Strangers- Capítulo XXII

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Calle's POV

Me sentía nerviosa.

Acababa de recibir un mensaje de mi esposo contándome como había sido su estancia en Carolina del Sur esos primeros días.

Otro mensaje entró a mi teléfono, pero ese era de Poché. '¿Ya estás en tu casa?' Era lo que decía, tragué saliva con fuerza mientras redactaba una respuesta.

Edward estaría fuera por los siguientes siete días, de los cuáles tenía uno completamente libre. Es decir, que nada me obligaría a salir de mi casa. Al enterarme de que Garzón tampoco iría al hospital por un tiempo, una pésima idea se me ocurrió. 'Sí. Hace más de una hora llegué. Puedes venir, te estoy esperando.' Respondí, me sentí la peor persona del mundo.

Engañar a mi esposo, en la casa que compartimos juntos hace meses, en nuestra propia cama (tal vez, el sofá y la mesa del comedor también), mientras él, confiando en mí, se fue solo a otro estado. Sí, era un asco de persona.

'Estoy afuera, ábreme.' Por un segundo vacilé en hacerlo. Pero la idea de estar con la italiana por los días siguientes no me desagradaba. Digamos que, al contrario, me agradaba demasiado el pensamiento anticipado de todo lo que haríamos.

-Hola, extraña.- me saludó con su característica sonrisa sensual.

La miré, o más bien, la analicé por completo. Mis ojos la recorrieron en su totalidad, y me sorprendía como me gustaba cada vez más. Iba vestida muy cómoda, con sudadera y pantalón de chándal, todo de color gris. Su cabello estaba recogido, y esto hacía que se resaltara su rostro tan hermoso, y sus ojos, esos ojos que parecían esconder mucho, lo que la volvía tan misteriosamente sexy, sus ojos me miraban con deseo, mucho deseo, pero últimamente también había un brillo de ternura y tal vez... cariño.

Y que maldito miedo me causaba sentir que era completamente mutuo tal sentimiento.

-Te ves hermosa.- hablé finalmente. Continuó sonriendo, miró mis labios.

-¿Puedo pasar?- preguntó.

-Por favor.- me moví a un lado y extendí mi brazo, indicándole que podía entrar.

Inmediatamente caminó hacia el interior del departamento con paso rápido. Tomó la mano que tenía extendida con su izquierda, y con la diestra empujó la puerta que causó un sonido algo fuerte al cerrarse.

Dio unos pasos hasta acercarse al sofá. Me empujó levemente para dejarme recostada en el mueble, se colocó encima de mí, el aroma de su perfume invadió mis sentidos y mis ojos se cerraron para disfrutar de la sensación que me causó tenerla cerca nuevamente. Tomé su rostro entre mis manos y uní nuestros labios en un beso lento y necesitado.

-Tres días sin poder besarte o tocarte es demasiado para mí. Se sintió como una eternidad.- me dijo. Unió nuestras frentes al separarnos- Te extrañé. Ni siquiera estaba en el hospital para verte, me estoy tomamdo un tiempo y eso... te extrañé.

-Fueron unos días algo raros. Con todo el tema del juicio no quería dejar a Camila sola. Y Edward...- me callé cuando colocó sus dedos encima de mis labios para detener mis palabras.

-No lo menciones, por favor.- susurró- No hables de él, solo seamos tu y yo. Quiero que vivamos estos días sin que nada externo nos afecte.

-Eso es crear una burbuja que sabemos que en algún momento se romperá.- razoné.

-Déjame vivir la fantasía.- sus ojos brillaron, su voz titubeó un poco, como si quisiera llorar- Déjame vivir en esa burbuja donde yo soy la única que está en tu vida.-

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