Se alejó de su ordenador y se escondió entre las sábanas esperando encontrar un refugio bajo su calor. Le dolía absolutamente todo, desde su cuerpo hasta su alma. Todas las heridas palpitaban y su corazón latía con fuerza al ritmo de la caída de sus lágrimas, una tras otra y sin parar. Abrazaba sus rodillas esperando tranquilizarse, pero de nada servía. El dolor parecía no querer irse esa vez, nada funcionaba. Los cortes ya no le producían más que asco y tristeza.
Nada parecía querer arreglarse aquella vez.Hacía horas que su móvil sonaba, y él ya sabía de quién eran todos esos mensajes. Quería verlo, realmente lo necesitaba cerca, pero tenía claro que su relación no avanzaría como él quería. Nunca llegarían a ser nada más que amigos, y eso también era culpable de la angustia que sufría su corazón.
Aun así, después de habérselo pensado y darle vueltas decidió que necesitaba al menos un hombro sobre el que llorar. Escribió su dirección y se la mandó, deseando que no estuviera enfadado con él.Para su mala suerte, Samuel no le respondió. Simplemente leyó su mensaje y salió del chat, haciendo creer a Guillermo que la había cagado más de lo que pensaba.
Pensó en enviarle una disculpa, pero las fuerzas y la valentía parecían haber abandonado su cuerpo, por lo que se rindió y dejó el móvil a un lado, escondiéndose bajo las sábanas para continuar con su llanto.---
Guillermo no acababa de creerse lo que veían sus ojos. Se pellizcó para comprobar si aquello no era un sueño, pero al parecer era la realidad.
Samuel levantó la mano y lo saludó con una sonrisa. Estaba frente al instituto, apoyado sobre una monovolumen roja y agitando el brazo como un loco.
– ¡Guille! –Le llamó, pensando que no lo había visto ya que se había quedado parado a mitad de camino. Pero para el joven era imposible salir de su estupefacción.
Vaya, ¿de verdad él estaba ahí? ¿No era un espejismo?
Algo chocó contra él y lo empujó, sacándolo de su nube de pensamientos bruscamente.
– ¡Ah! ¡Cuidado! ¡¿Es que no ves por dónde vas?! –Guillermo levantó la vista y todo su cuerpo se congeló al ver a uno de los matones frente a él.
– ¿Cómo has dicho? ¿Acaso me estás echando la culpa de tu estupidez? –Lo agarró del cuello de la camisa y lo levantó unos milímetros, haciéndolo ponerse de puntillas– Eres un maldito renacuajo asqueroso –Apretaba los dientes al decir esas palabras, con rabia.
– S-suéltame… –Intentó abrir la mano del grandullón para escapar, pero le fue imposible. La fuerza del otro era descomunal. Sus pulmones empezaban a gritar por oxigeno, sus ojos miraban al cielo. Notaba cómo las personas pasaban a su lado e ignoraban aquella escena, como siempre habían hecho. Nada cambiaba y nada iba a cambiar.
Para su suerte, estaba equivocado.
De repente, una mano agarró el brazo del matón y lo apretó, haciendo que éste soltara un quejido y, por consecuencia, el joven fuera liberado.
– ¡¿Y tú quién demonios eres?! –El abusón se soltó bruscamente de su agarre y miró con ojos ardientes a aquel tipo que se había interpuesto entre él y su presa. Guillermo se sobaba el cuello y también alzo la vista, encontrándose con aquello que hizo que su corazón diera un vuelco. De pie, mirándole, se encontraba Samuel. Era extraño tenerlo tan cerca de repente, como si la distancia nunca hubiera existido, como si él siempre hubiera estado allí.
Samuel se interpuso entre ellos dos, protegiendo a Guillermo tras él.
En un rápido movimiento, puso la mano sobre el hombro del otro y lo apretó con fuerza haciendo que abriera los ojos de par en par.
– Escúchame bien porque no voy a repetirlo más veces. Vuelve a acercarte a Guillermo y me encargaré personalmente de devolvértela–Un escalofrío recorrió la espalda del joven y seguramente la del matón al escuchar la voz amenazante y pausada de Samuel– ¿Te ha quedado claro?
