12° En una isla - HashiMada

200 15 7
                                    


Dedicado a: Itachi-chiquito lo prometido es deuda (lamento haber tardado tanto).




Su mirada había durado oscurecida tanto tiempo que el sol lo lastimaba con demasía. Su garganta estaba seca y su lengua salada, su cuerpo bañado en agua de mar, adolorido y su mente llena de confusos recuerdos de lo que había vivido hace ya unas cuantas horas, aunque para él, los recuerdos eran tan borrosos que parecían ser solo unos minutos.



Había abordado un barco porqué deseaba cruzar el mar, e ir a una hermosa isla, donde incluso había reservado una habitación de un bello hotel. Su idea principal era gozar su descanso laboral, en aquella isla maravillosa, tomar cocteles tropicales y dormir sintiendo la fresca y pura brisa.


Y quizás conseguir a una beta u omega que quisiera pasar unas cuantas noches con él.


Pero ahora, su mente era un caos, sin nada más en conciso que el hecho de que casi muere ahogado cuando una tormenta sacudió el barco.




Hizo un gran esfuerzo para poder incorporarse.


Su cuerpo seguía descansando en la caliente arena, mientras el sol le daba de lleno en los ojos.


Los cerró y abrió hasta que el paisaje frente a él se hizo claro.


Lo primero que observó fue el azul del cielo tocando las aguas trasparentes, luego alzó la mirada y el sol lo cegó.



Maldijo en voz alta y su garganta dolió al hacerlo.


Giró y miró a sus espaldas, y se encontró con su realidad.


Había naufragado, estaba perdido, no tenía conocidos que supieran de él, así que nadie se preocuparía por él, y ahora estaba solo en una isla desierta.


Se tocó la cabeza verificando si no tenía ninguna potencial herida, y suspiro aliviado al verificar que no era así.



Miró al frente y se puso de pie, se encontró con un panorama vació, sin señales de otra tierra cercana.



-Bueno, he estado en situaciones peores - soltó una pequeña broma para sí mismo, y sonrió un poco - No, no es cierto.



Después de tanto mirar a todas partes, hizo un esfuerzo titánico por calmar sus nervios y miedos y decidió rodear la isla para saber si del otro lado podía ver tierra.



Para asegurarse tomó una rama un tanto gruesa que se hallaba en el suelo; si había animales salvajes, él al menos haría algo para defenderse.


Fue dando pasos cortos y no muy apresurados, y de vez en cuando se sacudía el exceso de tierra en sus ropas sucias y rotas.


Su camisa roja había terminado hecha girones, por suerte su pantalón se había mantenido firme porque llevaba cinturón.



Tenía mucha sed, sentía su boca como un desierto, y era cierto por demás que no podía tomar agua de cualquier lugar, aunque estuviera rodeado por agua, no podía beber agua salada, a menos que quisiera morir de deshidratación.



Sus pies descalzos se enterraron en la arena y pasó su mano por sus cabellos revolcándolos hacia atrás, tratando de que no se interpusieran sus castaños mechones en el rostro.




Entonces sus ojos se encontraron con algo maravilloso, como si fuera una respuesta a sus suplicas, ante él apareció una hermosa piña, era una piña, no lo podía creer.


El Callejón De Los Ships.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora