Strangers- Capítulo VIII

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Camila's POV

Si estuviéramos en alguna especie de dibujos animados, puedo asegurar que la mujer que caminaba frente a mí con paso firme y rápido, pero con la elegancia que la caracteriza, estaría soltando humo por sus oídos. Iba como alma que lleva el diablo, como diría mi madre. Obviamente los comentarios del esposo de Daniela le habían afectado, a mí también me molestaron. Pero ella se veía verdaderamente cabreada.

-Sabía que no era buena idea acompañarte a visitar a ese imbécil.- dijo cuando estuvimos en el interior de su auto.

-Perdóname por intentar que te lleves bien con mis amigos.

-No.- habló interrumpiéndome- Daniela es tu amiga, no él.

-Ya lo se, pero Edward es su esposo. Supuse que se llevarían bien.- rió con ironía.

-Pues ya ves que no. Lo siento si tu sueño de salir a comer los cuatro en una cita de parejas se ha frustrado.- comencé a reír.

-Creo que esa cita sería más divertida con la Dra. Garzón que con Edward, y no sería una cena, sería una noche de discoteca, porque ella si que sabe bailar.

-No creo que a Daniela le parezca tan buena idea.- dijo burlesca.

Tomé su mentón y dejé un beso en sus labios que terminó con una mordida de ella en los míos. Su mirada se conectó con la mía provocándome una sonrisa. Pero las palabras de Edward abordaron mi mente de repente.

-Lauren...- dije despacio.

-Dime...- susurró en el mismo tono dejando cortos besos en mi rostro.

-¿A qué se refería Edward cuando dijo conocer tus 'viejas costumbres del pasado'?- su semblante cambió a uno serio y se alejó de mí.

-Que manera tan jodida de arruinar el momento.- su mano se dirigió a la llave del coche y la giró para arrancarlo, cuando el motor estuvo encendido colocó su tan amada playlist de Arctic Monkeys para finalmente emprender camino hacia mi departamento.

Al llegar fue directamente a la cocina y desde ahí me gritó- ¡Haré pasta, amor! Date un baño mientras, debes estar cansada.

Y sí que lo estaba, por lo que hice exactamente lo que me sugirió.

Al terminar la relajante ducha fui directamente a la sala donde estaba sentada en el sofá esperándome con dos platos de pasta con salsa napolitana y camarones en sus manos. Me acerqué y tomé uno, y enseguida tomó el control de la televisión y comenzó a buscar sus documentales favoritos.

-¿Entonces no me dirás de que hablaba mi cuñado?- rompí al fin el silencio.

-Creí que había quedado más que claro que no hablaré del tema.- habló sin separar sus ojos de la pantalla y prestándole atención a la voz en off que narraba los sucesos del asesinato de una chica universitaria en Portland. La narración era lo que mas miedo me daba en aquellos documentales.

-Pero...- iba a replicar, pero el sonido de su teléfono anunciando una llamada me interrumpió.

Se levantó y caminó hacia la isla de la cocina para tomarlo. Rodé los ojos al imaginar que muy posiblemente se trataba de su esposa.

Habló por alrededor de cinco minutos, y me llené de celos al escucharla despedirse con un:- También te extraño mucho, nos vemos. Te quiero.

Volvió a mi lado y la miré fijamente.- ¿Qué?- preguntó- No me digas que vas a seguir con lo mismo de Ed...- la interrumpí.

-¿Con quién hablabas?- sonrió ampliamente. Me tomó de la cintura y de un tirón me colocó encima de ella. Mis manos se colocaron en el espaldar del sofá y las de ella en mi espalda baja.

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