, fotografía, aprendió boxeo, a hacer helado e incluso sabe cortar cabello.


Sí, no tienen que ver mucho entre sí, pero es mejor estar preparado para todo.

Naruto había pensado en algunas opciones para su vida profesional.

Primero: quería presentar el examen de bomberos.

Si lo primero no funcionaba.

Segundo: Ir a la academia de policía.

Si eso tampoco funcionaba.

Tercero: Intentaría abrir una peluquería propia.

Y por si acaso.

Cuarto: Trabajaría duro y abriría una heladería.




Pero ahora mismo, se dirigía a casa de Kiba.


Él y sus amigos decidieron organizar una reunión de los graduados, ya que hacía tres años que eso había sucedido, y decidieron la casa de Kiba como el sitio de encuentro.

Levanto la mirada y observo una señora de edad que miraba hacia todos lados buscando un sitio donde sentarse.

Él se levantó de inmediato ofreciéndole su asiento, y la señora le entrego una tierna sonrisa de agradecimiento.


Terminó sujetado de las barras con agarradera de la parte superior del tren.


Entonces apareció.


El Callejón De Los Ships.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora