13° Exhibición de arte - Deidara x Sasori

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Dediacada a Naki_no_neko
Espero que te guste.

Se escuchaban trasteos, movimientos de cosas, por aquí y por allá, algunas caían, otras rebotaban mientras que el silencio parecía ser lo único que no invadía el lugar.

Una maldición se escuchó resonar por la estancia y finalmente un estruendo asombroso vino después.

Ya estaba, por hoy no haría más.

En medio de un enorme desastre hecho a base de arcilla, pintura, papel y algunos instrumentos que le ayudan en el trabajo, se encontraba Deidara, con sus cabellos revueltos, y su ropa para nada impecable.

Debajo de sus azules ojos resaltaban sus ojeras, se la había mantenido despierto por casi tres días, intentando encontrarle una solución a su dilema artístico.

Por eso no le gustaba cuando tenía que hacer de su arte, para alguien más.

Pero dinero era dinero, y de algo debía vivir.

Su pedido había sido una escultura de un hombre, uno guapo, sexy, muy erótico, pero con unas facciones hermosas, un adonis en todo el sentido de la palabra.

El problema era, que no le salía pues para rematar, la escultura debía estar desnuda.

Por eso no le gustan las mujeres, están locas.

No es que él no hubiera visto a algunos hombres desnudos, pero a ninguno lo consideraba tan maravilloso, ni en la cama, ni en la vida.

Se levantó del suelo al hallarse ya descansado de su extensa jornada, miró la hora y buscó en su agenda los pendientes del día.

Ah...

Hoy tenía una cita, no era hombre de tener muchas relaciones, pero de vez en cuando tomaba algún consejo de Hidan sobre buscar a alguien y tener experiencias nuevas, aunque claro, nunca conseguía a alguien que se apegase a sus expectativas.

No es que él fuera un hombre muy exigente, sólo que, nadie comprendía su fascinación con el arte, ni el "desorden" que conllevaba conseguir inspiración.

Ojalá fueran tan fácil como abrir una lata de refresco.

Caminó perezoso hasta la ducha, donde con lentitud se despojó de sus indumentarias, encendió el chorro y dejó que le cubriera entero.

Sus cabellos dorados se pegaron a su espalda producto de la intensa humedad y el agua, vital, transparente y virtuosa, se deslizó por cada espacio de su cuerpo.

Dio un gemido de puro gozo al sentir como aquel líquido lo envolvía.

Cerró el grifo y buscó el shampoo, lavándose bien el cabello.

Entonces los minutos pasaron y el hombre hizo lo que consideraba necesario, se lavó minuciosamente el cabello, aplicándose también tratamiento capilar, luego de terminó con su cuerpo, limpiándose bien en todos lados, también se depilo.

Si llegaba a tener sexo, estaría preparado.

Salió de la ducha y miró dentro de su armario, no había la gran cosa.

Se secó el cabello y se puso una camisa de mangas cortas color rojo y unos pantalones beige, unos zapatos negros de lo más comunes y para el frío un chaquetón marrón con estampados suaves.

Le parecía un look aceptable, pero bueno, no importaba mucho, quería divertirse un poco.

Se peinó el cabello, pero lo dejó suelto, y se aplicó un poco de corrector en las ojeras, para así poder ocultarlas, incluso un poco de bálsamo labial.

El Callejón De Los Ships.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora