Strangers- Capítulo VII

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Poche's POV

La última cirugía había acabado con éxito, me saqué los guantes y el equipo quirúrgico. Miré dentro de la sala, las enfermeras recogían todo y el paciente era llevado de vuelta a su habitación.

Necesitaba descansar un poco o liberar el estrés antes de mi siguiente cirugía, en dos horas.
Había escuchado, por parte de una enfermera, que la sala de urgencias estaba siendo dirigida por otra doctora, no por Daniela Calle.

Al pasar por el pasillo con el gran ventanal me di cuenta que era de noche, así que los cuartos de descanso estaban ocupados en su mayoría, a excepción de los cuartos en el piso de obstetricia.
Aún no entendía porque la mayoría de las mujeres daban a luz por las noches.

Llegué al piso y comencé a buscar los cuartos de descanso, abrí la puerta del primero y las dos literas estaban llenas. Llegué a la puerta de enseguida y los gemidos se escucharon mejor cuando abrí la puerta; cerré la puerta sin ver quiénes eran las dos mujeres ahí dentro. Di media vuelta y Daniela Calle caminaba hacia mí.

–¿qué haces aquí?– preguntó ella con curiosidad.

–busco algún cuarto donde descansar, ¿y tú? Pensé que estarías con la doctora Cabello.

–Ella está con Lauren.– dijo, seguí sus pasos hacia la última habitación que nos faltaba por revisar. –Esta habitación está vacía, ¿quieres compartir cama?

La habitación sólo tenía una pequeña cama individual, ¿que tan malo podía ser?, asentí ante su propuesta y ambas entramos, cerré la puerta detrás de mí y miré como Daniela se deshacía de su bata blanca, la dejó perfectamente doblada sobre una silla giratoria y luego se tiró en la cama.

–Necesitaba descansar un poco.– dijo luego de un suspiro. –Ven, que no muerdo... bueno, a veces lo hago, pero no muy duro.– sonreí cuando escuché aquello, moví suavemente mi cabeza en modo de negación y luego me separé de la puerta.

Se veía sensual sobre aquella cama, la blusa del uniforme se había levantado un poco, así que parte de su abdomen quedaba expuesto ante mis ojos, su cabello caía en la almohada y uno de sus brazos sostenía su cabeza.

Me deshice de mi bata y sólo la lancé a la silla, caminé hasta la cama y me acosté a su lado, en la orilla. –Yo también necesitaba descansar.

–¿Cuántas cirugías hiciste hoy?

–Cinco, pero la última ha sido la más difícil. Tenía que sacar un oligodendroglioma de una chica de 16 años, la ubicación del tumor hacía muy difícil el proceso de extracción completa, pero al final logramos hacerlo...– miré a Daniela quién me miraba con una sonrisa. –¿Qué?– reí suavemente, su mirada me estaba poniendo nerviosa.

–Eres sexy cuando hablas de eso.– sus mejillas se sonrojaron suavemente.

–Tú eres sexy siempre.– me acomodé de lado para así poder mirarla.

No sé cuánto tiempo pasó, probablemente segundos; pero mi mano fue directo a su mejilla y la toqué suavemente, tragué saliva estaba nerviosa, sólo un poco.

Rompí la distancia que había entre ambas y la besé lentamente. Desde nuestro último encuentro, el cuál fue fantástico y muy erótico, no habíamos tenido otro acercamiento íntimo; y había dos razones. Teníamos horarios completamente distintos, ella estaba cubriendo urgencias por la noche, y yo estaba en mi área por la mañana. Sólo podía verla de vez en cuando en el ascensor, con una decena de médicos acompañándonos.

Con Daniela Calle en la misma ciudad se hacía difícil conseguir nuevas chicas para saciar mis ganas de sexo, y no es que le deba fidelidad a una mujer casada, si no que nunca dejaba de pensar en ella y en bien que se sentía estar entre sus piernas.

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