Prólogo

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Edward pov:

Habían pasado tres años desde que había dejado a Bella en el bosque, no sabía absolutamente nada de ella, cuando la dejé era para no intervenir más de lo que ya lo había hecho, aunque la seguía amando como antes, no sabía si era feliz o no lo más probable es que ya se haya olvidado de mi, la memoria de los humanos es frágil, lástima que la mía no sea así, aún recuerdo sus sonrisas su mirada al verme, su calor, el sabor de sus labios, la textura, su aroma.

Es increíble cuanto extraño la sed, el fuego en mi garganta al estar cerca de ella, nunca lo admitiría frente a todos cuanto la extrañaba, después de que volví de Brasil cambie, ya no tocaba el piano y no sonreía tanto como cuando estuve con ella, había vuelto a ser el mismo que era antes de conocer a Bella, al principio Alice siempre me daba su sermón de que tenía que ser feliz y mi felicidad era Bella, con el tiempo se había aburrido insistir, muchas veces pensé en buscarla, pero si no me perdonaba no sabría que haría, lo mejor era dejar la situación como estaba dejar que la vida siga su curso, algún día se casaría, tendría hijos, los vería crecer, casarse, formar su familia cuidaría de sus nietos, les enseñaría a hacer galletas, y cuando llegara el momento moriría y conocería el cielo si es que realmente existía.

Mientras ella vivía yo vagaría por la tierra, esperaría hasta que ella dejara de existir yo acabaría con mi existencia, no tenía sentido existir si no tendría un porque, aunque ahora tampoco tenía un por que de existir, solo que ella estuviera bien, para mi era todo aunque no la vuelva a ver.

Hace un año comencé una relación con Tanya, ella sabía que no la amaba, aún tenía la esperanza de que un día me enamoraría de ella, lo dudaba lo único que realmente nos unía era el cariño, yo solo era un capricho, con el tiempo se le pasará, terminaremos y yo seguiré vagando por el mundo.

Llegué a casa después de haber ido al pueblo, se escuchaba los grito de Alice desde la carretera estaba discutiendo con Carlisle sobre un lugar al que no la dejaba ir, estacioné mi Volvo en el afuera, curiosamente en Denali había sol, entré por la puerta principal ambos estaban discutiendo en la sala.

- Carlisle tienes que dejarme ir, no puedo dejarla sola- fue entonces cuando recordó un visión de Bella, estaba embarazada, tendría unos cuatro meses, acariciaba su pancita con ternura mientras le cantaba y miraba por la ventana.

- Alice no puedes ir- le dije ambos voltearon a verme.

Me equivoquéWhere stories live. Discover now