I. Hwang Yeji

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Se veía un buen día.

Siendo las ocho y media de la mañana de un lunes, Seúl se adentraba en un día primaveral con un sol asomado en lo alto de las montañas. Aun así, el característico frío de cada mañana permanecía a pocos días de haber entrado en un primavera.

Pero el frío no dejaba descansar a la gente, menos en Seúl. Capital de la gran Corea del Sur y ciudad global, por lo tanto era normal ver una gran tráfico tan temprano en la mañana. Girar el rostro y encontrarse con estudiantes y sus uniformes, jóvenes con café en sus manos y una que otra persona corriendo para cruzar a tiempo el paso peatonal. Un caos urbano.

Es incluso, chistoso y tedioso para Hwang Yeji. Chistoso porque le gustaba presenciar el caos y escuchar comentarios de gente extraña por las calles de Seúl. Las conversaciones en la espera de los semáforos son realmente interesantes, por lo que suele bajar la ventanilla de la camioneta de vez en cuando. Tedioso por tener que lidiar con el tráfico de las calles principales y uno que otro improperio de un conductor que no entiende la educación vial. Sin sumarle, los molestos ruidos que suele realizar su compañera de viaje cada mañana.

– Entonces, ¿Tú crees que le guste a Chaeryeong?

– No lo sé, ¿Te trata como amiga o te habla en doble sentido?

– Bueno... - La chica posó una mano en su mentón –dice que si nos encontramos en otra vida estaría conmigo.

– Definitivamente te rechazo con bonitas palabras, Ryu.

– ¡Oh por favor! ¿Quién no quiere estar con Shin Ryujin?

– Lee Chaeryeong... Y yo. –comentó lo último con cierto deje burlón.

– Cállate –Ryujin rodó los ojos– Además... tengo ese presentimiento –Ryujin posó su brazo en el asiento del piloto–, le gusto, debo gustarle definitivamente.

– ¿En serio estás tan colgada por Chaer?

– ¿Algún problema con eso?

Yeji rió mientras seguía mirando su camino a través del ventanal del auto.

– Cómprame una cajetilla de cigarros en el camino. – Ryujin dio por terminada la conversación a su vez que acomodaba su cuerpo de manera correcta en el asiento del copiloto, no sin antes darle un pequeña palmada en la cabeza a Yeji.

La monolida estacionó la camioneta al lado de una pequeña tienda de conveniencia en un barrio un poco apartado de las calles principales apagó el motor y colocó el freno de mano. Sacó su snack de chocolate de la guantera del auto, recibió los billetes y las monedas de Ryujin mientras le recalcaba que quería cigarros sabor a menta. Yeji asintió en respuesta y cerró la puerta del piloto.

– Hola, un paquete de cigarros sabor a menta. – Habló Yeji mientras le daba un mordisco a su chocolate y en su otra mano guardaba las monedas que Ryujin anteriormente le había dado.

– ¡Ajumma! Deme unas medias, por favor.

El semi grito que salió de los labios de una menuda mujer fueron acompañados por el estruendo que generó el sonido de sus tacos contra la cerámica de la pequeña tienda. La señora, sentada detrás de la caja registradora y la vitrina principal no tuvo más remedio que sobresaltarse de su asiento y rápidamente tomar entre sus manos un paquete de medidas para la contraria que parecía evidentemente apresurada, ignorando por completo la petición de la chica más alta.

La mujer de tacones, con un vestido de dos piezas y un abrigo era totalmente diferente a los jeans rasgados de Yeji con su camisa holgada y una chaqueta negra. Aún así, la monolida era más alta. También lo parecía ser sus actitudes; la mujer ni se inmutó en pasar corriendo al lado de la otra chica chocando parte de su cuerpo con el brazo izquierdo de una relajada Yeji. El movimiento fue tan brusco que inevitablemente todas las monedas cayeron al suelo.

Yeji resignada flexiono sus rodillas e inclinaba su brazo izquierdo hacia abajo mientras seguía comiendo su chocolate. No importa el momento o el lugar: su snack siempre era esencial. La joven comenzó a recoger sus monedas esparcidas por el suelo hasta que al llegar a la última, un poco cercana a un pasillo al lado de la vitrina en donde además, alzó levemente su vista.

De un momento a otro, incluso sintió que se quedó sin aliento.

Sus ojos culposos recorrieron con asombro las delicadas piernas de una mujer detrás de ese pasillo, en una pequeña pieza. Se colocaba las medias que anteriormente había pedido de la forma más rápida posible y Yeji se quedó quieta en su lugar, porque sentía que estaba viendo algo tan jodidamente bonito y no debido, a la vez.

"Realmente son bonitas piernas" Pensó Yeji. "Oh dios mío, que descarada soy"

Y como si fuera todo una gran coincidencia con sus pensamientos, sus ojos se encontraron. La mujer miro directamente a Yeji y la chica que aún no terminaba de recoger la última moneda sintió que estaba acabada por ser descubierta.

Pero el rostro neutro de la mujer no cambió aun así cuando sintió la mirada de la chica. En cambio, se paró y acomodo su vestido. Salió de la pieza y le dedicó una extraña mirada a la joven que sin dudarlo dos segundos, se sobresaltó en su sitio mientras recuperaba su postura normal.

Y como entró, salió de la misma manera de la tienda.

En cambio Yeji, quedó atónita en su lugar. Sus monedas y billetes en mano. Un chocolate a medio comer en la otra y su rostro avergonzado por la silenciosa escena que acaba de realizar.

Olvidó por completo el famoso paquete de cigarros sabor a menta de Ryujin y salió del local sin comprar absolutamente nada. Porque su mente no daba más que pensar en lo bonita que se veía la mujer.

Le dio un pequeño mordisco a su chocolate mientras se acomodaba en el asiento del piloto y terminaba de cerrar la puerta del auto. Encendió el motor como si fuera un robot y cada uno de sus pasos estuviera planeado.

– Mis cigarrillos. –habló Ryujin mientras extendía su mano derecha y movía sus dedos.

Yeji no respondió.

– Yeji, mis cigarros. –volvió hablar.

Yeji acomodó la palanca de cambio en primera marcha y entre la leve maniobra del embrague y el acelerador emprendió su camino de vuelta a las bulliciosas calles de Seúl.

– ¡Yeji! ¡Maldita sea, mis cigarros! –gritó Ryujin mientras golpeaba el hombro de Yeji.

Pero ella no respondió.

Su mente no podía pensar en nada más que la bella chica del paquete de medias en la tienda ubicada en una esquina del barrio.

Fue realmente, como un amor a primera vista. 

𝐏𝐈𝐀𝐍𝐈𝐒𝐓 | [yejisu - mini fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora