-Entonces, ¿esto se acabo?- Dijo Mitsuya con lágrimas en los ojos y con la voz cortada por el nudo en su garganta.
-¿Y qué esperabas? a estas alturas vivías mintiendome- La castaña ya no podía mantener las lágrimas, sus ojos picaban demasiado.
-Lo...
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Era de madrugada cuando Yuki salió de su casa. No sabía que hacer. ¿Buscar a su padre y hablar él correctamente? ¿Pedirle ayuda a Baji o Mitsuya? De por sí necesita toda la ayuda posible, pero en estas sircustancias lo que más anhela es estar sola y poder pensar bien en lo que haría en estos momentos.
Caminando por las solitarias calles escucho una moto acercarse. Esa moto era de una de sus mejores amigas quién pertenece a la pandilla las 𝑴𝒂𝒓𝒊𝒑𝒐𝒔𝒂𝒔 𝑹𝒐𝒔𝒂𝒅𝒂𝒔.
-Yuki-chan, ¿por qué estás aquí a estas horas de la noche?-.
-Ayumi-chan, ¿puedo contarte algo?- respondió ella con los ojos llorosos. Al darse cuenta de esto, la pandillera inmediatamente apagó su moto y fue a abrazarla.
-¿Qué a pasado? ¿No soy tu mejor amiga? Claro que puedes decirme lo que sea-.
Haruno Ayumi, cabello negro como la noche y tan largo como las rutas que solía realizar en su motocicleta, con tez algo pálida y algo delgada pero con fuertes músculos. Digamos que ellas se conocieron en el primer año de secundaria, pero como toda buena amistad al principio no se llevaban para nada bien. No fue hasta que en unas vacaciones de verano en las que Yuki acompañó a su padre a un campamento para chicos revoltosos que la vió ahí, desde ese entonces eran amigas, compartían todos sus secretos, además que Yuki la obligo a ser subcapitana del equipo de béisbol y cabe aclarar que Ayumi no es para nada atlética. Desde el momento uno Ayumi le confesó que era la líder de una de las pantillas femeninas más famosas de Tokyo y obviamente esto a Yuki no le molestó, "𝒏𝒖𝒏𝒄𝒂 𝒉𝒂𝒚 𝒒𝒖𝒆 𝒋𝒖𝒛𝒈𝒂𝒓 𝒂 𝒖𝒏 𝒍𝒊𝒃𝒓𝒐 𝒑𝒐𝒓 𝒔𝒖 𝒑𝒐𝒓𝒕𝒂𝒅𝒂" era lo que nuestra castaña siempre decía.
Al Yuki contarle todo lo ocurrido la respuesta de Ayumi fue...
-Malditos hombres, ¿Por qué simplemente no pueden quedarse quietos? Siempre tienen que estar dando problemas, no son más que unos buenos para nada- esto a Yuki le saco una gran carcajada- ¿Tu madre cómo lo tomó?-.
-No muy bien, es decir, papá y mamá se conocen desde hace años y nunca los había oido gritar así de esa forma. Papá tiene el trabajo que siempre quiso y mamá es feliz de poder enseñar ballet en su academia. Pensaba que mi familia era perfecta, Ayumi-chan, pero veo que me equivoque-.
-Anda ya, no te pongas así, siempre habrá momentos malos. Por cierto, escuché que hoy la ToMan tiene una reunión en el santuario, por que no vamos a ver a Mitusya-kun?- preguntó ella tratando de hacerla sentir mejor.
-No creo que sea buena idea-.
-Por supuesto que es una buena idea, anda, sube a la moto, yo te llevo- y partieron rumbo al lugar en dónde sería la reunión de ToMan. Y ahí Yuki se preguntaba que harían ahora.
