-Entonces, ¿esto se acabo?- Dijo Mitsuya con lágrimas en los ojos y con la voz cortada por el nudo en su garganta.
-¿Y qué esperabas? a estas alturas vivías mintiendome- La castaña ya no podía mantener las lágrimas, sus ojos picaban demasiado.
-Lo...
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-Entonces, ¿cómo te llamas?- Preguntó con una sonrisa la niña.
-¿Por qué quieres juntarte conmigo? Soy Mitsuya- Dijo el niño con un suspiro cansado.
-Porque me pareces alguien muy interesante. ¿Tu nombre es Mitsuya? ¿O es tu apellido?- dijo la fémina con confusión.
-Mitsuya Takashi- Dijo sin ánimos el niño- Que clase de persona pregunta por el nombre del otro sin presentarse antes- Dijo retóricamente Mitsuya.
Yuki solo sonrió, una sonrisa enorme que mostraba los dientes, estaba contenta de que al fin el niño por el que había tratado de acercarse durante dos semanas le siguiera la conversación, parecía una pequeña acosadora, pero es que la mirada de ese niño la había dejado confusa, dejó de sonreír pero sin ocultar su felicidad habló:
-Yo soy Nanase Yuki- Dijo felizmente- Seamos amigos- Dijo estrechando le su mano para que este la tomara, aún que el pequeño Mitsuya dudó, la aceptó- Entonces, ¿esas dos pequeñas niñas quienes eran?- La pequeña Yuki trataba de tener un tema de conversación con el chico, recordando que varias veces lo había visto acompañado de esas dos pequeñas niñas.
-Son mis hermanas, Luna y Mana- Dijo el niño, mientras veía como a Yuki se le iluminaba la mirada. -¡Yo también soy de hermana mayor!- Exclamó felizmente- ¿Crees que podrías enseñarme a ser una buena hermana mayor?- Preguntó con ilusión.
Esta vez, Mitsuya la vió confundido, pero luego mostró una leve sonrisa, sin duda esa chica le sacaría más de una sonrisa. No pudo hablar a tiempo, ya que, Yuki habló súper rápido interrumpiendo lo que iba a decir.
-¡Oh no! Ya está anocheciendo- Dijo con preocupación- Espero verte algún otro día Mitsuya-kun, salúdame a tus hermanas, bye bye- Y partió corriendo en dirección a su departamento, sin duda su madre la regañaria por no llegar en su hora habitual a casa, pero no le importaba mucho, estaba realmente feliz con haber entablado una conversación con el chico de mirada triste.
Mitsuya la miraba con una sonrisa de lado, ni siquiera le dijo como se llamaba su hermanito y él le dió los nombres de sus hermanas, sin duda esa niña lo hacía hablar fácilmente. Ahora esperaba encontrarse la de nuevo, quería volver a hablar con ella, quería conocerla mejor. Luego de ya no verla más por el camino en que se fué, se marchó a su hogar, ya había dejado bastante tiempo solas a sus hermanas, solo esperaba que siguieran durmiendo. Se prometía volver a ese parque para volver a verla.
Mientras Yuki recibía un pequeño regaño por parte de su madre por llegar más tarde de lo usual, la niña le comentaba que había echo por fin un amigo, un amigo que no era de la escuela y que tampoco era de la academia de danza, sino que era el niño de mirada triste, Sakura no tuvo más opción que abrazar a su hija, pues está no era para nada buena para hacer amigos fuera de esos establecimientos, más que nada era porque la misma Yuki decía que no era necesario que no necesitaba tener amigos porque tenía a su familia.