Guillermo pensó que aquel chico no se vería intimidado por nadie, pues nunca le había visto llorar ni tampoco tener miedo. El único que había temido por su vida había sido él mismo cada vez que había recibido un golpe de aquellos puños.
Para su sorpresa, el grandullón solo asintió con temor y, cuando fue soltado, salió pitando del lugar.
Samuel se giró y miró a Guillermo quien aún no daba crédito a la situación.
– Vamos –Unió su mano con la del joven y lo llevó casi a rastras hasta su coche.Samuel condujo en silencio, girándose de vez en cuando para toparse con la mirada vergonzosa de Guillermo. El joven lo miraba de reojo, intentando no ser descubierto. Todavía no podía creerse que él estuviera ahí. ¿Cómo había llegado tan rápido?
¿Por qué lo había hecho?
Aparcó frente a un hermoso parque y ambos caminaron por él hasta sentarse en una banca.
Ninguno de los dos sabía qué decir, cómo poner en palabras lo que querían expresar. Se miraron por unos segundos hasta que Samuel rodeó a Guillermo con sus brazos y lo atrajo a su cuerpo, abrazándolo con cariño y desesperación. El más joven sintió cómo su corazón daba un brinco, tenerlo tan cerca le dolía a la par que le enamoraba. Su olor, sus ojos, su voz… todo él era una mezcla embriagadora pero, también, prohibida.
– Estaba muy preocupado, Guille. Esto no puede continuar así… –Se apartó para darle un beso en la frente y notó los ojos acuosos del joven.
– Lo sé… –susurró– No sé qué hacer, Samuel… no lo sé… –Su labio temblaba mientras intentaba controlar su llanto, la cual cosa fue imposible.
– Tranquilo, estoy aquí. Te ayudaré –Los labios del mayor dibujaron una cálida sonrisa, una con la que intentó darle ánimos a Guillermo, pero su respuesta fueron más gotas cristalinas descendiendo por sus mejillas.
– Samuel… ¿por qué te preocupas tanto por mí? No soy nadie… – No alcanzaba a comprender que alguien realmente quisiera ayudarle, que alguien se interesara por su vida. Era extraño, nadie nunca antes había hecho eso. Y menos alguien como Samuel, un hombre hecho y derecho, con una vida perfecta y plena.El mayor tardó unos minutos en responder. Él también estaba confundido, y mucho.
Se quedó mirando fijamente a aquel joven, ese por el que había viajado kilómetros sin decirle nada a su esposa ni avisar en su trabajo. Aquél que anidaba en su cabeza toda las noches y revoloteaba en su corazón todos los días. El solo oír su lenta respiración ya hacía que el corazón de Samuel latiera agitadamente dentro de sus costillas. Veía sus hermosos ojos café mirándole con nerviosismo, esos mofletes regordetes tiñéndose de un suave color rosado y sus labios…
Esos labios…
– No lo sé. Yo tampoco sé qué estoy haciendo –Samuel empujó la barbilla de Guillermo con los dedos y, en un instante, sus labios estaban posados sobre los del joven, haciendo una dulce presión que haría que ambos se derritieran.Era verdad, no sabía qué estaba haciendo. Pero tenía claro que quería hacerlo.
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AAAAH se besaron, se besaron!!! >////< (me emociono de verdad)
Estuve un buen rato pensando la canción para este episodio y, cuando la encontré, estuve otro rato buscando una buena cover. Esta canción me gusta desde que iba a tercero de ESO (estoy en la universidad), y nunca me he cansado de escucharla. Es raro porque nunca la he considerado de mis favoritas, pero aún así la amo. La cosa es que la original era demasiado "rápida" para esta parte de la historia, por lo que tuve que buscar una cover que se adaptara, y no encontré ninguna que me pareciera adecuada (la que puse está meh). No entiendo por qué todo el mundo la canta como feliz, pero bueno -.- (yo la quería lenta, triste y en piano)
Gracias por aguantar mis tonterías, espero que os haya gustado el capi! >w<
¡¡Gracias por leer!!
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On-Love (Fanfic, Wigetta)
FanfictionCuando todo lo que vemos es oscuridad, cuando la más profunda soledad nos asola, un fino rayo de luz puede salvarnos la vida. Tal vez deberíamos aferrarnos a él, pero hemos recibido tantos golpes que nos asustamos y nos alejamos. No queremos ser her...