Capítulo 5: "Oscuridad"

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Miro hacia el cielo. Las nubes grises atacan a las blancas, poco a poco venciendo su lugar. Una brisa fría golpea mi cara. Pronto empezará a llover, pero no quiero regresar a la cárcel que es mi vida. El mundo sería más fácil si olvidar lo fuese también. Pensar es insano. Y yo no estoy sana, sin parar de pensar una y otra vez el por qué de las cosas. Una gota aterriza sobre mi pierna, arrastrándose hasta llegar al suelo. El banco se va cubriendo de una fina capa de brillo. La tormenta ha llegado, pero a mi persona parece no importarle. Levanto la vista y veo la lluvia, el agua que cae y aterriza, unas gotas antes que otras, con mas fuerza, más suavemente, más tranquilas, más asustadas, más salvajes, más humanas... Todo se termina cayendo tarde o temprano. No creo que exista un 'para siempre'. Pero si creo en la posibilidad de levantarse.Yo he caído y recaído y me he vuelto a caer. No sé si me pondré en pie de nuevo. Simplemente olvidaré la caída.
Entonces veo todos los corazones fuertes que alberga la Tierra, con sus paredes resistentes y preparadas para cualquier tipo de golpe. Estos corazones viven disfrutando cada momento, sin miedo, sin prisas. Tan sólo viven.
En otra esquina están los corazones débiles, con paredes tan frágiles como el cristal más fino, o el hilo más invisible. Viven asustados, afectados por los actos de otros corazones que los superan con creces, siendo pisados y empujados. Se mantienen firmes en su lugar, soportando cada uno de los golpes hasta su fin. Hasta que se rompen. Hasta tal punto que nadie puede ayudarlos a recomponerse, a juntar todas sus piezas y darles la oportunidad de escoger el grupo al que quieren pertenecer.
Ahora es mi turno de elegir.
Un trueno resuena en el solitario parque contiuado por un rayo, que a lo lejos, alumbra toda la zona que ha destrozado.
Siempre he sido indecisa a la hora de tomar una decisión, por muy absurda que sea. Pero también he sido débil. Así que es hora de que cambie ciertas cosas.
Me levanto y miro al cielo de nuevo. Todo está oscuro, gris, negro. Ningún rayo de luz consigue escapar de las garras de las nubes para alumbrar mi camino. Pero, ya saben: a veces es mejor mantenerse en la oscuridad, que ser cegado por la luz.
Otro trueno parece resonar, pero éste se escucha más distante, fuera del parque, fuera de mi burbuja.

-¿Abbie? Despierta, maldita sea. ¿Estás bien?- Estas frases llegan a mi como susurros, cada vez más y más próximos.

Unos leves toques sacuden mi hombro. Quiero abrir los ojos y apartarme, pero mis párpados pesan de pronto toneladas y mi cuerpo parece no responder a las órdenes que manda mi cerebro. Me siento como si estuviera siendo arrastrada. Y así es. Estoy en una superficie plana, pero blanda, con un relieve suave y cómodo bajo mi cabeza. Me empiezo agobiar al no poder hacer nada.

Los susurros de antes llegan a mí de nuevo, pero esta vez con más nitidez.

-Joder, joder, joder.

Oigo un par más de maldiciones y la sufercicie se hunde un poco a mi lado.

-Mmmm...- Consigo decir. Empiezo a sentir los brazos y las piernas. Las manos, los dedos. Pero mis ojos siguen cerrados. Nunca me ha gustado la oscuridad, así que empleo todas mis fuerzas para abrirlos.

-Abbie, vamos... Despierta...

El insistente roce vuelve a mi hombro y brazo derecho. El toque es cálido y cuidadoso. Hasta se puede decir que sienta bien.

Saco fuerza de sabe dios dónde, y al fin puedo ver la estancia. Recuerdo la habitación. Como entré y después llegó Harry. Cómo hablamos y cómo dos esmeraldas me observaban hasta dejarme caer rendida.

Estoy tumbada en la cama, boca arriba. Me froto los ojos y veo claramente frases escritas en el techo, en el tamaño que ocupa la cama aquí en el suelo, plasmado ahí arriba. Está acompañado de dibujos, unos abstractos y otros más legibles. Una luna llena, árboles, atrapa sueños, ojos, llaves, armas... Y todo en blanco y negro.

Runaway (Harry Styles)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora